domingo, 25 de febrero de 2018

2 Macebeos 13-15; Romanos 9

II Macabeos  13
 1 El año 149, los hombres de Judas se enteraron de que Antíoco Eupátor marchaba sobre Judea con numerosas tropas,
 2 y que con él venía Lisias, su tutor y encargado de los negocios, cada uno con un ejército griego de 110.000 infantes, 5.300 jinetes, veintidós elefantes y trescientos carros armados de hoces.
 3 También Menelao se unió a ellos e incitaba muy taimadamente a Antíoco, no por salvar a su patria, sino con la idea  de establecerse en el poder.

 4 Pero el Rey de reyes excitó la cólera de Antíoco contra aquel malvado; Lisias demostró al rey que aquel hombre  era el causante de todos los males, y Antíoco ordenó conducirle a Berea y darle allí muerte, según las  costumbres del lugar.
 5 Hay en aquel lugar una torre de cincuenta codos, llena de ceniza, provista de un dispositivo giratorio, en pendiente por todos los lados hacia la ceniza.
 6 Al reo de robo sacríleg o al que ha perpetrado algún otro crimen horrendo, lo suben allí y lo precipitan para su perdición.

 7 Y sucedió que con tal suplicio murió aquel inicuo Menelao que ni siquiera tuvo la suerte de encontrar la tierra que le recibiera.
 8 Y muy justamente fue así, pues, después de haber cometido muchos pecados contra el altar, cuyo fuego y ceniza eran sagrados, en la ceniza encontró la muerte.
 9 Marchaba, pues, el rey embargado de bárbaros sentimientos, dispuesto a mostrar a los judíos peores cosas que las sucedidas en tiempo de su padre.
 10 Al saberlo Judas mandó a la tropa que invocara al Señor día y noche, para que también en esta ocasión, como en otras, viniera en ayuda de los que estaban a punto de ser privados de la Ley, de la patria y del Templo santo,

 11 y no permitiera que aquel pueblo, que todavía hacía poco había recobrado el ánimo, cayera en manos de gentiles de mala fama.
 12 Una vez que todos juntos cumplieron la orden y suplicaron al Señor misericordioso con lamentaciones y ayunos y postraciones durante tres días seguidos, Judas les animó y les mandó que estuvieran preparados.
 13 Después de reunirse en privado con los Ancianos, decidió que, antes que el ejército del rey entrara en Judea y se hiciera dueño de la ciudad, salieran los suyos para resolver la situación con el auxilio de Dios.

 14 Judas, dejando la decisión al Creador del mundo, animó a sus hombres a combatir heroicamente hasta la muerte por la causa de las leyes, el Templo, la ciudad, la patria y las instituciones; y acampó en las cercanías de Modín.
 15 Dio a los suyos como consigna «Victoria de Dios» y atacó de noche con lo más escogido de los jóvenes la tienda  del rey. Mató en el campamento a unos 2.000 hombres y los suyos hirieron al mayor de los elefantes junto con su conductor;
 16 llenaron finalmente el campamento de terror y confusión, y se retiraron victoriosos

 17 cuando el día despuntaba. Todo ello sucedió, gracias a la protección que el Señor había brindado a Judas.
 18 El rey, que había probado ya la osadía de los judíos, intentó alcanzar las posiciones con estratagemas.
 19 Se aproximó a Bet Sur, plaza fuerte de los judíos; pero fue rechazado, derrotado y vencido.
 20 Judas hizo llegar a los de dentro lo que necesitaban.
 21 Pero Rodoco, uno del ejército judío, revelaba los secretos a los enemigos; fue buscado, capturado y ejecutado.

 22 El rey parlamentó por segunda vez con los de Bet Sur, dio y tomó la mano y luego se retiró. Atacó a las tropas de Judas, y fue vencido.
 23 Supo entonces que Filipo, a quien había dejado en Antioquía al frente de los negocios, se había sublevado. Consternado, llamó a los judíos, se avino a sus deseos, y prestó juramento sobre todas las condiciones justas. Se reconcilió y ofreció un sacrificio, honró al santuario y se mostró generoso con el Lugar Santo.
 24 Prestó buena acogida a Macabeo y dejó a Hegemónides como estratega desde Tolemaida hasta la región de los guerraínos.

 25 Salió hacia Tolemaida; pero los habitantes de la ciudad estaban muy disgustados por este tratado: estaban en verdad indignados por los acuerdos, que ellos querían abolir.
 26 Lisias entonces subió a la tribuna e hizo la mejor defensa que pudo; les convenció y calmó, y les dispuso a la benevolencia. Luego partió hacia Antioquía. Así sucedió con la expedición y la retirada del rey.


