martes, 3 de julio de 2018

Isaías 22-24; Santiago 3

Isaías 22
1 Oráculo contra el valle de la Visión. ¿Qué tienes ahora, que has subido en pleno a las azoteas,
2 de rumores henchida, ciudad alborotada, villa bullanguera? Tus caídos no son caídos a espada ni muertos en guerra.
3 Todos sus jefes huyeron a una: del arco escapaban. Todos tus valientes fueron apresados a una: lejos huían.
4 Por eso he dicho: «¡Apartaos de mí! Voy a llorar amargamente. No os empeñéis en consolarme por la devastación de la hija de mi pueblo.»
5 Porque es día de perturbación, de extravío y de aplastamiento para el Señor Yahveh Sebaot. En el valle de la Visión se zapa un muro y el grito de socorro llega a la montaña,
6 Elam lleva el carcaj, Aram monta a caballo, Quir desnuda el escudo.
7 Tus mejores valles se vieron llenos de carros, y los de a caballo formaron frente a la puerta.
8 Entonces cayó la defensa de Judá. Contemplasteis aquel día el arsenal de la Casa del Bosque.
9 Y las brechas de la ciudad de David visteis que eran muchas, y reunisteis las aguas de la alberca inferior.
10 Las casas de Jerusalén contasteis, y demolisteis casas para fortificar la muralla.
11 Un estanque hicisteis entre ambos muros para las aguas de la alberca vieja; pero no os fijasteis en su Hacedor, al que desde antiguo lo ideó de lejos no le visteis.
12 Llamaba el Señor Yahveh Sebaot aquel día a lloro y a lamento y a raparse y ceñirse de sayal,
13 mas lo que hubo fue jolgorio y alegría, matanza de bueyes y degüello de ovejas, comer carne y beber vino: «¡Comamos y bebamos, que mañana moriremos!»
14 Entonces me reveló al oído Yahveh Sebaot: «No será expiada esa culpa hasta que muráis» - ha dicho el Señor Yahveh Sebaot -.
15 Así dice el Señor Yahveh Sebaot: Preséntate al mayordomo, a Sebná, encargado del palacio,
16 el que labra en alto su tumba, el que se talla en la peña una morada: «¿Qué es tuyo aquí y a quién tienes aquí, que te has labrado aquí una tumba?»
17 He aquí que Yahveh te hace rebotar, hombre, y te vuelve a agarrar.
18 Te enrolla en ovillo, como una pelota en tierra de amplios espacios. Allí morirás, y allí irán tus carrozas gloriosas, vergüenza del palacio de tu señor.
 19 Te empujaré de tu peana y de tu pedestal te apearé.
 20 Aquel día llamaré a mi siervo Elyaquim, hijo de Jilquías.
21 Le revestiré de tu túnica, con tu fajín le sujetaré, tu autoridad pondré en su mano, y será él un padre para los habitantes de Jerusalén y para la casa de Judá.
22 Pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; abrirá, y nadie cerrará, cerrará, y nadie abrirá.
23 Le hincaré como clavija en lugar seguro, y será trono de gloria para la casa de su padre.
24 Colgarán allí todo lo de valor de la casa de su padre - sus descendientes y su posteridad -, todo el ajuar menudo, todas las tazas y cántaros.
25 Aquel día - oráculo de Yahveh Sebaot - se removerá la clavija hincada en sitio seguro, cederá y caerá, y se hará añicos el peso que sostenía, porque Yahveh ha hablado.
 
Isaías 23
1 Oráculo sobre Tiro. Ululad, naves de Tarsis, porque ha sido destruida vuestra fortaleza. De vuelta del país de Kittim les ha sido descubierto.
2 Quedad mudos, habitantes de la costa, mercaderes de Sidón, cuyos viajantes atravesaban el mar
3 por las aguas inmensas. La siembra del canal, la siega del Nilo, era su riqueza, y ella era el mercado de las naciones.
4 Avergüénzate, Sidón, porque ha dicho la mar: «No tuve dolores ni di a luz, ni crié mancebos, ni eduqué doncellas.»
5 En cuanto se oiga la nueva en Egipto, se dolerán de las nuevas de Tiro.
6 Pasad a Tarsis, ululad, habitantes de la costa:
7 ¿Es ése vuestro emporio arrogante, de remota antigüedad, cuyos pies le llevaron lejos en sus andanzas?
8 ¿Quién ha planeado esto contra Tiro, la coronada cuyos comerciantes eran príncipes, cuyos traficantes eran nobles de la tierra?
9 Es Yahveh Sebaot quien ha planeado profanar el orgullo de toda su magnificencia y envilecer a todos los nobles de la tierra.
10 Cultiva tu tierra, hija de Tarsis: no hay puerto ya.
11 Su mano extendió él sobre la mar, hizo estremecer los reinos. Yahveh mandó respecto a Canaán, demoler sus castillos,
12 y dijo: No vuelvas más a rebullir, doncella oprimida, hija de Sidón. Levántate y vete a Kittim, que tampoco allí tendrás reposo.
13 Ahí tienes la tierra de los caldeos; no eran un pueblo; Asur la fundó para las bestias del desierto. Levantaron torres de asalto, demolieron sus alcázares, la convirtieron en ruinas.
14 Ululad, naves de Tarsis, porque ha sido destruida vuestra fortaleza.
15 Aquel día quedará en olvido Tiro durante setenta años. En los días de otro rey, al cabo de setenta años, le sucederá a Tiro como en la canción de la ramera:
16 «Toma el arpa, rodea la ciudad, ramera olvidada: tócala bien, canta a más y mejor, para que seas recordada.»
17 Bien, al cabo de los setenta años visitará Yahveh a Tiro, y ella volverá a su ganancia y se prostituirá a todos los reinos de la tierra sobre la haz de la tierra.
18 Será su mercadería y su ganancia consagrada a Yahveh. No será atesorada ni almacenada, sino que para los que moren  delante de Yahveh será su mercadería, para comer a saciedad y para cubrirse espléndidamente.
 
