miércoles, 31 de enero de 2018

Nehemías 7-9; Hechos 20

Nehemías 7
1 Reconstruida la muralla, y una vez que hube fijado las hojas de las puertas, se colocaron guardias en las puertas (cantores y levitas).
2 Puse al frente de Jerusalén a mi hermano Jananí y a Jananías, jefe de la ciudadela, porque era un hombre fiel y  temeroso de Dios como pocos;
3 y les dije: «No se abrirán las puertas de Jerusalén hasta que el sol comience a calentar; y cuando todavía esté alto, se cerrarán y se echarán las barras a las puertas; y se establecerán puestos de guardia de entre los habitantes de Jerusalén, unos en su puesto y otros delante de su casa.»
4 La ciudad era espaciosa y grande, pero tenía muy poca población y no se fundaban nuevas familias.
5 Me puso Dios en el corazón reunir a los notables, a los consejeros y al pueblo, para hacer el registro genealógico. Hallé el registro genealógico de los que habían venido al principio, y encontré escrito en él:
6 Estas son las personas de la provincia que regresaron del cautiverio, aquellos que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había deportado y que volvieron a Jerusalén y Judea, cada uno a su ciudad.
7 Vinieron con Zorobabel, Josué, Nehemías, Azarías, Raamías, Najamaní, Mardoqueo, Bilsán, Mispéret, Bigvay, Nejum y Baaná. Lista de los hombres del pueblo de Israel:
8 los hijos de Parós: 2.172;
9 los hijos de Sefatías: 372;
10 los hijos de Araj: 652;
11 los hijos de Pajat Moab, por parte de los hijos de Josué y de Joab: 2.818;
12 los hijos de Elam: 1.254;
13 los hijos de Zattú: 845;
14 los hijos de Zakkay: 760;
15 los hijos de Binnuy: 648;
16 los hijos de Bebay: 628;
17 los hijos de Azgad: 2.322;
18 los hijos de Adonicam: 667;
19 los hijos de Bigvay: 2.067;
20 los hijos de Adín: 655;
21 los hijos de Ater, de Ezequías: 98;
22 los hijos de Jalum: 328;
23 los hijos de Besay: 324;
24 los hijos de Jarif: 112;
25 los hijos de Gabaón: 95;
26 los hombres de Belén y de Netofá: 188;
27 los hombres de Anatot: 128;
28 los hombres de Bet Azmávet: 42;
29 los hombres de Quiryat Yearim, Kefirá y Beerot: 743;
30 los hombres de Ramá y Gueba: 621;
31 los hombres de Mikmás: 122;
32 los hombres de Betel y de Ay: 123;
33 los hombres de Nebo: 52;
34 los hijos del otro Elam: 1.254;
35 los hijos de Jarim: 320;
36 los hombres de Jericó: 345;
37 los hijos de Lod, Jadid y Onó: 721;
38 los hijos de Senaá: 3.930.
39 Sacerdotes: los hijos de Yedaías, de la casa de Josué: 973;
40 los hijos de Immer: 1.052;
41 los hijos de Pasjur: 1.247;
42 los hijos de Jarim: 1.017.
43 Levitas: los hijos de Josué y Cadmiel, de los hijos de Hodías: 74.
44 Cantores: los hijos de Asaf: 148.
45 Porteros: los hijos de Sallum, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Aqcub, los hijos de Jatitá, los hijos de Sobay: 138.
46 Donados: los hijos de Sijá, los hijos de Jasufá, los hijos de Tabbaot,
47 los hijos de Querós, los hijos de Siá, los hijos de Padón,
48 los hijos de Lebaná, los hijos de Jagabá, los hijos de Salmay,
49 los hijos de Janán, los hijos de Guiddel, los hijos de Gajar,
50 los hijos de Reaías, los hijos de Resín, los hijos de Necodá,
51 los hijos de Gazzam, los hijos de Uzzá, los hijos de Paséaj,
52 los hijos de Besay, los hijos de los meunitas, los hijos de los nefusitas,
53 los hijos de Baqbuq, los hijos de Jacufá, los hijos de Jarjur,
54 los hijos de Baslit, los hijos de Mejidá, los hijos de Jarsá,
55 los hijos de Barcós, los hijos de Sisrá, los hijos de Témaj,
56 los hijos de Nesíaj, los hijos de Jatifá.