  


II Macabeos  14
 1 Después de tres años de intervalo, los hombres de Judas supieron que Demetrio, hijo de Seleuco, había atracado en el puerto de Trípoli con un fuerte ejército y una flota,
 2 y que se había apoderado de la región, después de haber dado muerte a Antíoco y a su tutor Lisias.
 3 Un tal Alcimo, que antes había sido sumo sacerdote, pero que se había contaminado voluntariamente en tiempo de la rebelión, pensando que de ninguna forma había para él salvación ni acceso posible al altar sagrado,

 4 fue al encuentro del rey Demetrio, hacia el año 151, y le ofreció una corona de oro, una palma, y además, los rituales ramos de olivo del Templo. Y por aquel día no hizo más.
 5 Pero encontró una ocasión propicia para su demencia, al ser llamado por Demetrio a consejo y al ser preguntado sobre las disposiciones y designios de los judíos.
 6 Respondió: «Los judíos llamados asideos, encabezados por Judas Macabeo, fomentan guerras y rebeliones, para no dejar que el reino viva en paz.

 7 Por eso aunque despojado de mi dignidad ancestral, me refiero al sumo sacerdocio, he venido aquí
 8 en primer lugar con verdadera preocupación por los intereses del rey, y en segundo lugar, con la mirada puesta en mis propios compatriotas, pues por la locura de los hombres que he mencionado, toda nuestra raza padece no pocos males.
 9 Informado con detalle de todo esto, ¡oh rey!, mira por nuestro país y por nuestra nación por todas partes asediada, con esa accesible benevolencia que tienes para todos;

 10 pues mientras Judas subsista, le es imposible al Estado alcanzar la paz.»
 11 En cuanto él dijo esto, los demás amigos que sentían aversión hacia lo de Judas, se apresuraron a encender más el ánimo de Demetrio.
 12 Designó inmediatamente a Nicanor, que había llegado a ser elefantarca, le nombró estratega de Judea y le envió
 13 con órdenes de hacer morir a Judas, dispersar a todos sus hombres y restablecer a Alcimo como sumo sacerdote del más grande de los templos.

 14 Los gentiles de Judea, fugitivos de Judas, se unieron en masa a Nicanor, imaginándose que las desgracias y reveses de los judíos serían sus propios éxitos.
 15 Al tener noticia de la expedición de Nicanor y del asalto de los gentiles, esparcieron sobre sí polvo e imploraron a Aquél que por siempre había establecido a su pueblo y que siempre protegía a su propia heredad con sus manifestaciones.
 16 Por orden de su jefe, salieron inmediatamente de allí y trabaron lucha con ellos junto al pueblo de Dessáu.

 17 Simón, hermano de Judas, había entablado combate con Nicanor, pero, a causa de la repentina llegada de los enemigos, sufrió un ligero revés.
 18 Pero con todo, Nicanor, al tener noticia de la bravura de los hombres de Judas y del valor con que combatían por su patria, temía resolver la situación por la sangre.
 19 Por este motivo envió a Posidonio, Teodoto y Matatías para concertar la paz.
 20 Después de maduro examen de las condiciones, el jefe se las comunicó a las tropas y, ante el parecer unánime, aceptaron el tratado.

 21 Fijaron la fecha en que se reunirían los jefes en privado. Se adelantó un vehículo de cada lado y prepararon asientos.
 22 Judas dispuso en lugares estratégicos hombres armados, preparados para el caso de que se produjera alguna repentina traición de parte enemiga. Tuvieron la entrevista en buen acuerdo.
 23 Nicanor pasó algún tiempo en Jerusalén sin hacer nada inoportuno y despidió a las turbas que, en masa, se le habían reunido.
 24 Siempre tenía a Judas consigo; sentía una cordial inclinación hacia este hombre.

 25 Le aconsejó que se casara y tuviera descendencia. Judas se casó, vivió con tranquilidad, y disfrutó de la vida.
 26 Alcimo, al ver la recíproca comprensión, se hizo con una copia del acuerdo concluido y se fue donde Demetrio. Le decía que Nicanor tenía sentimientos contrarios a los intereses del Estado, pues había designado como sucesor suyo a Judas, el conspirador contra el reino.
 27 Fuera de sí el rey, excitado por las calumnias de aquel maligno, escribió a Nicanor comunicándole que estaba disgustado con el acuerdo y ordenándole que inmediatamente mandara encadenado a Macabeo a Antioquía.

