domingo, 8 de julio de 2018

Isaías 34-36; 1 Pedro 1

Isaías 34
1 Acercaos, naciones, a oír, atended, pueblos; oiga la tierra y cuanto hay en ella, el orbe y cuanto en él brota,
2 que ira tiene Yahveh contra todas las naciones, y cólera contra todas sus mesnadas. Las ha anatematizado, las ha entregado a la matanza.
3 Sus heridos yacen tirados, de sus cadáveres sube el hedor, y sus montes chorrean sangre;
4 se esfuma todo el ejército de los cielos. Se enrollan como un libro los cielos, y todo su ejército palidece como palidece el sarmiento de la cepa, como una hoja mustia de higuera.
5 Porque se ha emborrachado en los cielos mi espada; ya desciende sobre Edom y sobre el pueblo de mi anatema para hacer justicia.
6 La espada de Yahveh está llena de sangre, engrasada de sebo, de sangre de carneros y machos cabríos, de sebo de riñones de carneros, porque tiene Yahveh un sacrificio en Bosrá, y gran matanza en Edom.
7 En vez de búfalos caerán pueblos, y en vez de toros un pueblo de valientes. Se emborrachará su tierra con sangre, y su polvo será engrasado de sebo.
8 Porque es día de venganza para Yahveh, año de desquite del defensor de Sión.
9 Se convertirán sus torrentes en pez, su polvo en azufre, y se hará su tierra pez ardiente.
10 Ni de noche ni de día se apagará, por siempre subirá el humo de ella. De generación en generación quedará arruinada, y nunca jamás habrá quien pase por ella.
11 La heredarán el pelícano y el erizo, el ibis y el cuervo residirán en ella. Tenderá Yahveh sobre ella la plomada del caos y el nivel del vacío.
12 Los sátiros habitarán en ella, ya no habrá en ella nobles que proclamen la realeza, y todos sus príncipes serán aniquilados.
13 En sus alcázares crecerán espinos, ortigas y cardos en sus fortalezas; será morada de chacales y dominio de avestruces.
14 Los gatos salvajes se juntarán con hienas y un sátiro llamará al otro; también allí reposará Lilit y en él encontrará descanso.
15 Allí anidará la víbora, pondrá, incubará y hará salir del huevo. También allí se juntarán los buitres.
16 Buscad el libro de Yahveh y leed; no faltará ninguno de ellos, ninguno de ellos echará en falta a otro. Pues su misma boca lo ha ordenado y su mismo espíritu los junta.
17 Es él mismo el que los echa a suertes, con su mano les reparte el país a cordel; lo poseerán por siempre y morarán en él de generación en generación.
 
Isaías 35
1 Que el desierto y el sequedal se alegren, regocíjese la estepa y la florezca como flor;
2 estalle en flor y se regocije hasta lanzar gritos de júbilo. La gloria del Líbano le ha sido dada, el esplendor del Carmelo y del Sarón. Se verá la gloria de Yahveh, el esplendor de nuestro Dios.
3 Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes.
4 Decid a los de corazón intranquilo: ¡Animo, no temáis! Mirad que vuestro Dios viene vengador; es la recompensa de Dios, él vendrá y os salvará.
5 Entonces se despegarán los ojos de los ciegos, y las orejas de los sordos se abrirán.
6 Entonces saltará el cojo como ciervo, y la lengua del mudo lanzará gritos de júbilo. Pues serán alumbradas en el desierto aguas, y torrentes en la estepa,
7 se trocará la tierra abrasada en estanque, y el país árido en manantial de aguas. En la guarida donde moran los chacales verdeará la caña y el papiro.
8 Habrá allí una senda y un camino, vía sacra se la llamará; no pasará el impuro por ella, ni los necios por ella vagarán.
9 No habrá león en ella, ni por ella subirá bestia salvaje, no se encontrará en ella; los rescatados la recorrerán.
10 Los redimidos de Yahveh volverán, entrarán en Sión entre aclamaciones, y habrá alegría eterna sobre sus cabezas. ¡Regocijo y alegría les acompañarán! ¡Adiós, penar y suspiros!
 