57 Los hijos de los siervos de Salomón: los hijos de Setay, los hijos de Soféret, los hijos de Peridá,
58 los hijos de Yaalá, los hijos de Darcón, los hijos de Guiddel,
59 los hijos de Sefatías, los hijos de Jattil, los hijos de Pokéret Hassebayim, los hijos de Amón.
60 Total de los donados y de los hijos de los siervos de Salomón: 392.
61 Y estos eran los que venían de Tel Mélaj, Tel Jarsá, Kerub, Addón e Immer, y que no pudieron probar si su familia y su estirpe eran de origen israelita:
62 los hijos de Belaías, los hijos de Tobías, los hijos de Necodá: 642.
63 Y entre los sacerdotes, los hijos de Jobayías, los hijos Haqcós, los hijos de Barzillay - el cual se había casado  con una de las hijas de Barzillay el galaadita, cuyo nombre adoptó -.
64 Estos investigaron en su registro genealógico, pero no figuraban; por lo cual se les excluyó del sacerdocio como  ilegítimos,
65 y el Gobernador les prohibió comer de las cosas sacratísimas hasta que no se presentara un sacerdote para el Urim y el Tummim.
66 La asamblea ascendía a 42.360 personas,
67 sin contar sus siervos y siervas en número de 7.337; tenían también 245 cantores y cantoras.
68 Tenían (736 caballos, 245 mulos) 435 camellos y 6.720 asnos.
69 Algunos de los cabezas de familia hicieron ofrendas para la obra. El Gobernador entregó al tesoro mil dracmas de oro, 50 copas y 30 túnicas sacerdotales.
70 Entre los cabezas de familia entregaron al tesoro de la obra 20.000 dracmas de oro y 2.200 minas de plata.
71 Lo que entregó el resto del pueblo ascendía a 20.000 dracmas de oro, 2.000 minas de plata y 67 túnicas sacerdotales.
72 Los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, los donados y todos los demás israelitas se establecieron en sus ciudades. Llegado el mes séptimo,

Nehemías 8
1 todo el pueblo se congregó como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta del Agua. Dijeron al escriba  Esdras que trajera el libro de la Ley de Moisés que Yahveh había prescrito a Israel.
2 Trajo el sacerdote Esdras la Ley ante la asamblea, integrada por hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era el día uno del mes séptimo.
3 Leyó una parte en la plaza que está delante de la puerta del Agua, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón; y los oídos del pueblo estaban atentos al libro de la Ley.
4 El escriba Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera levantado para esta ocasión; junto a él estaban: a su  derecha, Matitías, Semá, Anaías, Urías, Jilquías y Maaseías, y a su izquierda, Pedaías, Misael, Malkías, Jasum, Jasbaddaná, Zacarías y Mesul-lam.
5 Esdras abrió el libro a los ojos de todo el pueblo - pues estaba más alto que todo el pueblo - y al abrirlo, el pueblo entero se puso en pie.
6 Esdras bendijo a Yahveh, el Dios grande; y todo el pueblo, alzando las manos, respondió: «¡Amén! ¡Amén!»; e inclinándose se postraron ante Yahveh, rostro en tierra.
7 (Josué, Baní, Serebías, Yamín, Aqcub, Sabtay, Hodiyías, Maaseías, Quelitá, Azarías, Yozabad, Janán, Pelaías, que eran levitas, explicaban la Ley al pueblo que seguía en pie.)
8 Y Esdras leyó en el libro de la Ley de Dios, aclarando e interpretando el sentido, para que comprendieran la lectura.
9 Entonces (Nehemías - el Gobernador - y) Esdras, el sacerdote escriba (y los levitas que explicaban al pueblo) dijeron a todo el pueblo: «Este día está consagrado a Yahveh vuestro Dios; no estéis tristes ni lloréis»; pues todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley.
10 Díjoles también: «Id y comed manjares grasos, bebed bebidas dulces y mandad su ración a quien no tiene nada preparado. Porque este día está consagrado a nuestro Señor. No estéis tristes: la alegría de Yahveh es vuestra  fortaleza.»
11 También los levitas tranquilizaban al pueblo diciéndole: «Callad: este día es santo. No estéis tristes.»
12 Y el pueblo entero se fue a comer y beber, a repartir raciones y hacer gran festejo, porque habían comprendido las palabras que les habían enseñado.
