lunes, 13 de noviembre de 2017

Josué 13-15; Lucas 7

Josué 13
1 Josué era ya viejo y entrado en años. Yahveh le dijo: «Eres viejo y entrado en años, y queda todavía muchísima tierra por conquistar.
2 Esta es la tierra que queda: «Todos los distritos de los filisteos y todo lo de los guesuritas;
3 desde Sijor, que esta al lado de Egipto, hasta el límite de Ecron por el norte, es considerado como de los cananeos. Los cinco tiranos de los filisteos son el de Gaza, el de Asdod, el de Ascalón, el de Gat y el de Ecrón. Los avitas
4 están al sur. Todo el país de los cananeos, y Mearah, que es de los sidonios, hasta Afeqá y hasta la frontera de los amorreos;
5 luego el país de los guiblitas con todo el Líbano hacia la salida del sol, desde Baal Gad, al pie del monte Hermón, hasta la Entrada de Jamat.
6 «Yo arrojaré de la presencia de los israelitas a todos los habitantes de la montaña, desde el Líbano hasta Misrefot al occidente: a todos los sidonios. Tú solamente reparte por suertes la tierra como heredad entre los israelitas, según te he ordenado.
7 Reparte ya esta tierra como heredad entre las nueve tribus y la media tribu de Manasés: se la darás desde el Jordán hasta el mar Grande de occidente; el mar Grande será su límite.»
8 La otra media tribu de Manasés, junto con los rubenitas y los gaditas, había recibido ya la parte de la heredad que Moisés les había dado al lado oriental del Jordán, como Moisés, siervo de Yahveh, les había dado:
9 la tierra desde Aroer, que está a orillas del torrente Arnón, y la ciudad que está en medio de la vaguada: y toda la llanura desde Medbá hasta Dibón;
10 todas las ciudades de Sijón, rey de los amorreos, que había reinado en Jesbón, hasta la frontera de los ammonitas.
11 Además, Galaad y el territorio de los guesuritas y los maakatitas con toda la montaña del Hermón y todo Basán hasta Salká;
12 y dentro de Basán todo el reino de Og, que había reinado en Astarot y en Edreí, y era último residuo de los Refaím. Moisés los había batido y desposeído.
13 Pero los israelitas no desposeyeron ni a los guesuritas ni a los maakatitas, de manera que Guesur y Maaká siguen  todavía hoy habitando en medio de Israel.
14 La tribu de Leví fue la única a la que no se dio heredad: Yahveh, Dios de Israel, fue su heredad, como se lo había dicho.
15 Moisés había dado a la tribu de los hijos de Rubén una parte por clanes.
16 Su territorio fue desde Aroer, que está a orillas del torrente Arnón, incluida la ciudad que está en medio de la vaguada, y todo el llano hasta Medbá;
17 Jesbón con todas las ciudades situadas en el llano: Dibón, Bamot, Baal, Bet Baal Meón,
18 Yahás, Quedemot, Mefaat,
19 Quiryatáyim, Sibmá, y Seret Hassajar, en el monte del valle;
20 Bet Peor, las laderas del Pisgá, Bet Hayesimot,
21 todas las ciudades del llano y todo el reino de Sijón, rey de los amorreos, que reinó en Jesbón y a quien venció Moisés, igual que a los príncipes de Madián: Eví, Réquem, Sur, Jur, Rebá, vasallos de Sijón, que habitaban en el país.
22 Al adivino Balaam, hijo de Beor, los israelitas lo habían pasado a cuchillo con otras víctimas.
23 Así el territorio de los rubenitas llegaba hasta el Jordán. Esta fue la heredad de los hijos de Rubén por clanes: las ciudades y sus aldeas.
24 A la tribu de Gad, a los hijos de Gad, había dado Moisés una parte conforme a sus clanes.
25 Su territorio fue Yazer, todas las ciudades de Galaad, la mitad del país de los ammonitas hasta Aroer, que está enfrente de Rabbá,
26 y desde Jesbón hasta Ramat Hammispá y Betonim, y desde Majanáyim hasta el territorio de Lo Debar;
27 y en el valle: Bet Jaram, Bet Nimrá, Sukkot, Safón - el resto del reino de Sijón, rey de Jesbón -, el Jordán y el territorio hasta la punta del mar de Kinnéret, al lado oriental del Jordán.
28 Esta fue la heredad de los hijos de Gad por clanes: las ciudades y sus aldeas.
29 A la media tribu de Manasés le había dado Moisés una parte conforme a sus clanes.
30 Su territorio comprendía, desde Majanáyim, todo el Basán, todos los Aduares de Yaír en Basán: sesenta ciudades;
31 la mitad de Galaad, Astarot y Edreí, ciudades del reino de Og en Basán. Pasaron a ser de los hijos de Makir, hijo de Manasés, de la mitad de los hijos de Makir por clanes.
