miércoles, 1 de noviembre de 2017

Deuteronomio 13-15; Marcos 15

Deuteronomio 13
1 Todo esto que yo os mando, cuidaréis de ponerlo por obra, sin añadir ni quitar nada.
2 Si surge en medio de ti un profeta o vidente en sueños, que te propone una señal o un prodigio,
3 y llega a realizarse la señal o el prodigio que te ha anunciado, y te dice: «Vamos en pos de otros dioses (que tú no conoces) a servirles»,
4 no escucharás las palabras de ese profeta o de ese vidente en sueños. Es que Yahveh vuestro Dios os pone a prueba  para saber si verdaderamente amáis a Yahveh vuestro Dios con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma.
5 A Yahveh vuestro Dios seguiréis y a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis y viviréis unidos a él.
6 Ese profeta o vidente en sueños deberá morir por haber predicado la rebelión contra Yahveh tu Dios - que te sacó  del país de Egipto y te rescató de la casa de servidumbre - para apartarte del camino que Yahveh tu Dios te ha mandado seguir. Así harás desaparecer el mal de en medio de ti.
7 Si tu hermano, hijo de tu padre o hijo de tu madre, tu hijo o tu hija, la esposa que reposa en tu seno o el amigo que es tu otro yo, trata de seducirte en secreto diciéndote: «Vamos a servir a otros dioses», desconocidos de ti y de tus padres,
8 de entre los dioses de los pueblos próximos o lejanos que os rodean de un extremo a otro de la tierra,
9 no accederás ni le escucharás, tu ojo no tendrá piedad de él, no le perdonarás ni le encubrirás,
10 sino que le harás morir; tu mano caerá la primera sobre él para darle muerte, y después la mano de todo el pueblo.
11 Le apedrearás hasta que muera, porque trató de apartarte de Yahveh tu Dios, el que te sacó del país de Egipto, de la casa de servidumbre.
12 Y todo Israel, cuando lo sepa, tendrá miedo y dejará de cometer este mal en medio de ti.
13 Si oyes decir que en una de las ciudades que Yahveh tu Dios te da para habitar en ella
14 algunos hombres, malvados, salidos de tu propio seno, han seducido a sus conciudadanos diciendo: «Vamos a dar culto a otros dioses», desconocidos de vosotros,
15 consultarás, indagarás y preguntarás minuciosamente. Si es verdad, si se comprueba que en medio de ti se ha cometido tal abominación,
16 deberás pasar a filo de espada a los habitantes de esa ciudad; la consagrarás al anatema con todo lo que haya dentro de ella;
17 amontonarás todos sus despojos en medio de la plaza pública y prenderás fuego a la ciudad con todos sus despojos, todo ello en honor de Yahveh tu Dios. Quedará para siempre convertida en un montón de ruinas, y no volverá a ser edificada.
18 De este anatema no se te quedará nada en la mano, para que Yahveh aplaque el ardor de su ira y sea misericordioso  contigo, tenga piedad de ti y te multiplique como prometió bajo juramento a tus padres,
19 a condición de que escuches la voz de Yahveh tu Dios guardando todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy y haciendo lo que es justo a los ojos de Yahveh tu Dios.
 