13 El segundo día los cabezas de familia de todo el pueblo, los sacerdotes y levitas se reunieron junto al escriba Esdras para comprender las palabras de la Ley.
14 Y encontraron escrito en la Ley que Yahveh había mandado por medio de Moisés que los hijos de Israel habitaran en cabañas durante la fiesta del séptimo mes.
15 En cuanto lo oyeron, hicieron pregonar en todas las ciudades y en Jerusalén: «Salid al monte y traed ramas de olivo, de pino, de mirto, de palmera y de otros árboles frondosos, para hacer cabañas conforme a lo escrito.»
16 Salió el pueblo y trajeron ramas y se hicieron cabañas, cada uno en su terrado, en sus patios, en los atrios de la Casa de Dios, en la plaza de la puerta del Agua y en la plaza de la puerta de Efraím.
17 Toda la asamblea, los que habían vuelto del cautiverio, construyó cabañas y habitó en ellas - cosa que los israelitas no habían hecho desde los días de Josué, hijo de Nun, hasta aquel día - y hubo gran regocijo.
18 Esdras leyó en el libro de la Ley de Dios diariamente, desde el primer día al último. Durante siete días, se celebró fiesta; al octavo tuvo lugar, según la norma, una asamblea solemne.

Nehemías 9
1 El día veinticuatro de aquel mismo mes, se congregaron los israelitas para ayunar, vestidos de sayal y la cabeza cubierta de polvo.
2 La raza de Israel se separó de todos los extranjeros; y puestos en pie, confesaron sus pecados y las culpas de sus padres.
3 (De pie y cada uno en su sitio, leyeron en el libro de la Ley de Yahveh su Dios, por espacio de un cuarto de día; durante otro cuarto hacían confesión y se postraban ante Yahveh su Dios.)
4 (Josué, Binnuy, Cadmiel, Sebanías, Bunní, Serebías, Baní y Quenaní subieron al estrado de los levitas y clamaron en alta voz hacia Yahveh su Dios,
5 y los levitas Josué, Cadmiel, Baní, Jasabneías, Serebías, Hodiyías, Sebanías y Petajías dijeron: «¡Levantaos, bendecid a Yahveh nuestro Dios!») ¡Bendito seas, Yahveh Dios nuestro, de eternidad en eternidad! ¡Y sea bendito el Nombre de tu Gloria que supera toda bendición y alabanza!
6 ¡Tú, Yahveh, tú el único! Tú hiciste los cielos, el cielo de los cielos y toda su mesnada, la tierra y todo cuanto abarca, los mares y todo cuanto encierran. Todo esto tú lo animas, y la mesnada de los cielos ante ti se prosterna.
7 Tú, Yahveh, eres el Dios que elegiste a Abram, le sacaste de Ur de Caldea y le diste el nombre de Abraham.
8 Hallaste su corazón fiel ante ti, con él hiciste alianza, para darle el país del cananeo, del hitita y del amorreo, del perizita, del jebuseo y del guirgasita, a él y a su posteridad. Y has mantenido tu palabra, porque eres justo.
9 Tú viste la aflicción de nuestros padres en Egipto, y escuchaste su clamor junto al mar de Suf.
10 Contra Faraón obraste señales y prodigios, contra sus siervos y todo el pueblo de su país, pues supiste que eran altivos con ellos. ¡Te hiciste un nombre hasta el día de hoy!
11 Tú hendiste el mar ante ellos: por medio del mar pasaron a pie enjuto. Hundiste en los abismos a sus perseguidores, como una piedra en aguas poderosas.
12 Con columna de nube los guiaste de día, con columna de fuego por la noche, para alumbrar ante ellos el camino por donde habían de marchar.
13 Bajaste sobre el monte Sinaí y del cielo les hablaste; les diste normas justas, leyes verdaderas, preceptos y mandamientos excelentes;
14 les diste a conocer tu santo sábado; les ordenaste mandamientos, preceptos y Ley por mano de Moisés, tu siervo.
15 Del cielo les mandaste el pan para su hambre, para su sed hiciste brotar el agua de la roca. Y les mandaste ir a apoderarse de la tierra que tú juraste darles mano en alto.