Isaías 36
1 En el año catorce del rey Ezequías subió Senaquerib, rey de Asur, contra todas las ciudades fortificadas de Judá y se apoderó de ellas.
2 El rey de Asur envió desde Lakís a Jerusalén, donde el rey Ezequías, al copero mayor con un fuerte destacamento. Se colocó éste en el canal de la alberca superior, que está junto al camino del campo del Batanero.
3 El mayordomo de palacio, Elyaquim, hijo de Jilquías, el secretario Sebná y el heraldo Yoaj, hijo de Asaf, salieron donde él.
4 El copero mayor les dijo: «Decid a Ezequías: Así habla el gran rey, el rey de Asur: ¿Qué confianza es ésa en la que fías?
5 Te has pensado que meras palabras de los labios son consejo y bravura para la guerra. Pero ahora ¿en quién confías, que te has rebelado contra mí?
6 Mira: te has confiado al apoyo de esa caña rota, de Egipto, que penetra y traspasa la mano del que se apoya sobre ella. Pues así es Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él.
7 Pero vais a decirme: “Nosotros confiamos en Yahveh nuestro Dios.” ¿No ha sido él, Ezequías, quien ha suprimido los altos y los altares y ha dicho a Judá y a Jerusalén: “Os postraréis delante de este altar?”
8 Pues apuesta ahora con mi señor, el rey de Asur: te daré dos mil caballos si eres capaz de encontrarte jinetes para ellos.
9 ¿Cómo harías retroceder a uno solo de los más pequeños servidores de mi señor? ¡Te fías de Egipto para tener carros y gentes de carro!
10 Y ahora ¿acaso he subido yo contra esta tierra para destruirla, sin contar con Yahveh? Yahveh me ha dicho: “Sube contra esta tierra y destrúyela.”»
11 Dijeron Elyaquim, Sebná y Yoaj al copero mayor: «Por favor, háblanos a nosotros tus siervos en arameo, que lo entendemos; no nos hables en lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre la muralla.»
12 El copero mayor dijo: «¿Acaso mi señor me ha enviado a decir estas cosas a tu señor, o a ti, y no a los hombres  que se encuentran sobre la muralla, que tienen que comer sus excrementos y beber sus orinas con vosotros?»
13 Se puso en pie el copero mayor y gritó con gran voz en lengua judía, diciendo: «Escuchad las palabras del gran rey, el rey de Asur.
14 Así dice el rey: No os engañe Ezequías, porque no podrá libraros.
15 Que Ezequías no os haga confiar en Yahveh diciendo: “De cierto nos librará Yahveh, y esta ciudad no será entregada  en manos del rey de Asur.”
16 No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asur: Haced paces conmigo, rendíos a mí, y comerá cada uno de su viña y de su higuera, y beberá cada uno de su cisterna,
17 hasta que yo llegue y os lleve a una tierra como vuestra tierra, tierra de trigo y de mosto, tierra de pan y de  viñas.
18 Que no os engañe Ezequías, diciendo: “Yahveh nos librará.” ¿Acaso los dioses de las naciones han librado cada uno a su tierra de la mano del rey de Asur?
19 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arpad, dónde los dioses de Sefarváyim, dónde están los dioses de Samaría? ¿Acaso han librado a Samaría de mi mano?
20 ¿Quiénes, de entre todos los dioses de los países, los han librado de mi poder, para que libre Yahveh a Jerusalén  de mi mano?»
21 Calló el pueblo y no le respondió una palabra, porque el rey había dado esta orden diciendo: «No le respondáis.»
22 Elyaquim, hijo de Jilquías, mayordomo de palacio, el secretario Sebná y el heraldo Yoaj, hijo de Asaf, fueron donde Ezequías, desgarrados los vestidos, y le relataron las palabras del copero mayor.

PRIMERA EPÍSTOLA DE SAN PEDRO  
1 Pedro 1
1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los que viven como extranjeros en la Dispersión: en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos
2 según el previo conocimiento de Dios Padre, con la acción santificadora del Espíritu, para obedecer a Jesucristo  y ser rociados con su sangre. A vosotros gracia y paz abundantes.
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo quien, por su gran misericordia, mediante la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha reengendrado a una esperanza viva,
4 a una herencia incorruptible, inmaculada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,
5 a quienes el poder de Dios, por medio de la fe, protege para la salvación, dispuesta ya a ser revelada en el último momento.
6 Por lo cual rebosáis de alegría, aunque sea preciso que todavía por algún tiempo seáis afligidos con diversas pruebas,
7 a fin de que la calidad probada de vuestra fe, más preciosa que el oro perecedero que es probado por el fuego, se convierta en motivo de alabanza, de gloria y de honor, en la Revelación de Jesucristo.
8 A quien amáis sin haberle visto; en quien creéis, aunque de momento no le veáis, rebosando de alegría inefable y gloriosa;
9 y alcanzáis la meta de vuestra fe, la salvación de las almas.
10 Sobre esta salvación investigaron e indagaron los profetas, que profetizaron sobre la gracia destinada a vosotros,
11 procurando descubrir a qué tiempo y a qué circunstancias se refería el Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, cuando les predecía los sufrimientos destinados a Cristo y las glorias que les seguirían.
12 Les fue revelado que no administraban en beneficio propio sino en favor vuestro este mensaje que ahora os anuncian quienes os predican el Evangelio, en el Espíritu Santo enviado desde el cielo; mensaje que los ángeles ansían contemplar.
13 Por lo tanto, ceñíos los lomos de vuestro espíritu, sed sobrios, poned toda vuestra esperanza en la gracia que se os procurará mediante la Revelación de Jesucristo.
14 Como hijos obedientes, no os amoldéis a las apetencias de antes, del tiempo de vuestra ignorancia,
15 más bien, así como el que os ha llamado es santo, así también vosotros sed santos en toda vuestra conducta,
16 como dice la Escritura: = Seréis santos, porque santo soy yo. =
17 Y si llamáis Padre a quien, sin acepción de personas, juzga a cada cual según sus obras, conducíos con temor durante el tiempo de vuestro destierro,
18 sabiendo que = habéis sido rescatados = de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o = plata, =
19 sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo,
20 predestinado antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos a causa de vosotros;
21 los que por medio de él creéis en Dios, que le ha resucitado de entre los muertos y le ha dado la gloria, de modo que vuestra fe y vuestra esperanza estén en Dios.
22 Habéis purificado vuestras almas, obedeciendo a la verdad, para amaros los unos a los otros sinceramente como hermanos. Amaos intensamente unos a otros con corazón puro,
23 pues habéis sido reengendrados de un germen no corruptible, sino incorruptible, por medio de la Palabra de Dios viva y permanente.
24 Pues = toda carne es como hierba y todo su esplendor como flor de hierba; se seca la hierba y cae la flor; =
25 = pero la Palabra del Señor permanece eternamente. = Y esta es la Palabra: la Buena Nueva anunciada a vosotros.

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...