miércoles, 6 de diciembre de 2017

1 Samuel 28-31; Juan 1

1 Samuel 28
1 Por aquellos días reunieron los filisteos sus tropas para ir a la guerra contra Israel; Akís dijo a David: «Bien  sabes que debes venir a la guerra conmigo, tú y tus hombres.»
2 Respondió David a Akís: «Ahora vas a saber bien lo que va a hacer tu servidor.» Dijo Akís a David: «Con seguridad te haré mi guardia personal para siempre.»
3 Samuel había muerto, todo Israel le había llorado y fue sepultado en Ramá, su ciudad. Saúl había echado del país a los nigromantes y adivinos.
4 Habiéndose reunido los filisteos vinieron a acampar en Sunem. Reunió Saúl a todo Israel y acampó en Gelboé.
5 Vio Saúl el campamento de los filisteos y tuvo miedo, temblando sobremanera su corazón.
6 Consultó Saúl a Yahveh, pero Yahveh no le respondió ni por sueños ni por los = urim =, ni por los profetas.
7 Dijo Saúl a sus servidores: «Buscadme una nigromante para que vaya a consultarla.» Dijéronle sus servidores: « Aquí mismo, en Endor, hay una nigromante.»
8 Se disfrazó Saúl poniéndose otras ropas y fue con dos de sus hombres; llegó donde la mujer de noche y dijo: «Adivíname por un muerto y evócame el que yo te diga.»
9 La mujer le respondió: «Bien sabes lo que hizo Saúl, que suprimió de esta tierra a los nigromantes y adivinos.  ¿Por qué tiendes un lazo a mi vida para hacerme morir?»
10 Saúl juró por Yahveh diciendo: «¡Vive Yahveh! Ningún castigo te vendrá por este hecho.»
11 La mujer dijo: «¿A quién debo invocar para ti?» Respondió: «Evócame a Samuel.»
12 Vio entonces la mujer a Samuel y lanzó un gran grito. Dijo la mujer a Saúl: «¿Por qué me has engañado? ¡Tú eres Saúl¡»
13 El rey le dijo: «No temas, pero ¿qué has visto?» La mujer respondió a Saúl: «Veo un espectro que sube de la tierra.»
14 Saúl le preguntó: «¿Qué aspecto tiene?» Ella respondió: «Es un hombre anciano que sube envuelto en su manto.» Comprendió Saúl que era Samuel y cayendo rostro en tierra se postró.
15 Samuel dijo a Saúl: «¿Por qué me perturbas evocándome?» Respondió Saúl: «Estoy en grande angustia; los filisteos mueven guerra contra mí, Dios se ha apartado de mí y ya no me responde ni por los profetas ni en sueños. Te he llamado para que me indiques lo que debo hacer.»
16 Dijo Samuel: «¿Para qué me consultas si Yahveh se ha separado de ti y se ha pasado a otro?
17 Yahveh te ha cumplido lo que dijo por mi boca: ha arrancado Yahveh el reino de tu mano y se lo ha dado a otro, a David,
18 porque no oíste la indignación de su ira contra Amalec. Por eso te trata hoy Yahveh de esta manera.
19 También a Israel entregará Yahveh en manos de los filisteos. Mañana tú y tus hijos estaréis conmigo. Yahveh ha entregado también el ejército de Israel en manos de los filisteos.»
20 Al instante Saúl cayó en tierra cuan largo era. Estaba aterrado por las palabras de Samuel: se hallaba, además, sin fuerzas, porque no había comido nada en todo el día y toda la noche.
21 Acercóse la mujer donde Saúl, y viendo que estaba tan conturbado, le dijo: «Tu sierva ha escuchado tu voz y he puesto mi vida en peligro por obedecer las órdenes que me diste.
22 Escucha, pues, tú también la voz de tu sierva y permíteme que te sirva un bocado de pan para que comas y tengas fuerzas para ponerte en camino.»
23 Saúl se negó diciendo: «No quiero comer.» Pero sus servidores, a una con la mujer, le insistieron hasta que accedió. Se levantó del suelo y se sentó en el diván.
24 Tenía la mujer en casa un ternero cebado y se apresuró a degollarlo. Tomó harina, la amasó y coció unos ázimos.
25 Lo sirvió a Saúl y sus servidores, comieron y levantándose se marcharon aquella misma noche.
 