16 Altivos se volvieron nuestros padres, su cerviz endurecieron y desoyeron tus mandatos.
17 No quisieron oír, no recordaron los prodigios que con ellos hiciste; endurecieron la cerviz y se obstinaron en volver a Egipto y a su servidumbre. Pero tú eres el Dios de los perdones, clemente y entrañable, tardo a la cólera y rico en bondad. ¡No los desamparaste!
18 Ni siquiera cuando se fabricaron un becerro de metal fundido y exclamaron: «¡Este es tu dios que te sacó de Egipto!» (grandes desprecios te hicieron).
19 Tú, en tu inmensa ternura, no los abandonaste en el desierto: la columna de nube no se apartó de ellos, para guiarles de día por la ruta, ni la columna de fuego por la noche, para alumbrar ante ellos el camino por donde habían de marchar.
20 Tu Espíritu bueno les diste para instruirles, el maná no retiraste de su boca, y para su sed les diste agua.
21 Cuarenta años los sustentaste en el desierto, y nada les faltó: ni sus vestidos se gastaron ni se hincharon sus pies.
22 Reinos y pueblos les donaste y las tierras vecinas repartiste: se apoderaron del país de Sijón, rey de Jesbón, y del país de Og, rey de Basán.
23 Y multiplicaste sus hijos como estrellas del cielo, los llevaste a la tierra que a sus padres dijiste que entrarían a poseer.
24 Llegaron los hijos y tomaron el país, y tú ante ellos aplastaste a los habitantes del país, los cananeos, los pusiste en sus manos, con sus reyes y las gentes del país, para que los trataran a merced de su capricho.
25 Ciudades fuertes conquistaron y una tierra generosa; y heredaron casas de toda suerte de bienes rebosantes, cisternas ya excavadas, viñas y olivares, árboles frutales sin medida: comieron, se saciaron, engordaron, se deleitaron en tus inmensos bienes.
26 Pero después, indóciles, se rebelaron contra ti, arrojaron tu Ley a sus espaldas, mataron a los profetas que les conjuraban a convertirse a ti; (grandes desprecios te hicieron).
27 Tú los entregaste en poder de sus enemigos que los oprimieron. Durante su opresión clamaban hacia ti, y tú los escuchabas desde el cielo; y en tu inmensa ternura les mandabas salvadores que los libraron de las manos opresoras.
28 Pero, apenas en paz, volvían a hacer el mal ante ti, y tú los dejabas en mano de sus enemigos que los oprimían. Ellos de nuevo gritaban hacia ti, y tú escuchabas desde el cielo: ¡muchas veces, por ternura, los salvaste!
29 Les conminaste para volverlos a tu Ley, pero ellos en su orgullo no escucharon tus mandatos; contra tus normas pecaron, contra aquellas que, cumplidas, dan la vida; dieron la espalda, endurecieron su cerviz y no escucharon.
30 Tuviste paciencia con ellos durante muchos años; les advertiste por tu Espíritu, por boca de tus profetas; pero ellos no escucharon. Y los pusiste en manos de las gentes de los países.
31 Mas en tu inmensa ternura no los acabaste, no los abandonaste, porque eres tú Dios clemente y lleno de ternura.
32 Ahora, pues, oh Dios nuestro, tú, Dios grande, poderoso y temible, que mantienes la alianza y el amor, no menosprecies esta miseria que ha caído sobre nosotros, sobre nuestros reyes y príncipes, nuestros sacerdotes y profetas, sobre todo tu pueblo, desde los tiempos de los reyes de Asiria hasta el día de hoy.
33 Has sido justo en todo lo que nos ha sobrevenido, pues tú fuiste fiel, y nosotros malvados:
34 nuestros reyes y jefes, nuestros sacerdotes y padres no guardaron tu Ley, no hicieron caso de los mandamientos y dictámenes que tú les diste.
35 Mientras vivían en su reino, entre los grandes bienes que tú les regalabas, y en la espaciosa y generosa tierra que tú les habías preparado, no te sirvieron ellos ni se convirtieron de sus malas acciones.
36 Míranos hoy a nosotros esclavos, y en el país que habías dado a nuestros padres para gozar de sus frutos y bienes, mira que aquí en servidumbre nos sumimos.
37 Sus muchos frutos son para los reyes, que por nuestros pecados tú nos impusiste, y que a capricho dominan nuestras personas, cuerpos y ganados. ¡En gran angustia nos hallamos!

