lunes, 25 de septiembre de 2017

Éxodo 22-24; Mateo 16

Éxodo 22
1 Si el ladrón, sorprendido al perforar la pared, es herido mortalmente, no habrá venganza de sangre.
2 Mas si esto sucede salido ya el sol, su sangre será vengada. - Debe restituir; si no tiene con qué, será vendido para restituir por su robo.
3 Si lo robado, sea buey, asno u oveja, fuere hallado vivo en su poder, restituirá el doble.
4 Si un hombre causa daño en un campo o en una viña, dejando suelto su ganado de modo que pazca en campo ajeno, restituirá con lo mejor de su propio campo y lo mejor de su propia viña.
5 Si se declara un fuego, y se incrementa con zarzales de modo que se abrasen las hacinas, la mies, o el campo, el autor del incendio deberá resarcir el daño.
6 Cuando un hombre dé a otro dinero o utensilios en depósito para que se lo guarde, y son robados de la casa de éste, el ladrón, si es hallado, restituirá el doble.
7 Pero si no es hallado, el dueño de la casa se presentará ante Dios para declarar que no ha puesto su mano sobre los bienes de su prójimo.
8 En todo caso delictivo, ya se trate de buey, asno, oveja, ropa o de cualquier cosa desaparecida, de la que uno  diga: «Es esto», la causa de ambos se llevará ante Dios; y aquel a quien Dios declare culpable, restituirá  el doble a su prójimo.
9 Si un hombre entrega a otro un asno, buey, oveja, o cualquier otro animal para su custodia, y éstos mueren o sufren daño o son robados sin que nadie lo vea,
10 mediará entre los dos el juramento de Yahveh para atestiguar que el depositario no ha puesto su mano sobre la hacienda de su prójimo; el dueño tomará lo que quede y el otro no tendrá que restituir.
11 Pero si el animal le ha sido robado estando él cerca, restituirá a su dueño.
12 Si el animal ha sido despedazado, que traiga como testimonio los despojos y no tendrá que restituir.
13 Si un hombre pide a otro que le preste un ganado y éste sufre un daño o muere, en ausencia de su dueño, tendrá que restituir.
14 Si estaba presente su dueño, nada se restituirá. Si lo había alquilado, el dueño recibirá el precio del alquiler.
15 Si un hombre seduce a una virgen, no desposada, y se acuesta con ella, le pagará la dote, y la tomará por mujer.
16 Y si el padre de ella no quiere dársela, el seductor pagará el dinero de la dote de las vírgenes.
17 A la hechicera no la dejarás con vida.
18 Todo el que peque con bestia, morirá.
19 El que ofrece sacrificios a otros dioses, será entregado al anatema.
20 No maltratarás al forastero, ni le oprimirás, pues forasteros fuisteis vosotros en el país de Egipto.
21 No vejarás a viuda ni a huérfano.
22 Si le vejas y clama a mí, no dejaré de oír su clamor,
23 se encenderá mi ira y os mataré a espada; vuestras mujeres quedarán viudas y vuestros hijos huérfanos.
24 Si prestas dinero a uno de mi pueblo, al pobre que habita contigo, no serás con él un usurero; no le exigiréis  interés.
25 Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás al ponerse el sol,
26 porque con él se abriga; es el vestido de su cuerpo. ¿Sobre qué va a dormir, si no? Clamará a mí, y yo le oiré, porque soy compasivo.
27 No blasfemarás contra Dios, ni maldecirás al principal de tu pueblo.
28 No tardarás en ofrecerme de tu abundancia y de tus jugos. Me darás el primogénito de tus hijos.
29 Lo mismo has de hacer con el de tus vacas y ovejas. Siete días estará con su madre, y al octavo me lo darás.
30 Hombres santos seréis para mí. No comáis la carne despedazada por una fiera en el campo; echádsela a los perros.
 