32 Esto fue lo que repartió en heredad Moisés en las Estepas de Moab, al otro lado del Jordán, al oriente de Jericó.
33 Pero Moisés no dio heredad a la tribu de Leví: Yahveh, el Dios de Israel, es su heredad, como se lo había dicho.
 
Josué 14
1 Esto es lo que recibieron como heredad los israelitas en el país de Canaán, lo que les repartieron como heredad el sacerdote Eleazar y Josué, hijo de Nun, y los cabezas de familia de las tribus de Israel.
2 El reparto para las nueve tribus de Israel y la media tribu se hizo a suertes, como Yahveh había ordenado por medio de Moisés.
3 Porque Moisés había dado su heredad a las dos tribus y media de Transjordania sin dar a los levitas heredad entre ellas.
4 Pues los hijos de José vinieron a formar dos tribus: Manasés y Efraím, pero a los levitas no se les dio ninguna parte en el territorio sino sólo ciudades para residir, con los pastos correspondientes para sus ganados y su hacienda.
5 Como Yahveh había mandado a Moisés, así hicieron los israelitas en el reparto de la tierra.
6 Se acercaron los hijos de Judá a Josué en Guilgal, y Caleb, hijo de Yefunné el quenizita, le dijo: «Ya sabes lo que le dijo Yahveh a Moisés, el hombre de Dios, de ti y de mí en Cadés Barnea.
7 Cuarenta años tenía yo cuando Moisés, siervo de Yahveh, me envió de Cadés Barnea a explorar esta tierra y yo le di un informe con toda sinceridad.
8 Los hermanos que habían subido conmigo desanimaron al pueblo, pero yo me mantuve fiel a Yahveh mi Dios.
9 Aquel día Moisés hizo este juramento: “Te juro que la tierra que ha hollado tu pie será heredad tuya y de tus hijos para siempre. Porque has sido fiel a Yahveh mi Dios.”
10 Pues ahora mira cómo Yahveh me ha conservado con vida según lo prometió. Hace 45 años que Yahveh le dijo esto a Moisés, cuando Israel iba por el desierto, y ahora tengo 85 años.
11 Todavía estoy tan fuerte como el día en que Moisés me envió. Conservo todo mi vigor de entonces para combatir y para ir y venir.
12 Dame ya esta montaña que me prometió Yahveh aquel día. Ya entonces supiste que hay en ella anaquitas y ciudades  grandes y fuertes. Si Yahveh está conmigo, los expulsaré, como me prometió Yahveh.»
13 Josué bendijo a Caleb, hijo de Yefunné, y le dio Hebrón por heredad.
14 Por eso Hebrón sigue siendo hasta el día de hoy heredad de Caleb, hijo de Yefunné el quenizita, por haber sido fiel a Yahveh, Dios de Israel.
15 El nombre primitivo de Hebrón era Quiryat Arbá. Arbá era el hombre más alto entre los anaquitas. Y el país vivió en paz tras la guerra.
 
Josué 15
1 La suerte que tocó a la tribu de los hijos de Judá conforme a sus clanes cayó hacia la frontera de Edom, desde el desierto de Sin hacia el mediodía hasta Cadés en el extremo sur.
2 Su límite meridional partía del extremo del mar de la Sal, desde la lengua que da hacia el sur;
3 luego se dirigía por el sur de la subida de los Escorpiones, pasaba hacia Sin y subía por el sur de Cadés Barnea; pasando por Jesrón, subía hacia Adar y volvía a Carcá;
4 pasaba por Asmón, iba hacia el torrente de Egipto y venía a salir al mar. Esa será vuestra frontera por el sur.
5 Al oriente el límite era el mar de la Sal hasta la desembocadura del Jordán. La frontera por el lado norte partía de la lengua de mar que hay en la desembocadura del Jordán.
6 El límite subía a Bet Joglá, pasaba al norte de Bet Haarabá y subía hasta la Peña de Boján, hijo de Rubén.
7 El límite subía desde el valle de Akor hasta Debir y volvía al norte hacia el círculo de piedras que hay enfrente de la subida de Adummim, que está al sur del Torrente. El límite pasaba hacia las aguas de En Semes y venía a salir a En Roguel.
8 Subía después por el valle de Ben Hinnom, por el sur, al Hombro del Jebuseo, es decir, Jerusalén; subía el límite por el oeste a la cima del monte que hay frente al valle de Hinnom, al extremo norte del valle de los Refaím.