Hechos 20
1 Cuando hubo cesado el tumulto, Pablo mandó llamar a los discípulos, los animó, se despidió de ellos y salió camino de Macedonia.
2 Recorrió aquellas regiones y exhortó a los fieles con largos discursos; después marchó a Grecia.
3 Pasó allí tres meses. Los judíos tramaron una conjuración contra él cuando estaba a punto de embarcarse para Siria; entonces él tomó la determinación de volver por Macedonia.
4 Le acompañaban Sópatros, hijo de Pirro, de Berea; Aristarco y Segundo, de Tesalónica; Gayo, de Doberes, y Timoteo; Tíquico y Trófimo, de Asia.
5 Estos se adelantaron y nos esperaron en Tróada.
6 Nosotros, después de los días de los Azimos, nos embarcamos en Filipos y al cabo de cinco días nos unimos a ellos en Tróada donde pasamos siete días.
7 El primer día de la semana, estando nosotros reunidos para la fracción del pan, Pablo, que debía marchar al día  siguiente, conversaba con ellos y alargó la charla hasta la media noche.
8 Había abundantes lámparas en la estancia superior donde estábamos reunidos.
9 Un joven, llamado Eutico, estaba sentado en el borde de la ventana; un profundo sueño le iba dominando a medida  que Pablo alargaba su discurso. Vencido por el sueño se cayó del piso tercero abajo. Lo levantaron ya cadáver.
10 Bajó Pablo, se echó sobre él y tomándole en sus brazos dijo: «No os inquietéis, pues su alma está en él.»
11 Subió luego; partió el pan y comió; después platicó largo tiempo, hasta el amanecer. Entonces se marchó.
12 Trajeron al muchacho vivo y se consolaron no poco.
13 Nosotros nos adelantamos a tomar la nave y partimos hacia Asso, donde habíamos de recoger a Pablo; así lo había  él determinado; él iría por tierra.
14 Cuando nos alcanzó en Asso, le tomamos a bordo y llegamos a Mitilene.
15 Al día siguiente nos hicimos a la mar y llegamos a la altura de Quíos; al otro día atracamos en Samos y, después  de hacer escala en Trogilión, llegamos al día siguiente a Mileto.
16 Pablo había resuelto pasar de largo por Éfeso, para no perder tiempo en Asia. Se daba prisa, porque quería estar, si le era posible, el día de Pentecostés en Jerusalén.
17 Desde Mileto envió a llamar a los presbíteros de la Iglesia de Éfeso.
18 Cuando llegaron donde él, les dijo: «Vosotros sabéis cómo me comporté siempre con vosotros, desde el primer día que entré en Asia,
19 sirviendo al Señor con toda humildad y lágrimas y con las pruebas que me vinieron por las asechanzas de los judíos;
20 cómo no me acobardé cuando en algo podía seros útil; os predicaba y enseñaba en público y por las casas,
21 dando testimonio tanto a judíos como a griegos para que se convirtieran a Dios y creyeran en nuestro Señor Jesús.
22 «Mirad que ahora yo, encadenado en el espíritu, me dirijo a Jerusalén, sin saber lo que allí me sucederá;
23 solamente sé que en cada ciudad el Espíritu Santo me testifica que me aguardan prisiones y tribulaciones.
24 Pero yo no considero mi vida digna de estima, con tal que termine mi carrera y cumpla el ministerio que he recibido  del Señor Jesús, de dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios.
25 «Y ahora yo sé que ya no volveréis a ver mi rostro ninguno de vosotros, entre quienes pasé predicando el Reino.
26 Por esto os testifico en el día de hoy que yo estoy limpio de la sangre de todos,
27 pues no me acobardé de anunciaros todo el designio de Dios.
28 «Tened cuidado de vosotros y de toda la grey, en medio de la cual os ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que él se adquirió con la sangre de su propio hijo.
29 «Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre vosotros lobos crueles que no perdonarán al rebaño;
30 y también que de entre vosotros mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas, para arrastrar a los  discípulos detrás de sí.
31 Por tanto, vigilad y acordaos que durante tres años no he cesado de amonestaros día y noche con lágrimas a cada uno de vosotros.
32 «Ahora os encomiendo a Dios y a la Palabra de su gracia, que tiene poder para construir el edificio y daros la  herencia con todos los santificados.