Éxodo 23
1 No levantes testimonio falso, ni ayudes al malvado dando testimonio injusto.
2 No sigas a la mayoría para hacer el mal; ni te inclines en un proceso por la mayoría en contra de la justicia.
3 Tampoco favorecerás al pobre en su pleito.
4 Si encuentras el buey de tu enemigo o su asno extraviado, se lo llevarás.
5 Si ves caído bajo la carga el asno del que te aborrece, no rehúses tu ayuda. Acude a ayudarle.
6 No tuerzas el derecho de tu pobre en su pleito.
7 Aléjate de causas mentirosas, no quites la vida al inocente y justo; y no absuelvas al malvado.
8 No recibas regalos; porque el regalo ciega a los perspicaces y pervierte las causas justas.
9 No oprimas al forastero; ya sabéis lo que es ser forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en la tierra de  Egipto.
10 Seis años sembrarás tu tierra y recogerás su producto;
11 al séptimo la dejarás descansar y en barbecho, para que coman los pobres de tu pueblo, y lo que quede lo comerán los animales del campo. Harás lo mismo con tu viña y tu olivar.
12 Seis días harás tus trabajos, y el séptimo descansarás, para que reposen tu buey y tu asno, y tengan un respiro el hijo de tu sierva y el forastero.
13 Guardad todo lo que os he dicho. No invocarás el nombre de otros dioses: ni se oiga en vuestra boca.
14 Tres veces al año me celebrarás fiesta.
15 Guardarás la fiesta de los Ázimos. Durante siete días comerás ázimos, como te he mandado, en el tiempo señalado, en el mes de Abib; pues en él saliste de Egipto. Nadie se presentará delante de mí con las manos vacías.
16 También guardarás la fiesta de la Siega, de las primicias de tus trabajos, de lo que hayas sembrado en el campo; y la fiesta de la Recolección al término del año, al recoger del campo los frutos de tu trabajo.
17 Tres veces al año se presentarán tus varones delante de Yahveh, el Señor.
18 No ofrecerás la sangre de mi sacrificio con pan fermentado ni guardarás hasta el día siguiente la grasa de mi fiesta.
19 Llevarás a la Casa de Yahveh, tu Dios, las mejores primicias de tu suelo. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.
20 He aquí que yo voy a enviar un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te conduzca al lugar que te tengo preparado.
21 Pórtate bien en su presencia y escucha su voz; no le seas rebelde, que no perdonará vuestras transgresiones, pues en él está mi Nombre.
22 Si escuchas atentamente su voz y haces todo lo que yo diga, tus enemigos serán mis enemigos y tus adversarios mis  adversarios.
23 Mi ángel caminará delante de ti y te introducirá en el país de los amorreos, de los hititas, de los perizitas, de los cananeos, de los jivitas y de los jebuseos; y yo los exterminaré.
24 No te mostrarás ante sus dioses, ni les darás culto, ni imitarás su conducta; al contrario, los destruirás por completo y romperás sus estelas.
25 Vosotros daréis culto a Yahveh, vuestro Dios, yo bendeciré tu pan y tu agua. Y apartaré de ti las enfermedades.
26 No habrá en tu tierra mujer que aborte ni que sea estéril; y colmaré el número de tus días.
27 «Sembraré delante de ti mi terror; llenaré de turbación a todos los pueblos donde llegues; y haré que todos tus  enemigos huyan ante ti.
28 Enviaré avispas delante de ti que ahuyentarán de tu presencia al jivita, al cananeo y al hitita.
29 No les expulsaré de tu presencia en un solo año, no sea que al quedar desierta la tierra se multipliquen contra ti las fieras del campo.
30 Les expulsaré de tu vista poco a poco, hasta que tú te multipliques y te apoderes de la tierra.
31 Y fijaré tus confines desde el mar de Suf hasta el mar de los filisteos, y desde el desierto hasta el Río, pues entregaré en tus manos a los habitantes del país para que los arrojes de tu presencia.
32 No hagas pacto con ellos ni con sus dioses.
33 No habitarán en tu tierra, no sea que te hagan pecar contra mí, pues dando culto a sus dioses caerías en un lazo.»
 