1 Samuel 29
1 Los filisteos concentraron todo su ejército en Afeq, mientras que los israelitas acamparon en la fuente que hay en Yizreel.
2 Los tiranos de los filisteos marcharon al frente de las centurias y millares; David y sus hombres marchaban a retaguardia con Akís.
3 Dijeron los jefes de los filisteos: «¿Qué hacen estos hebreos?» Akís respondió a los jefes de los filisteos: « Es David, el servidor de Saúl, el rey de Israel; ha estado conmigo un año o dos y no he hallado nada contra él desde el día en que vino a mí hasta hoy.»
4 Pero los tiranos de los filisteos se irritaron contra él y le dijeron: «Manda regresar a ese hombre y que se vuelva  al lugar que le señalaste. Que no baje con nosotros a la batalla, no sea que se vuelva contra nosotros durante la lucha. ¿Cómo se ganará éste el favor de su dueño mejor que con las cabezas de estos hombres?
5 No es éste David de quien cantaban en coro: Saúl mató sus millares y David sus miríadas?»
6 Akís llamó a David y le dijo: «! Vive Yahveh! que tú eres leal y me hubiera gustado que salieras y entraras conmigo en el campamento, pues nada malo he hallado en ti desde el día en que viniste a mí hasta hoy, pero no eres  bien visto por los tiranos.
7 Ahora vuélvete y vete en paz, y así no harás nada malo a los ojos de los tiranos de los filisteos.»
8 David dijo a Akís: «¿Qué he hecho yo y qué has hallado en tu siervo, desde el día en que me puse a tu servicio hasta hoy, para que no pueda ir a luchar contigo contra los enemigos del rey, mi señor?»
9 Respondió Akís a David: «Bien sabes que me eres grato como un ángel de Dios; pero los tiranos filisteos han dicho: “No bajará al combate con nosotros.”
10 Levántate, pues, de mañana, con los servidores de tu señor que han venido contigo e id al sitio que os he asignado. No guardes resentimiento en tu corazón, porque me eres grato. Levantaos de mañana y partid en cuanto sea de día.»
11 David y sus hombres se levantaron temprano para partir por la mañana y volverse a la tierra de los filisteos. Los  filisteos por su parte subieron a Yizreel.
 
1 Samuel 30
1 Cuando David y sus hombres llegaron al tercer día a Siquelag, los amalecitas habían hecho una incursión contra el Négueb y contra Siquelag, y habían irrumpido en Siquelag incendiándola,
2 y llevándose las mujeres y cuanto allí había, pequeños y grandes. No mataron a nadie, sino que se los llevaron  cautivos y se fueron por su camino.
3 Cuando David y sus hombres llegaron a la ciudad, se encontraron con que estaba incendiada, y sus mujeres, sus hijos y sus hijas habían sido llevados.
4 David y las tropas que con él estaban alzaron su voz y lloraron hasta quedar sin aliento.
5 Habían sido llevadas las dos mujeres de David, Ajinoam de Yizreel y Abigaíl, mujer de Nabal de Carmelo.
6 David se hallaba en grave apuro porque la gente hablaba de apedrearlo, pues el alma de todo el pueblo estaba llena de amargura, cada uno por sus hijos y sus hijas. Pero David halló fortaleza en Yahveh su Dios.
7 Dijo David al sacerdote Abiatar, hijo de Ajimélek: «Acércame el efod.» Abiatar acercó el efod a David.
8 Consultó David a Yahveh diciendo: «¿Debo perseguir a esta banda? ¿Le daré alcance?» Le contestó: «Persíguela, porque de cierto la alcanzarás y librarás a los cautivos.»
9 Partió David con los seiscientos hombres que tenía y llegaron al torrente Besor.
10 Continuó David la persecución con cuatrocientos hombres, quedándose doscientos que estaban demasiado fatigados para atravesar el torrente Besor.
11 Encontraron en el campo a un egipcio y lo llevaron a David. Le dieron pan, que él comió, y agua para beber.
12 Diéronle también un trozo de pan de higos secos y dos racimos de pasas. Cuando hubo comido, recobró su espíritu, pues había estado tres días y tres noches sin comer pan ni beber agua.
13 David le preguntó: «¿A quién perteneces y de dónde eres?» Respondió: «Soy un muchacho egipcio, esclavo de un amalecita, pero mi dueño me abandonó porque me puse enfermo hace tres días.
14 Hemos hecho una incursión contra el Négueb de los kereteos y el de Judá y contra el Négueb de Caleb, incendiando  Siquelag.»
15 Díjole David: «¿Podrías guiarme hacia esa banda?» Respondió: «Júrame por Dios que no me matarás y que no me entregarás en manos de mi dueño, y te guiaré hacia esa banda.»
16 Les guió, y los hallaron desparramados por todo el campo, comiendo, bebiendo y bailando por el gran botín que habían  tomado en tierra de filisteos y en tierra de Judá.
17 David los batió desde el alba al anochecer; sólo se salvaron de entre ellos cuatrocientos jóvenes que montaron  en camellos y huyeron.
18 Salvó David todo lo que los amalecitas habían capturado. También rescató David a sus dos mujeres.
19 Nada les faltó, ni pequeño ni grande, ni el botín, ni sus hijos, ni sus hijas, ni nada de cuanto les habían capturado. David se llevó todo.
20 Tomaron todo el ganado mayor y menor y lo condujeron ante él diciendo: «Este es el botín de David.»
21 Llegó David donde los doscientos hombres que, demasiado fatigados para seguirle, se habían quedado en el torrente  Besor. Salieron al encuentro de David y de la gente que venía con él; se acercaron David y la tropa y les saludaron.
22 Pero todos los perversos y malvados de entre los hombres que habían ido con David, contestaron: «A los que no han  ido con nosotros no se les dará el botín que hemos salvado, sino sólo su mujer y sus hijos; que lo tomen y se vayan.»
23 David dijo: «No hagáis esto con lo que Yahveh nos ha concedido. Nos ha guardado y ha entregado en nuestras manos  a esa banda que vino contra nosotros.
24 ¿Quién os dará la razón en este caso? Porque: Esta es la parte del que baja a la batalla y ésta la parte del que se queda con la impedimenta. Se partirá por igual.»
25 Y desde aquel día en adelante lo estableció como decreto y norma para Israel, hasta el día de hoy.
26 Llegó David a Siquelag y envió parte del botín a los ancianos de Judá, según sus ciudades, diciendo: «Aquí tenéis un presente del botín tomado a los enemigos de Yahveh»,
27 a los de Betul, a los de Ramá del Négueb, a los de Yattir,
28  a los de Aroer, a los de Sifmot, a los de Estemoa,
29 a los de Carmelo, a los de las ciudades de Yerajmeel, a los de las ciudades de los quenitas,
30 a los de Jormá, a los de Bor Asan, a los de Eter,
31 a los de Hebrón y a todos los lugares por donde anduvo David con su gente.
 