33 «Yo de nadie codicié plata, oro o vestidos.
34 Vosotros sabéis que estas manos proveyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros.
35 En todo os he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a los débiles y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en recibir.»
36 Dicho esto se puso de rodillas y oro con todos ellos.
37 Rompieron entonces todos a llorar y arrojándose al cuello de Pablo, le besaban,
38 afligidos sobre todo por lo que había dicho: que ya no volverían a ver su rostro. Y fueron acompañándole hasta  la nave.

martes, 30 de enero de 2018

Nehemías 4-6; Hechos 19

Nehemías 4
1 Cuando Samballat, Tobías, los árabes, los ammonitas y los asdoditas se enteraron de que la reparación de la muralla  de Jerusalén adelantaba - pues las brechas comenzaban a taparse - se enfurecieron mucho;
2 y se conjuraron todos a una para venir a atacar a Jerusalén y a humillarme a mí.
3 Pero invocamos a nuestro Dios y montamos guardia contra ellos de día y de noche.
4 Judá decía: «¡Flaquean las fuerzas de los cargadores: hay demasiado escombro; nosotros no podemos reconstruir la  muralla!»
5 Y nuestros enemigos decían: «¡Antes que se enteren o se den cuenta, iremos contra ellos, y los mataremos y pararemos  la obra!»
6 Pero algunos judíos que vivían junto a ellos vinieron a advertirnos por diez veces: «Vienen contra nosotros desde  todos los lugares que habitan.»
7 Se apostó, pues, el pueblo en los puntos más bajos, detrás de la muralla y en los lugares descubiertos, y coloqué a la gente por familias, cada uno con sus espadas, sus lanzas y sus arcos.
8 Al ver su miedo, me levanté y dije a los notables, a los consejeros y al resto del pueblo: «¡No les tengáis miedo; acordaos del Señor, grande y terrible, y combatid por vuestros hermanos, vuestros hijos y vuestras hijas, vuestras mujeres y vuestras casas!»
9 Cuando nuestros enemigos supieron que estábamos advertidos y que Dios había desbaratado sus planes, se retiraron, y todos nosotros volvimos a la muralla, cada cual a su trabajo.
10 Pero desde aquel día, sólo la mitad de mis hombres tomaban parte en el trabajo; la otra mitad, provistos de lanzas, escudos, arcos y corazas, se mantenía detrás de toda la casa de Judá
11 que construía la muralla. También los cargadores estaban armados: con una mano cuidaba cada uno de su trabajo, con la otra empuñaba el arma.
12 Cada uno de los constructores tenía ceñida a la cintura su espada mientras trabajaba. Había un corneta junto a mí para sonar el cuerno.
13 Dije a los notables, a los consejeros y al resto del pueblo: «La obra es importante y extensa, y nosotros estamos  diseminados a lo largo de la muralla, lejos unos de otros:
14 corred a reuniros con nosotros al lugar donde oigáis el sonido del cuerno, y nuestro Dios combatirá por nosotros.»
15 Así organizábamos el trabajo desde el despuntar del alba hasta que salían las estrellas.
16 Dije también entonces al pueblo: «Todos pasarán la noche en Jerusalén con sus criados, y así haremos guardia de  noche y trabajaremos de día.»
17 Pero ni yo ni mis hermanos ni mis gentes mi los hombres de guardia que me seguían nos quitábamos la ropa; todos  nosotros teníamos el arma en la mano.

Nehemías 5
1 Un gran clamor se suscitó entre la gente del pueblo y sus mujeres contra sus hermanos judíos.
2 Había quienes decían: «Nosotros tenemos que dar en prenda nuestros hijos y nuestras hijas para obtener grano con que comer y vivir.»
3 Había otros que decían: «Nosotros tenemos que empeñar nuestros campos, nuestras viñas y nuestras casas para conseguir grano en esta penuria.»
4 Y otros decían: «Tenemos que pedir prestado dinero a cuenta de nuestros campos y de nuestras viñas para el impuesto del rey;
5 y siendo así que tenemos la misma carne que nuestros hermanos, y que nuestros hijos son como sus hijos, sin embargo tenemos que entregar como esclavos a nuestros hijos y a nuestras hijas; ¡hay incluso entre nuestras hijas  quienes son deshonradas! Y no podemos hacer nada, ya que nuestros campos y nuestras viñas pertenecen a otros.»