Éxodo 24
1 Dijo a Moisés: «Sube donde Yahveh, tú, Aarón, Nadab y Abihú, con setenta de los ancianos de Israel; os postraréis desde lejos.
2 Sólo Moisés se acercará a Yahveh; ellos no se acercarán. Tampoco el pueblo subirá con ellos.»
3 Vino, pues, Moisés y refirió al pueblo todas las palabras de Yahveh y todas sus normas. Y todo el pueblo respondió  a una voz: «Cumpliremos todas las palabras que ha dicho Yahveh.»
4 Entonces escribió Moisés todas las palabras de Yahveh; y, levantándose de mañana, alzó al pie del monte un altar y doce estelas por las doce tribus de Israel.
5 Luego mandó a algunos jóvenes, de los israelitas, que ofreciesen holocaustos e inmolaran novillos como sacrificios de comunión para Yahveh.
6 Tomó Moisés la mitad de la sangre y la echó en vasijas; la otra mitad la derramó sobre el altar.
7 Tomó después el libro de la Alianza y lo leyó ante el pueblo, que respondió: «Obedeceremos y haremos todo cuanto ha dicho Yahveh.»
8 Entonces tomó Moisés la sangre, roció con ella al pueblo y dijo: «Esta es la sangre de la Alianza que Yahveh ha hecho con vosotros, según todas estas palabras.»
9 Moisés subió con Aarón, Nadab y Abihú y setenta de los ancianos de Israel,
10 y vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había como un pavimento de zafiro tan puro como el mismo cielo.
11 No extendió él su mano contra los notables de Israel, que vieron a Dios, comieron y bebieron.
12 Dijo Yahveh a Moisés: «Sube hasta mí, al monte; quédate allí, y te daré las tablas de piedra - la ley y los mandamientos - que tengo escritos para su instrucción.»
13 Se levantó Moisés, con Josué, su ayudante; y subieron al monte de Dios.
14 Dijo a los ancianos: «Esperadnos aquí que volvamos a vosotros. Ahí quedan con vosotros Aarón y Jur. El que tenga alguna cuestión que recurra a ellos.»
15 Y subió Moisés al monte. La nube cubrió el monte.
16 La gloria de Yahveh descansó sobre el monte Sinaí y la nube lo cubrió por seis días. Al séptimo día, llamó Yahveh a Moisés de en medio de la nube.
17 La gloria de Yahveh aparecía a la vista de los hijos de Israel como fuego devorador sobre la cumbre del monte.
18 Moisés entró dentro de la nube y subió al monte. Y permaneció Moisés en el monte cuarenta días y cuarenta noches.

Mateo 16
1 Se acercaron los fariseos y saduceos y, para ponerle a prueba, le pidieron que les mostrase una señal del cielo.
2 Mas él les respondió: «Al atardecer decís: “Va a hacer buen tiempo, porque el cielo tiene un rojo de fuego”,
3 y a la mañana:’ Hoy habrá tormenta, porque el cielo tiene un rojo sombrío.” ¡Conque sabéis discernir el aspecto  del cielo y no podéis discernir las señales de los tiempos!
4 ¡Generación malvada y adúltera! Una señal pide y no se le dará otra señal que la señal de Jonás.» Y dejándolos, se fue.
5 Los discípulos, al pasar a la otra orilla, se habían olvidado de tomar panes.
6 Jesús les dijo: «Abrid los ojos y guardaos de la levadura de los fariseos y saduceos.»
7 Ellos hablaban entre sí diciendo: «Es que no hemos traído panes.»
8 Mas Jesús, dándose cuenta, dijo: «Hombres de poca fe, ¿por qué estáis hablando entre vosotros de que no tenéis panes?
9 ¿Aún no comprendéis, ni os acordáis de los cinco panes de los 5.000 hombres, y cuántos canastos recogisteis?
10 ¿Ni de los siete panes de los 4.000, y cuántas espuertas recogisteis?
11 ¿Cómo no entendéis que no me refería a los panes? Guardaos, sí, de la levadura de los fariseos y saduceos.»
12 Entonces comprendieron que no había querido decir que se guardasen de la levadura de los panes, sino de la doctrina  de los fariseos y saduceos.
13 Llegado Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: «¿Quién dicen los hombres  que es el Hijo del hombre?»
14 Ellos dijeron: «Unos, que Juan el Bautista; otros, que Elías, otros, que Jeremías o uno de los profetas.»
15 Díceles él: «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?»
16 Simón Pedro contestó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo.»
17 Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
18 Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella.
19 A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que  desates en la tierra quedará desatado en los cielos.»
20 Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que él era el Cristo.
21 Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir mucho de parte de los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, y ser matado y resucitar al tercer día.
22 Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: «¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso!»
23 Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Escándalo eres para mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!
24 Entonces dijo Jesús a sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
25 Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará.
26 Pues ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?
27 «Porque el Hijo del hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno  según su conducta.
28 Yo os aseguro: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino.»

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...