9 El límite torcía de la cumbre del monte hacia la fuente de agua de Neftoaj y seguía hacia las ciudades del monte  Efrón para torcer en dirección a Baalá, o sea, Quiryat Yearim.
10 De Baalá, el límite doblaba por el oeste hacia el monte Seír y, pasando por la vertiente norte del monte Yearim, o sea Kesalón, bajaba a Bet Semes, pasaba a Timná,
11 iba hacia el lado norte de Ecrón, doblaba hacia Sikkarón, pasaba por el monte de Baalá, salía por Yabneel. La frontera terminaba en el mar.
12 El límite occidental era el mar Grande. Este era el límite que rodeaba el territorio de los hijos de Judá por clanes.
13 A Caleb, hijo de Yefunné, se le dio una parte entre los hijos de Judá, según la orden de Yahveh a Josué: Quiryat Arbá, la ciudad del padre de Anaq, que es Hebrón.
14 Caleb echó de allí a los tres hijos de Anaq: Sesay, Ajimán y Talmay, descendientes de Anaq.
15 De allí se dirigió hacia los habitantes de Debir, que antiguamente se llamaba Quiryat Séfer.
16 Entonces dijo Caleb: «Al que derrote a Quiryat Séfer y la tome, le daré mi hija Aksá por mujer.»
17 El que la tomó fue Otniel, hijo de Quenaz, hermano de Caleb, y éste le dio su hija Aksá por mujer.
18 Cuando iba a casa de su marido, éste le incitó a que pidiera a su padre un campo; ella se apeó del asno y Caleb le preguntó: «¿Qué quieres?»
19 Ella respondió: «Hazme un regalo; ya que me has dado el desierto de Négueb, dame fuentes de agua.» Y él le dio las fuentes de arriba y las fuentes de abajo.
20 Esta fue la heredad de la tribu de los hijos de Judá por clanes.
21 Ciudades fronterizas de la tribu de los hijos de Judá, hacia la frontera de Edom en el Négueb: Cabseel, Eder, Yagur,
22 Quiná, Dimón, Adadá,
23 Quedes, Jasor Yitnam,
24 Zif, Télem, Bealot,
25 Jasor Jadattá, Queriyyot Jesrón (que es Jasor),
26 Amam, Semá, Moladá,
27 Jasar Gaddá, Jesmón, Bet Pélet,
28 Jasar Sual, Berseba y sus filiales,
29 Baalá, Iyyim, Esem,
30 Eltolad, Kesil, Jormá,
31 Siquelag, Madmanná, Sansanná,
32 Lebaot, Siljim, Ayin y Rimmón. En total veintinueve ciudades con sus aldeas.
33 En la Tierra Baja: Estaol, Sorá, Asná,
34 Zanoaj, En Gannim, Tappuaj, Enam,
35 Yarmut, Adullam, Sokó, Azecá,
36 Saaráyim, Aditáyim, Hag Guederá, Guederotáyim: catorce ciudades con sus aldeas.
37 Senán, Jadasá, Migdal Gad,
38 Dilán, Ham Mispé, Yoqteel,
39 Lakís, Boscat, Eglón,
40 Kabbón, Lajmás, Kitlís,
41 Guederot, Bet Dagón, Naamá, Maquedá: dieciséis ciudades con sus aldeas.
42 Libná, Eter, Asán,
43 Iftaj, Asná, Nesib,
44 Queilá, Akzib, Maresá: nueve ciudades con sus aldeas.
45 Ecrón con sus filiales y aldeas.
46 De Ecrón hasta el mar, todo lo que está al lado de Asdod con sus aldeas.
47 Asdod con sus filiales y aldeas, Gaza con sus filiales y aldeas hasta el Torrente de Egipto, limitando con el mar Grande.
48 En la montaña: Samir, Yattir, Sokó,
49 Danná, Quiryat, Sanná, que es Debir,
50 Anab, Estemoa, Anim,
51 Gosen, Jolón, Guiló: once ciudades y sus aldeas.
52 Arab, Dumá, Esan,
53 Yanum, Bet Tappuaj, Afeqá,
54 Jumtá, Quiryat Arbá, que es Hebrón, Sior: nueve ciudades y sus aldeas.
55 Maón, Carmelo, Zif, Yuttá,
56 Yizreel, Yoqdeam, Zanoaj,
57 Haqcayim, Guibeá y Timná: diez ciudades con sus aldeas.
58 Jaljul, Bet Sur, Guedor,
59 Maarat, Bet Anot, Eltecón: seis ciudades con sus aldeas. Técoa, Efratá, que es Belén, Peor, Etam, Culón, Tatam, Sores, Karem, Gallim, Béter, Manaj: once ciudades con sus aldeas.