Deuteronomio 14
1 Hijos sois de Yahveh vuestro Dios. No os haréis incisión ni tonsura entre los ojos por un muerto.
2 Porque tú eres un pueblo consagrado a Yahveh tu Dios, y Yahveh te ha escogido para que seas el pueblo de su propiedad personal entre todos los pueblos que hay sobre la haz de la tierra.
3 No comerás nada que sea abominable.
4 Estos son los animales que podréis comer: buey, carnero, cabra,
5 ciervo, gacela, gamo, cabra montés, antílope, búfalo, gamuza.
6 Y todo animal de pezuña partida, hendida en dos mitades, y que rumia, lo podéis comer.
7 Sin embargo, entre los que rumian y entre los animales de pezuña partida y hendida no podréis comer los siguientes: el camello, la liebre y el damán, que rumian pero no tienen la pezuña hendida; los tendréis por impuros.
8 Tampoco el cerdo, que tiene la pezuña partida y hendida, pero no rumia; lo tendréis por impuro. No comeréis su carne ni tocaréis su cadáver.
9 De entre todo lo que vive en el agua, podéis comer lo siguiente: todo lo que tiene aletas y escamas lo podéis comer.
10 Pero no comeréis lo que no tiene aletas y escamas: lo tendréis por impuro.
11 Podéis comer toda ave pura,
12 pero las siguientes no las podéis comer: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina,
13 el buitre, las diferentes especies de halcón,
14 todas las especies de cuervo,
15 el avestruz, la lechuza, la gaviota y las diferentes especies de gavilanes,
16 el búho, el ibis, el cisne,
17 el pelícano, el calamón, el somormujo,
18 la cigüeña, las diferentes especies de garza real, la abubilla y el murciélago.
19 Tendréis por impuro todo bicho alado, no lo comeréis.
20 Podéis comer todo volátil puro.
21 No comeréis ninguna bestia muerta. Se la darás al forastero que vive en tus ciudades para que él la coma, o bien véndesela a un extranjero. Porque tú eres un pueblo consagrado a Yahveh tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.
22 Cada año deberás apartar el diezmo de todo lo que tus sementeras hayan producido en tus campos,
23 y, en presencia de Yahveh tu Dios, en el lugar que él haya elegido para morada de su nombre, comerás el diezmo de tu trigo, de tu mosto y de tu aceite, así como los primogénitos de tu ganado mayor y menor; a fin de que aprendas a temer siempre a Yahveh tu Dios.
24 Si el camino es demasiado largo para ti, si no puedes transportarlo porque el lugar elegido por Yahveh para morada de su nombre te cae demasiado lejos, cuando Yahveh tu Dios te haya bendecido,
25 lo cambiarás por dinero, llevarás el dinero en tu mano e irás al lugar elegido por Yahveh tu Dios;
26 allí emplearás este dinero en todo lo que desees, ganado mayor o menor, vino o bebida fermentada, todo lo que tu alma apetezca. Comerás allí en presencia de Yahveh tu Dios y te regocijarás, tú y tu casa.
27 Y no abandonarás al levita que vive en tus ciudades, ya que él no tiene parte ni heredad contigo.
28 Cada tres años apartarás todos los diezmos de tus cosechas de ese año y los depositarás a tus puertas.
29 Vendrán así el levita - ya que él no tiene parte ni heredad contigo - el forastero, el huérfano y la viuda que viven en tus ciudades, y comerán hasta hartarse. Y Yahveh tu Dios te bendecirá en todas las obras que emprendas.
 
Deuteronomio 15
1 Cada siete años harás remisión.
2 En esto consiste la remisión. Todo acreedor que posea una prenda personal obtenida de su prójimo, le hará remisión; no apremiará a su prójimo ni a su hermano, si se invoca la remisión en honor de Yahveh.
3 Podrás apremiar al extranjero, pero a tu hermano le concederás la remisión de lo que te debe.
4 Cierto que no debería haber ningún pobre junto a ti, porque Yahveh te otorgará su bendición en la tierra que Yahveh tu Dios te da en herencia para que la poseas,
5 pero sólo si escuchas de verdad la voz de Yahveh tu Dios cuidando de poner en práctica todos estos mandamientos que yo te prescribo hoy.
6 Sí, Yahveh tu Dios te bendecirá como te ha dicho: prestarás a naciones numerosas, y tú no pedirás prestado, dominarás a naciones numerosas, y a ti no te dominarán.
7 Si hay junto a ti algún pobre de entre tus hermanos, en alguna de las ciudades de tu tierra que Yahveh tu Dios te da, no endurecerás tu corazón ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre,
8 sino que le abrirás tu mano y le prestarás lo que necesite para remediar su indigencia.
9 Cuida de no abrigar en tu corazón estos perversos pensamientos: «Ya pronto llega el año séptimo, el año de la remisión», para mirar con malos ojos a tu hermano pobre y no darle nada; él apelaría a Yahveh contra ti y te cargarías con un pecado.
10 Cuando le des algo, se lo has de dar de buena gana, que por esta acción te bendecirá Yahveh, tu Dios en todas tus obras y en todas tus empresas.
11 Pues no faltarán pobres en esta tierra; por eso te doy yo este mandamiento: debes abrir tu mano a tu hermano, a aquel de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra.
12 Si tu hermano hebreo, hombre o mujer, se vende a ti, te servirá durante seis años y al séptimo le dejarás libre.
13 Al dejarle libre, no le mandarás con las manos vacías;
14 le harás algún presente de tu ganado menor, de tu era y de tu lagar; le darás según como te haya bendecido Yahveh tu Dios.
15 Recordarás que tu fuiste esclavo en el país de Egipto y que Yahveh tu Dios te rescató: por eso te mando esto hoy.
16 Pero si él te dice: «No quiero marcharme de tu lado», porque te ama, a ti y a tu casa, porque le va bien contigo,
17 tomarás un punzón, le horadarás la oreja contra la puerta, y será tu siervo para siempre. Lo mismo harás con tu sierva.
18 No se te haga demasiado duro el dejarle en libertad, porque el haberte servido seis años vale por un doble salario de jornalero. Y Yahveh tu Dios te bendecirá en todo lo que hagas.
19 Todo primogénito que nazca en tu ganado mayor o menor, si es macho, lo consagraras a Yahveh tu Dios. No someterás al trabajo al primogénito de tu vaca ni esquilarás al primogénito de tu oveja.
20 Lo comerás, tú y tu casa, cada año, en presencia de Yahveh tu Dios, en el lugar elegido por Yahveh.
21 Si tiene alguna tara, si es cojo o ciego o con algún otro defecto grave, no lo sacrificarás a Yahveh tu Dios.
22 Lo comerás en tus ciudades, lo mismo el puro que el impuro, como si fuese gacela o ciervo;
23 sólo la sangre no la comerás; la derramarás en tierra como agua.
 