 28 Cuando Nicanor recibió la comunicación, quedó consternado, pues le desagradaba mucho tener que anular lo convenido, sin que hubiera cometido aquel hombre injusticia alguna.
 29 Pero, como no era posible oponerse al rey, aguardaba la oportunidad de ejecutar la orden con alguna estratagema.
 30 Cuando Macabeo, por su parte, notó que Nicanor se portaba más secamente con él y que le trataba con más frialdad en sus habituales relaciones, pensó que tal sequedad no procedía de las mejores disposiciones. Reunió a muchos de los suyos y procuró ocultarse de Nicanor.

 31 Este otro, al darse cuenta de que aquel hombre le había vencido con nobleza, se presentó en el más grande y santo Templo en el momento en que los sacerdotes ofrecían los sacrificios rituales y les exigió que le entregaran a aquel hombre.
 32 Aseguraron ellos con juramento que no sabían dónde estaba el hombre que buscaba.
 33 Entonces él extendiendo la diestra hacia el santuario, hizo este juramento: «Si no me entregáis encadenado a Judas, arrasaré este recinto sagrado de Dios, destruiré el altar, y aquí mismo levantaré un espléndido Templo a Dióniso.»

 34 Y, dicho esto, se fue. Los sacerdotes con las manos tendidas al cielo, invocaban a Aquél que sin cesar había combatido en favor de nuestra nación, diciendo:
 35 «Tú, Señor, que nada necesitas, te has complacido en que el santuario de tu morada se halle entre nosotros.
 36 También ahora, Señor santo de toda santidad, preserva siempre limpia de profanación esta Casa recién purificada.»
 37 Razías, uno de los ancianos de Jerusalén, fue denunciado a Nicanor. Era hombre amante de sus conciudadanos, muy bien considerado, llamado por su buen corazón «Padre de los judíos»,

 38 pues, en los tiempos que precedieron a la sublevación, había sido acusado de Judaísmo, y por el Judaísmo había expuesto cuerpo y vida con gran constancia.
 39 Queriendo Nicanor hacer patente la hostilidad que le embargaba hacia los judíos, envió más de quinientos soldados para arrestarlo,
 40 pues le parecía que arrestándole causaba un gran perjuicio a los judíos.
 41 Cuando las tropas estaban a punto de apoderarse de la torre, forzando la puerta del patio y con orden de prender fuego e incendiar las puertas, Razías, acosado por todas partes, se echó sobre la espada.

 42 Prefirió noblemente la muerte antes que caer en manos criminales y soportar afrentas indignas de su nobleza.
 43 Pero, como por la precipitación del combate no había acertado al herirse y las tropas irrumpían puertas adentro, subió valerosamente a lo alto del muro y se precipitó con bravura sobre las tropas;
 44 pero al retroceder éstas rápidamente, dejando un hueco, vino él a caer en medio del espacio libre.
 45 Con aliento todavía y enardecido su ánimo, se levantó derramando sangre a torrentes; a pesar de las graves heridas, atravesó corriendo por entre las tropas, y se puso sobre una roca escarpada.

 46 Ya completamente exangüe, se arrancó las entrañas y tomándolas con ambas manos, las arrojó contra las tropas. Y después de invocar al Dueño de la vida y del espíritu que otra vez se dignara devolvérselas, llegó de este modo al tránsito.


  


II Macabeos  15
 1 Supo Nicanor que los hombres de Judas se hallaban en la región de Samaría y decidió atacarlos sin riesgo en el día del descanso.
 2 Los judíos, que le acompañaban a la fuerza, le dijeron: «No mates así de modo tan salvaje y bárbaro; respeta y honra más bien el día que con preferencia ha sido santificado por Aquél que todo lo ve.»
 3 Aquel hombre tres veces malvado preguntó si en el cielo había un Soberano que hubiera prescrito celebrar el día  del sábado.

 4 Ellos le replicaron: «Es el mismo Señor que vive como Soberano en el cielo el que mandó observar el día séptimo.»
 5 Entonces el otro dijo: «También yo soy soberano en la tierra: el que ordena tomar las armas y prestar servicio  al rey.» Sin embargo no pudo realizar su malvado designio.
 6 Nicanor, jactándose con altivez, deliberaba erigir un trofeo común con los despojos de los hombres de Judas.
 7 Macabeo, por su parte, mantenía incesantemente su confianza, con la entera esperanza de recibir ayuda de parte del Señor,

 8 y exhortaba a los que le acompañaban a no temer el ataque de los gentiles, teniendo presentes en la mente los auxilios que antes les habían venido del Cielo, y a esperar también entonces la victoria que les habría de venir de parte del Todopoderoso.
 9 Les animaba citando la Ley y los Profetas, y les recordaba los combates que habían llevado a cabo; así les infundía mayor ardor.
 10 Después de haber levantado sus ánimos, les puso además de manifiesto la perfidia de los gentiles y la violación  de sus juramentos.