1 Samuel 31
1 Trabaron batalla los filisteos contra Israel y huyeron los hombres de Israel ante los filisteos y cayeron heridos de muerte en el monte Gelboé.
2 Apretaron de cerca los filisteos a Saúl y a sus hijos y mataron los filisteos a Jonatán, Abinadab y Malki Súa, hijos de Saúl.
3 El peso de la batalla cargó sobre Saúl. Los arqueros tiraron sobre él y fue herido por ellos.
4 Dijo Saúl a su escudero:  «Saca tu espada y traspásame, no sea que lleguen esos incircuncisos y hagan mofa de mí », pero el escudero no quiso pues estaba lleno de temor. Entonces Saúl tomó la espada y se arrojó sobre ella.
5 Viendo el escudero que Saúl había muerto, se arrojó también sobre su espada y murió con él.
6 Así murieron aquel día juntamente Saúl y sus tres hijos y su escudero.
7 Cuando los hombres de Israel que estaban del lado frontero del valle y del otro lado del Jordán vieron que las tropas de Israel se daban a la fuga y que Saúl y sus hijos habían muerto, abandonaron sus ciudades y huyeron; vinieron los filisteos y se establecieron en ellas.
8 Al otro día vinieron los filisteos para despojar a los muertos y encontraron a Saúl y a sus tres hijos caídos en el monte Gelboé.
9 Cortaron su cabeza y le despojaron de sus armas que hicieron pasear a la redonda por el país de los filisteos para  anunciar la buena nueva a sus dioses y a su pueblo.
10 Depositaron sus armas en el templo de Astarté y colgaron su cuerpo de los muros de Bet San.
11 Supieron los habitantes de Yabés de Galaad lo que los filisteos habían hecho con Saúl,
12 se levantaron todos los valientes y caminando durante toda la noche, tomaron del muro de Bet San el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos y llevándolos a Yabés los quemaron allí.
13 Tomaron sus huesos y los sepultaron bajo el tamarisco de Yabés y ayunaron siete días.
 
EVANGELIO SEGÚN SAN JUAN  
Juan 1
1 En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios.
2 Ella estaba en el principio con Dios.
3 Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe.
4 En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres,
5 y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.
6 Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.
7 Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él.
8 No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.
9 La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
10 En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció.
11 Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
12 Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre;
13 la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios.
14 Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.
15 Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.»
16 Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia.
17 Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
18 A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.
19 Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: «¿Quién eres tú?»
20 El confesó, y no negó; confesó: «Yo no soy el Cristo.»
21 Y le preguntaron: «¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías?» El dijo: «No lo soy.» - «¿Eres tú el profeta?» Respondió: «No.»
22 Entonces le dijeron: «¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?»
23 Dijo él: «Yo soy = voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, = como dijo el profeta Isaías.»
24 Los enviados eran fariseos.
25 Y le preguntaron: «¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta?»
26 Juan les respondió: «Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis,
27 que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia.»
28 Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
29 Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él y dice: «He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.
30 Este es por quien yo dije: Detrás de mí viene un hombre, que se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.
31 Y yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel.»
32 Y Juan dio testimonio diciendo: «He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él.
33 Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: “Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu Santo.”
34 Y yo le he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios.»
35 Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos.
36 Fijándose en Jesús que pasaba, dice: «He ahí el Cordero de Dios.»
37 Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús.
38 Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: «¿Qué buscáis?» Ellos le respondieron: «Rabbí - que quiere decir, “Maestro” - ¿dónde vives?»
39 Les respondió: «Venid y lo veréis.» Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima.
40 Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús.
41 Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías» - que quiere decir, Cristo.
42 Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas» - que quiere decir, “Piedra”.
43 Al día siguiente, Jesús quiso partir para Galilea. Se encuentra con Felipe y le dice: «Sígueme.»
44 Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro.
45 Felipe se encuentra con Natanael y le dice: «Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret.»
46 Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?» Le dice Felipe: «Ven y lo verás.»
47 Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
48 Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?» Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
49 Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
50 Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.»
51 Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre  el Hijo del hombre.»

 
 

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...