Marcos 15
1 Pronto, al amanecer, prepararon una reunión los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y todo el Sanedrín y, después de haber atado a Jesús, le llevaron y le entregaron a Pilato.
2 Pilato le preguntaba: «¿Eres tú el Rey de los judíos?» El le respondió: «Sí, tú lo dices.»
3 Los sumos sacerdotes le acusaban de muchas cosas.
4 Pilato volvió a preguntarle: «¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan.»
5 Pero Jesús no respondió ya nada, de suerte que Pilato estaba sorprendido.
6 Cada Fiesta les concedía la libertad de un preso, el que pidieran.
7 Había uno, llamado Barrabás, que estaba encarcelado con aquellos sediciosos que en el motín habían cometido un asesinato.
8 Subió la gente y se puso a pedir lo que les solía conceder.
9 Pilato les contestó: «¿Queréis que os suelte al Rey de los judíos?»
10 (Pues se daba cuenta de que los sumos sacerdotes le habían entregado por envidia.)
11 Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente a que dijeran que les soltase más bien a Barrabás.
12 Pero Pilato les decía otra vez: «Y ¿qué voy a hacer con el que llamáis el Rey de los judíos?»
13 La gente volvió a gritar: «¡Crucifícale!»
14 Pilato les decía: «Pero ¿qué mal ha hecho?» Pero ellos gritaron con más fuerza: «Crucifícale!»
15 Pilato, entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado.
16 Los soldados le llevaron dentro del palacio, es decir, al pretorio y llaman a toda la cohorte.
17 Le visten de púrpura y, trenzando una corona de espinas, se la ciñen.
18 Y se pusieron a saludarle: «¡Salve, Rey de los judíos!»
19 Y le golpeaban en la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él.
20 Cuando se hubieron burlado de él, le quitaron la púrpura, le pusieron sus ropas y le sacan fuera para crucificarle.
21 Y obligaron a uno que pasaba, a Simón de Cirene, que volvía del campo, el padre de Alejandro y de Rufo, a que llevara su cruz.
22 Le conducen al lugar del Gólgota, que quiere decir: Calvario.
23 Le daban vino con mirra, pero él no lo tomó.
24 Le crucifican y se reparten sus vestidos, echando a suertes a ver qué se llevaba cada uno.
25 Era la hora tercia cuando le crucificaron.
26 Y estaba puesta la inscripción de la causa de su condena: «El Rey de los judíos.»
27 Con él crucificaron a dos salteadores, uno a su derecha y otro a su izquierda.
29 Y los que pasaban por allí le insultaban, meneando la cabeza y diciendo: «¡Eh, tú!, que destruyes el Santuario y lo levantas en tres días,
30 ¡sálvate a ti mismo bajando de la cruz!»
31 Igualmente los sumos sacerdotes se burlaban entre ellos junto con los escribas diciendo: «A otros salvó y a sí mismo no puede salvarse.
32 ¡El Cristo, el Rey de Israel!, que baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos.» También le injuriaban  los que con él estaban crucificados.
33 Llegada la hora sexta, hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.
34 A la hora nona gritó Jesús con fuerte voz: = «Eloí, Eloí, ¿lema sabactaní?», - que quiere decir - = «¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» =
35 Al oír esto algunos de los presentes decían: «Mira, llama a Elías.»
36 Entonces uno fue corriendo a empapar una esponja en vinagre y, sujetándola a una caña, le ofrecía de beber, diciendo: «Dejad, vamos a ver si viene Elías a descolgarle.»
37 Pero Jesús lanzando un fuerte grito, expiró.
38 Y el velo del Santuario se rasgó en dos, de arriba abajo.
39 Al ver el centurión, que estaba frente a él, que había expirado de esa manera, dijo: «Verdaderamente este hombre  era Hijo de Dios.»
40 Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas, María Magdalena, María la madre de Santiago el menor y de Joset, y Salomé,
41 que le seguían y le servían cuando estaba en Galilea, y otras muchas que habían subido con él a Jerusalén.
42 Y ya al atardecer, como era la Preparación, es decir, la víspera del sábado,
43 vino José de Arimatea, miembro respetable del Consejo, que esperaba también el Reino de Dios, y tuvo la valentía  de entrar donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús.
44 Se extraño Pilato de que ya estuviese muerto y, llamando al centurión, le preguntó si había muerto hacía tiempo.
45 Informado por el centurión, concedió el cuerpo a José,
46 quien, comprando una sábana, lo descolgó de la cruz, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro que estaba  excavado en roca; luego, hizo rodar una piedra sobre la entrada del sepulcro.
47 María Magdalena y María la de Joset se fijaban dónde era puesto.

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...