 11 Armó a cada uno de ellos, no tanto con la seguridad de los escudos y las lanzas, como con la confianza de sus buenas palabras. Les refirió además un sueño digno de crédito, una especie de visión, que alegró a todos.
 12 Su visión fue tal como sigue: Onías, que había sido sumo sacerdote, hombre bueno y bondadoso, afable, de suaves maneras, distinguido en su conversación, preocupado desde la niñez por la práctica de la virtud, suplicaba con las manos tendidas por toda la comunidad de los judíos.

 13 Luego se apareció también un hombre que se distinguía por sus blancos cabellos y su dignidad, rodeado de admirable y majestuosa soberanía.
 14 Onías había dicho: «Este es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo y por la ciudad santa, Jeremías, el profeta de Dios.»
 15 Jeremías, tendiendo su diestra, había entregado a Judas una espada de oro, y al dársela había pronunciado estas palabras:
 16 «Recibe, como regalo de parte de Dios, esta espada sagrada, con la que destrozarás a los enemigos.»

 17 Animados por estas bellísimas palabras de Judas, capaces de estimular al valor y de robustecer las almas jóvenes, decidieron no resguardarse en la defensa, sino lanzarse valerosamente a la ofensiva y que, en un cuerpo  a cuerpo, la fortuna decidiera, porque peligraban la ciudad, la religión y el Templo.
 18 En verdad que el cuidado por sus mujeres e hijos, por sus hermanos y parientes quedaba en segundo término; el primero y principal era por el Templo consagrado.

 19 Igualmente para los que habían quedado en la ciudad no era menor la ansiedad, preocupados como estaban por el ataque en campo raso.
 20 Todos aguardaban la decisión inmimente. Los enemigos se habían concentrado y el ejército se había alineado en orden de batalla. Los elefantes se habían situado en lugar apropiado y la caballería estaba dispuesta en las alas.
 21 Entonces Macabeo, al observar la presencia de las tropas, la variedad de las armas preparadas y el fiero aspecto  de los elefantes, extendió las manos al cielo e invocó al Señor que hace prodigios, pues bien sabía que, no por medio de las armas, sino según su decisión, concede él la victoria a los que la merecen.

 22 Decía su invocación de la siguiente forma: «Tú, Soberano, enviaste tu ángel a Ezequías, rey de Judá, que dio muerte a cerca de 185.000 hombres del ejército de Senaquerib;
 23 ahora también, Señor de los cielos, envía un ángel bueno delante de nosotros para infundir el temor y el espanto.
 24 ¡Que el poder de tu brazo hiera a los que han venido blasfemando a atacar a tu pueblo santo!» Así terminó sus palabras.
 25 Mientras la gente de Nicanor avanzaba al son de trompetas y cantos de guerra,

 26 los hombres de Judas entablaron combate con el enemigo entre invocaciones y plegarias.
 27 Luchando con las manos, pero orando a Dios en su corazón, abatieron no menos de 35.000 hombres, regocijándose mucho por la manifestación de Dios.
 28 Al volver de su empresa, en gozoso retorno, reconocieron a Nicanor caído, con su armadura.
 29 Entre clamores y tumulto, bendecían al Señor en su lengua patria.
 30 Entonces, el que en primera fila se había entregado, en cuerpo y alma, al bien de sus conciudadanos, el que había guardado hacia sus compatriotas los buenos sentimientos de su juventud, mandó cortar la cabeza de Nicanor y su brazo, hasta el hombro, y llevarlos a Jerusalén.

 31 Llegado allí convocó a sus compatriotas, puso a los sacerdotes ante el altar y mandó buscar a los de la Ciudadela.
 32 Les mostró la cabeza del abominable Nicanor y la mano que aquel infame había tendido insolentemente hacia la santa Casa del Todopoderoso;
 33 y después de haber cortado la lengua del impío Nicanor, ordenó que se diera en trozos a los pájaros y que se colgara frente al santuario la paga de su insensatez.
 34 Todos entonces levantaron hacia el cielo sus bendiciones en honor del Señor que se les había manifestado, diciendo: «Bendito el que ha conservado puro su Lugar Santo.»