60 Quiryat Baal, que es Quiryat Yearim, y Harabbá: dos ciudades con sus aldeas.
61 En el desierto: Bet Haarabá, Middin, Sekaká,
62 Nibsán, la ciudad de la Sal y Engadí: seis ciudades con sus aldeas.
63 Pero los hijos de Judá no pudieron echar a los jebuseos que ocupaban Jerusalén. Por eso los jebuseos siguen habitando en Jerusalén junto a los hijos de Judá hasta el día de hoy.
 

Lucas 7
1 Cuando hubo acabado de dirigir todas estas palabras al pueblo, entró en Cafarnaúm.
2 Se encontraba mal y a punto de morir un siervo de un centurión, muy querido de éste.
3 Habiendo oído hablar de Jesús, envió donde él unos ancianos de los judíos, para rogarle que viniera y salvara a su siervo.
4 Estos, llegando donde Jesús, le suplicaban insistentemente diciendo: «Merece que se lo concedas,
5 porque ama a nuestro pueblo, y él mismo nos ha edificado la sinagoga.»
6 Iba Jesús con ellos y, estando ya no lejos de la casa, envió el centurión a unos amigos a decirle: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo,
7 por eso ni siquiera me consideré digno de salir a tu encuentro. Mándalo de palabra, y quede sano mi criado.
8 Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: “Vete”, y va; y a otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.»
9 Al oír esto Jesús, quedó admirado de él, y volviéndose dijo a la muchedumbre que le seguía: «Os digo que ni en Israel he encontrado una fe tan grande.»
10 Cuando los enviados volvieron a la casa, hallaron al siervo sano.
11 Y sucedió que a continuación se fue a una ciudad llamada Naím, e iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre.
12 Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda, a la que acompañaba mucha gente de la ciudad.
13 Al verla el Señor, tuvo compasión de ella, y le dijo: «No llores.»
14 Y, acercándose, tocó el féretro. Los que lo llevaban se pararon, y él dijo: «Joven, a ti te digo: Levántate.»
15 El muerto se incorporó y se puso a hablar, y él = se lo dio a su madre. =
16 El temor se apoderó de todos, y glorificaban a Dios, diciendo: «Un gran profeta se ha levantado entre nosotros», y «Dios ha visitado a su pueblo».
17 Y lo que se decía de él, se propagó por toda Judea y por toda la región circunvecina.
18 Sus discípulos llevaron a Juan todas estas noticias. Entonces él, llamando a dos de ellos,
19 los envió a decir al Señor: «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?»
20 Llegando donde él aquellos hombres, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a decirte: ¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?»
21 En aquel momento curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vista a muchos ciegos.
22 Y les respondió: «Id y contad a Juan lo que habéis visto y oído: Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos  quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva;
23 ¡y dichoso aquel que no halle escándalo en mí!»
24 Cuando los mensajeros de Juan se alejaron, se puso a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?
25 ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? ¡No! Los que visten magníficamente y viven con molicie están en los palacios.
26 Entonces, ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta.
27 Este es de quien está escrito: = He aquí que envío mi mensajero delante de ti, que preparará por delante tu camino. =
28 «Os digo: Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él.
29 Todo el pueblo que le escuchó, incluso los publicanos, reconocieron la justicia de Dios, haciéndose bautizar con  el bautismo de Juan.
30 Pero los fariseos y los legistas, al no aceptar el bautismo de él, frustraron el plan de Dios sobre ellos.
31 «¿Con quién, pues, compararé a los hombres de esta generación? Y ¿a quién se parecen?
32 Se parecen a los chiquillos que están sentados en la plaza y se gritan unos a otros diciendo: “Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado, os hemos entonando endechas, y no habéis llorado.”
33 «Porque ha venido Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decís: “Demonio tiene.”
34 Ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: “Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos  y pecadores.”
35 Y la Sabiduría se ha acreditado por todos sus hijos.»
36 Un fariseo le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa.
37 Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un  frasco de alabastro de perfume,
38 y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume.
39 Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: «Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora.»
40 Jesús le respondió: «Simón, tengo algo que decirte.» El dijo: «Di, maestro.»
41 Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta.
42 Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. ¿Quién de ellos le amará más?»
43 Respondió Simón: «Supongo que aquel a quien perdonó más.» El le dijo: «Has juzgado bien»,
44 y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: «¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos.
45 No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies.
46 No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume.
47 Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra.»
48 Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados.»
49 Los comensales empezaron a decirse para sí: «¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?»
50 Pero él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz.»

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...