Isaías 24
1 He aquí que Yahveh estraga la tierra, la despuebla, trastorna su superficie y dispersa a los habitantes de ella:
2 al pueblo como al sacerdote; al siervo como al señor; a la criada como a su señora; al que compra como al que vende; al que presta como al prestatario; al acreedor como a su deudor.
3 Devastada será la tierra y del todo saqueada, porque así ha hablado Yahveh.
4 En duelo se marchitó la tierra, se amustia, se marchita el orbe, el cielo con la tierra se marchita.
5 La tierra ha sido profanada bajo sus habitantes, pues traspasaron las leyes, violaron el precepto, rompieron la alianza eterna.
6 Por eso una maldición ha devorado la tierra, y tienen la culpa los que habitan en ella. Por eso han sido consumidos los habitantes de la tierra, y quedan pocos del linaje humano.
7 El mosto estaba triste, la viña mustia: se trocaron en suspiros todas las alegrías del corazón.
8 Cesó el alborozo de los tímpanos, suspendióse el estrépito de los alegres, cesó el alborozo del arpa.
9 No beben vino cantando: amarga el licor a sus bebedores.
10 Ha quedado la villa vacía, ha sido cerrada toda casa, y no se puede entrar.
11 Se lamentan en las calles por el vino. Desapareció toda alegría, emigró el alborozo de la tierra.
12 Ha quedado en la ciudad soledad, y de desolación está herida la puerta.
13 Porque en medio de la tierra, en mitad de los pueblos, pasa como en el vareo del olivo, como en los rebuscos cuando acaba la vendimia.
14 Ellos levantan su voz y lanzan hurras; la majestad de Yahveh aclaman desde el mar.
15 Por eso, en Oriente glorificad a Yahveh, en las islas del mar el nombre de Yahveh, Dios de Israel.
16 Desde el confín de la tierra cánticos hemos oído: «¡Gloria al justo!» Y digo: «¡Menguado de mí, menguado de mí! ¡Ay de mí, y de estos malvados que hacen maldad, los malvados que han consumado la maldad!»
17 ¡Pánico, hoya y trampa contra ti, morador de la tierra!
18 Sucederá que el que escape del pánico, caerá en la hoya, y el que suba de la hoya, será preso en la trampa. Porque las esclusas de lo alto han sido abiertas, y se estremecen los cimientos de la tierra,
19 Estalla, estalla la tierra, se hace pedazos la tierra, sacudida se bambolea la tierra,
20 vacila, vacila la tierra como un beodo, se balancea como una cabaña; pesa sobre ella su rebeldía, cae, y no volverá a levantarse.
21 Aquel día castigará Yahveh al ejército de lo alto en lo alto y a los reyes de la tierra en la tierra;
22 serán amontonados en montón los prisioneros en el pozo, serán encerrados en la cárcel y al cabo de muchos días serán visitados.
23 Se afrentará la luna llena, se avergonzará el pleno sol, cuando reine Yahveh Sebaot en el monte Sión y en Jerusalén, y esté la Gloria en presencia de sus ancianos.
 
Santiago 3
1 No os hagáis maestros muchos de vosotros, hermanos míos, sabiendo que nosotros tendremos un juicio más severo,
2 pues todos caemos muchas veces. Si alguno no cae hablando, es un hombre perfecto, capaz de poner freno a todo su cuerpo.
3 Si ponemos a los caballos frenos en la boca para que nos obedezcan, dirigimos así todo su cuerpo.
4 Mirad también las naves: aunque sean grandes y vientos impetuosos las empujen, son dirigidas por un pequeño timón adonde la voluntad del piloto quiere.
5 Así también la lengua es un miembro pequeño y puede gloriarse de grandes cosas. Mirad qué pequeño fuego abrasa un bosque tan grande.
6 Y la lengua es fuego, es un mundo de iniquidad; la lengua, que es uno de nuestros miembros, contamina todo el cuerpo  y, encendida por la gehenna, prende fuego a la rueda de la vida desde sus comienzos.
7 Toda clase de fieras, aves, reptiles y animales marinos pueden ser domados y de hecho han sido domados por el hombre;
8 en cambio ningún hombre ha podido domar la lengua; es un mal turbulento; está llena de veneno mortífero.
9 Con ella bendecimos al Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos a imagen de Dios;
10 de una misma boca proceden la bendición y la maldición. Esto, hermanos míos, no debe ser así.
11 ¿Acaso la fuente mana por el mismo caño agua dulce y amarga?
12 ¿Acaso, hermanos míos, puede la higuera producir aceitunas y la vid higos? Tampoco el agua salada puede producir agua dulce.
13 ¿Hay entre vosotros quien tenga sabiduría o experiencia? Que muestre por su buena conducta las obras hechas con la dulzura de la sabiduría.
14 Pero si tenéis en vuestro corazón amarga envidia y espíritu de contienda, no os jactéis ni mintáis contra la verdad.
15 Tal sabiduría no desciende de lo alto, sino que es terrena, natural, demoníaca.
16 Pues donde existen envidias y espíritu de contienda, allí hay desconcierto y toda clase de maldad.
17 En cambio la sabiduría que viene de lo alto es, en primer lugar, pura, además pacífica, complaciente, dócil, llena de compasión y buenos frutos, imparcial, sin hipocresía.
18 Frutos de justicia se siembran en la paz para los que procuran la paz.

 

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...