 35 La cabeza de Nicanor fue colgada de la Ciudadela, como señal manifiesta y visible para todos del auxilio del Señor.
 36 Decretaron todos por público edicto no dejar pasar aquel día sin solemnizarlo, y celebrarlo el día trece del duodécino mes, llamado Adar en arameo, la víspera del Día de Mardoqueo.
 37 Así pasaron los acontecimientos relacionados con Nicanor. Como desde aquella época la ciudad quedó en poder de los hebreos, yo también terminaré aquí mismo mi relato.

 38 Si ha quedado bello y logrado en su composición, eso es lo que yo pretendía; si imperfecto y mediocre, he hecho  cuanto me era posible.
 39 Como el beber vino solo o sola agua es dañoso, y en cambio, el vino mezclado con agua es agradable y de un gusto delicioso, igualmente la disposición grata del relato encanta los oídos de los que dan en leer la obra. Y aquí pongamos fin.

Romanos 9
1 Digo la verdad en Cristo, no miento, - mi conciencia me lo atestigua en el Espíritu Santo -,
2 siento una gran tristeza y un dolor incesante en el corazón.
3 Pues desearía ser yo mismo anatema, separado de Cristo, por mis hermanos, los de mi raza según la carne,
4 - los israelitas -, de los cuales es la adopción filial, la gloria, las alianzas, la legislación, el culto, las  promesas,
5 y los patriarcas; de los cuales también procede Cristo según la carne, el cual está por encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos. Amén.
6 No es que haya fallado la palabra de Dios. Pues no todos los descendientes de Israel son Israel.
7 Ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos. Sino que = «por Isaac llevará tu nombre una descendencia»; =
8 es decir: no son hijos de Dios los hijos según la carne, sino que los hijos de la promesa se cuentan como descendencia.
9 Porque éstas son las palabras de la promesa: = «Por este tiempo volveré; y Sara tendrá un hijo.» =
10 Y más aún; también Rebeca concibió de un solo hombre, nuestro padre Isaac;
11 ahora bien, antes de haber nacido, y cuando no habían hecho ni bien ni mal - para que se mantuviese la libertad  de la elección divina,
12 que depende no de las obras sino del que llama - le fue dicho a Rebeca: = El mayor servirá al menor, =
13 como dice la Escritura: = Amé a Jacob y odié a Esaú. =
14 ¿Qué diremos, pues? ¿Que hay injusticia en Dios? ¡De ningún modo!
15 Pues dice él a Moisés: = Seré misericordioso con quien lo sea: me apiadaré de quien me apiade. =
16 Por tanto, no se trata de querer o de correr, sino de que Dios tenga misericordia.
17 Pues dice la Escritura a Faraón: = Te he suscitado precisamente para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea conocido en toda la tierra. =
18 Así pues, usa de misericordia con quien quiere, y endurece a quien quiere.
19 Pero me dirás: Entonces ¿de qué se enoja? Pues ¿quién puede resistir a su voluntad?
20 ¡Oh hombre! Pero ¿quién eres tú para pedir cuentas a Dios? ¿Acaso = la pieza de barro dirá a quien la modeló: “por qué me hiciste así”? =
21 O ¿es que el alfarero no es dueño de hacer de una misma masa unas vasijas para usos nobles y otras para usos despreciables?
22 Pues bien, si Dios, queriendo manifestar su cólera y dar a conocer su poder, soportó con gran paciencia objetos de cólera preparados para la perdición,
23 a fin de dar a conocer la riqueza de su gloria con los objetos de misericordia que de antemano había preparado  para gloria:
24 con nosotros, que hemos sido llamados no sólo de entre los judíos sino también de entre los gentiles...
25 Como dice también en Oseas: = Llamaré pueblo mío al que no es mi pueblo: y amada mía a la que no es mi amada. =
26 = Y en el lugar mismo en que se les dijo: No sois mi pueblo, serán llamados: Hijos de Dios vivo. =
27 Isaías también clama en favor de Israel: = Aunque los hijos de Israel fueran numerosos como las arenas del mar, sólo el resto será salvo. =
28 = Porque pronta y perfectamente cumplirá el Señor su palabra sobre la tierra. =
29 Y como predijo Isaías: = Si el Señor de los ejércitos no nos dejara una descendencia, como Sodoma hubiéramos venido a ser, y semejantes a Gomorra. =
30 ¿Qué diremos, pues? Que los gentiles, que no buscaban la justicia, han hallado la justicia - la justicia de la  fe -
31 mientras Israel, buscando una ley de justicia, no llegó a cumplir la ley.
32 ¿Por qué? Porque la buscaba no en la fe sino en las obras. = Tropezaron contra la piedra de tropiezo, =
33 como dice la Escritura: = He aquí que pongo en Sión piedra de tropiezo y roca de escándalo; mas el que crea en él, no será confundido.

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...