sábado, 9 de diciembre de 2017

2 Samuel 7-9; Juan 2

2 Samuel 7
1 Cuando el rey se estableció en su casa y Yahveh le concedió paz de todos sus enemigos de alrededor,
2 dijo el rey al profeta Natán: «Mira; yo habito en una casa de cedro mientras que el arca de Dios habita bajo pieles.»
3 Respondió Natán al rey: «Anda, haz todo lo que te dicta el corazón, porque Yahveh está contigo.»
4 Pero aquella misma noche vino la palabra de Dios a Natán diciendo:
5 «Ve y di a mi siervo David: Esto dice Yahveh. ¿Me vas a edificar tú una casa para que yo habite?
6 No he habitado en una casa desde el día en que hice subir a los israelitas de Egipto hasta el día de hoy, sino  que he ido de un lado para otro en una tienda, en un refugio.
7 En todo el tiempo que he caminado entre todos los israelitas ¿he dicho acaso a uno de los jueces de Israel a los que mandé que apacentaran a mi pueblo Israel: “¿Por qué no me edificáis una casa de cedro?”
8 Ahora pues di esto a mi siervo David: Así habla Yahveh Sebaot: Yo te he tomado del pastizal, de detrás del rebaño, para que seas caudillo de mi pueblo Israel.
9 He estado contigo dondequiera has ido, he eliminado de delante de ti a todos tus enemigos y voy a hacerte un nombre grande como el nombre de los grandes de la tierra:
10 fijaré un lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré allí para que more en él; no será ya perturbado y los malhechores no seguirán oprimiéndole como antes,
11 en el tiempo en que instituí jueces en mi pueblo Israel; le daré paz con todos sus enemigos. Yahveh te anuncia que Yahveh te edificará una casa.
12 Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá  de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza.
13 (El constituirá una casa para mi Nombre y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre.)
14 Yo seré para él padre y él será para mí hijo. Si hace mal, le castigaré con vara de hombres y con golpes de hombres,
15 pero no apartaré de él mi amor, como lo aparté de Saúl a quien quité de delante de mí.
16 Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí; tu trono estará firme, eternamente.»
17 Natán habló a David según todas estas palabras y esta visión.
18 El rey David entró, y se sentó ante Yahveh y dijo: «¿Quien soy yo, señor mío Yahveh, y qué mi casa, que me has traído hasta aquí?
19 Y aun esto es poco a tus ojos, señor mío, Yahveh que hablas también a la casa de tu siervo para el futuro lejano... Señor Yahveh.
20 ¿Qué más podrá David añadir a estas palabras? Tú me tienes conocido, Señor Yahveh.
21 Has realizado todas estas grandes cosas según tu palabra y tu corazón, par dárselo a conocer a tu siervo.
22 Por eso eres grande, mi Señor Yahveh; nadie como tú, no hay Dios fuera de ti, como oyeron nuestros oídos.
23 ¿Qué otro pueblo hay en la tierra como tu pueblo Israel a quien un dios haya ido a rescatar para hacerle su pueblo, dándole renombre y haciendo en su favor grandes y terribles cosas, expulsando de delante de tu pueblo, al que rescataste de Egipto, a naciones y dioses extraños?
24 Tú te has constituido a tu pueblo Israel para que sea tu pueblo para siempre, y tú, Yahveh, eres su Dios.
25 Y ahora, Yahveh Dios, mantén firme eternamente la palabra que has dirigido a tu siervo y a su casa y haz según tu palabra.
26 Sea tu nombre por siempre engrandecido; que se diga: Yahveh Sebaot es Dios de Israel; y que la casa de tu siervo  David subsista en tu presencia,
27 ya que tú, Yahveh Sebaot, Dios de Israel, has hecho esta revelación a tu siervo diciendo: “yo te edificaré una casa”: por eso tu siervo ha encontrado valor para orar en tu presencia.
28 Ahora, mi Señor Yahveh, tú eres Dios, tus palabras son verdad y has prometido a tu siervo esta dicha;
29 dígnate, pues, bendecir la casa de tu siervo para que permanezca por siempre en tu presencia, pues tú mi Señor  Yahveh, has hablado y con tu bendición la casa de tu siervo será eternamente bendita.»
 
2 Samuel 8
1 Después de esto, batió David a los filisteos y los humilló; tomó David a Gat y sus dependencias de manos de los filisteos...
2 Batió también a los moabitas y los midió con la cuerda, haciendo que se echaran en tierra; midió dos cuerdas y los condenó a muerte, y una cuerda llena la dejó con vida. Los moabitas quedaron sometidos a David, pagando tributo.
3 David batió a Hadadézer, hijo de Rejob, rey de Sobá, cuando iba a imponerse su dominio en el Río.
4 David le apresó 1.700 hombres de carro y 20.000 de a pie y desjarretó toda la caballería de los carros reservando cien tiros.
5 Los arameos de Damasco vinieron en socorro de Hadadézer, rey de Sobá: pero David causó 22.000 bajas a los arameos.
6 Y estableció David gobernadores en Aram de Damasco. Los arameos quedaron sometidos a David, pagando tributo; Yahveh hizo triunfar a David por dondequiera que iba.
7 Tomó David los escudos de oro que llevaban los servidores de Hadadézer y los llevó a Jerusalén.
8 De Tebaj y de Berotay, ciudades de Hadadézer, tomó el rey una gran cantidad de bronce.
9 Tou, rey de Jamat, supo que David había derrotado a todas las fuerzas de Hadadézer,
10 y envió a su hijo Hadoram al rey David para saludarle y felicitarle por haber atacado y vencido a Hadadézer, ya que Tou estaba siempre en guerra con Hadadézer. Traía Hadoram vasos de plata, oro y bronce.
11 El rey David los consagró también a Yahveh, con la plata y el oro consagrado procedente de todos los pueblos sometidos,
12 de Edom, de Moab, de los ammonitas, de los filisteos, de Amalec y del botín de Hadadézer, hijo de Rejob, rey de Sobá.
13 David se hizo famoso cuando volvió de su victoria sobre los edomitas, en el valle de la Sal, en número de 18.000.
14 Puso gobernadores en Edom y todos los edomitas quedaron sometidos a David, y Yahveh hizo triunfar a David dondequiera  que iba.
15 Reinó David sobre todo Israel, administrando derecho y justicia a todo su pueblo.
16 Joab, hijo de Sarvia, era jefe del ejército, y Josafat, hijo de Ajilub, era el heraldo.
17 Sadoq, hijo de Ajitub, y Abiatar, hijo de Ajimélek, eran sacerdotes. Seraya era secretario,
18 Benaías, hijo de Yehoyadá, mandaba a los keretos y los peleteos. Los hijos de David eran sacerdotes.
 
2 Samuel 9
1 David preguntó: «¿Queda todavía algún hijo de la casa de Saúl? Quiero favorecerle por amor a Jonatán.
2 Tenía la familia de Saúl un siervo llamado Sibá. Le convocaron ante David y el rey le dijo: «¿Eres tú Sibá?» Respondió: «Tu siervo soy.»
3 Dijo el rey: «¿Queda alguien todavía de la casa de Saúl para que yo tenga con él una misericordia sin medida?» Sibá contestó al rey: «Vive todavía un hijo de Jonatán, tullido de pies.»
4 El rey le preguntó: «¿Dónde está?» Respondió Sibá al rey: «Esta en casa de Makir, hijo de Ammiel, en Lo Debar.»
5 Y el rey David mandó traerlo de la casa de Makir, hijo de Ammiel, de Lo Debar.
6 Llegó Meribbaal, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, adonde David y cayendo sobre su rostro se postró. David le dijo: «Meribbaal», y respondió: «Aquí tienes a tu siervo.»
7 David le dijo: «No temas, quiero favorecerte por amor de Jonatán, tu padre. Haré que te devuelvan todos los campos de tu padre Saúl, y tú comerás siempre a mi mesa.»
8 El se postró y dijo: «¿Qué es tu siervo, para que te fijes en un perro muerto como yo?»
9 Llamó el rey a Sibá, criado de Saúl, y le dijo: «Todo lo que pertenecía a Saúl y a toda su casa, se lo doy al hijo de tu señor.
10 Cultivarás para él la tierra tú, tus hijos y tus siervos, y se lo llevarás a la familia de tu señor para que pueda comer. Meribbaal, el hijo de tu señor, comerá siempre a mi mesa.» Tenía Sibá quince hijos y veinte siervos.
11 Respondió Sibá al rey: «Tu siervo hará todo lo que mi señor el rey ha mandado a su siervo.» Meribbaal comía a la mesa de David como uno de los hijos del rey.
12 Tenía Meribbaal un hijo pequeño, llamado Miká. Todos los que vivían en casa de Sibá eran siervos de Meribbaal.
13 Pero Meribbaal vivía en Jerusalén porque comía siempre a la mesa del rey. Estaba tullido de pies.
 

Juan 2
1 Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús.
2 Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos.
3 Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.»
4 Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.»
5 Dice su madre a los sirvientes: = «Haced lo que él os diga.» =
6 Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una.
7 Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba.
8 «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos lo llevaron.
9 Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían  sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio
10 y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.»
11 Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos.
12 Después bajó a Cafarnaúm con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.
13 Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
14 Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos.
15 Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero  de los cambistas y les volcó las mesas;
16 y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.»
17 Sus discípulos se acordaron de que estaba escrito: = El celo por tu Casa me devorará. =
18 Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «Qué señal nos muestras para obrar así?»
19 Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres días lo levantaré.»
20 Los judíos le contestaron: «Cuarenta y seis años se han tardado en construir este Santuario, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
21 Pero él hablaba del Santuario de su cuerpo.
22 Cuando resucitó, pues, de entre los muertos, se acordaron sus discípulos de que había dicho eso, y creyeron en la Escritura y en las palabras que había dicho Jesús.
23 Mientras estuvo en Jerusalén, por la fiesta de la Pascua, creyeron muchos en su nombre al ver las señales que realizaba.
24 Pero Jesús no se confiaba a ellos porque los conocía a todos
25 y no tenía necesidad de que se le diera testimonio acerca de los hombres, pues él conocía lo que hay en el hombre.

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...