6 Yo me indigné mucho al oír su queja y estas palabras.
7 Tomé decisión en mi corazón de reprender a los notables y a los consejeros, y les dije: «¡Qué carga impone cada  uno de vosotros a su hermano!» Congregué contra ellos una gran asamblea,
8 y les dije: «Nosotros hemos rescatado, en la medida de nuestras posibilidades, a nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos a las naciones. ¡Y ahora sois vosotros los que vendéis a vuestros hermanos para que nosotros los rescatemos!» Ellos callaron sin saber qué responder.
9 Y yo continué: «No está bien lo que estáis haciendo. ¿No queréis caminar en el temor de nuestro Dios, para evitar los insultos de las naciones enemigas?
10 También yo, mis hermanos y mi gente, les hemos prestado dinero y trigo. Pues bien, condonemos estas deudas.
11 Restituidles inmediatamente sus campos, sus viñas, sus olivares y sus casas, y perdonadles la deuda del dinero, del trigo, del vino y del aceite que les habéis prestado.»
12 Respondieron ellos: «Restituiremos y no les reclamaremos ya nada; haremos como tú has dicho.» Entonces llamé a los sacerdotes y les hice jurar que harían seguir esta promesa.
13 Luego sacudí los pliegues de mi manto diciendo: «¡Así sacuda Dios, fuera de su casa y de su hacienda, a todo aquel que no mantenga esta palabra: así sea sacudido y despojado!» Toda la asamblea respondió: «¡Amén!», y alabó a Yahveh. Y el pueblo cumplió esta palabra.
14 Además, desde el día en que el rey me mandó ser gobernador del país de Judá, desde el año veinte hasta el 32 del rey Artajerjes, durante doce años, ni yo ni mis hermanos comimos jamás del pan del gobernador.
15 En cambio los gobernadores anteriores que me precedieron gravaban al pueblo: cada día percibían de él, como contribución por el pan, cuarenta siclos de plata; también sus servidores oprimían al pueblo. Pero yo, por temor de Dios, no hice nunca esto.
16 Además he ayudado a la obra de la reparación de esta muralla, y, aunque no he adquirido campos, toda mi gente estaba también allí colaborando en la tarea.
17 A mi mesa se sentaban los jefes y los consejeros en número de 150 sin contar los que venían a nosotros de las naciones  vecinas.
18 Diariamente se aderezaban a expensas mías un toro, seis carneros escogidos y aves; y cada diez días se traía cantidad de odres de vino. Y a pesar de todo, jamás reclamé el pan del gobernador, porque un duro trabajo gravaba ya al pueblo.
19 ¡Acuérdate, Dios mío, para mi bien, de todo lo que he hecho por este pueblo!

Nehemías 6
1 Cuando Samballat, Tobías, Guésem el árabe, y los demás enemigos nuestros se enteraron de que yo había reconstruido la muralla y de que ya no quedaba en ella brecha alguna - aunque en aquel tiempo no estaban colocadas las hojas de las puertas -
2 Samballat y Guésem mandaron a decirme: «Ven a entrevistarte con nosotros en Hakkefirim, en el valle de Onó.» Pero ellos tramaban hacerme mal.
3 Por eso les envié mensajeros para decirles: «Estoy ocupado en una obra importante y no puedo bajar; ¿por qué voy a dejar que la obra se pare abandonándola para bajar donde vosotros?»
4 Cuatro veces me enviaron el mismo recado, y yo di la misma respuesta.
5 Entonces Samballat me envió a decir por quinta vez lo mismo por un criado suyo que traía una carta abierta
6 en la que estaba escrito: «Se oye entre las naciones, y así lo afirma Gasmu, el rumor de que tú y los judíos estáis  pensando sublevaros; que para ello reconstruyes la muralla y tratas de hacerte su rey,
7 que incluso has designado profetas para proclamar acerca de ti en Jerusalén: ¡Judá tiene rey! Estos rumores van a ser oídos por el rey; así que ven para que tomemos consejo juntos.»
8 Pero yo les mandé decir: «No hay nada de eso que dices; son invenciones de tu corazón.»
9 Porque lo que querían era meternos miedo, pensando: «Desfallecerán sus manos y no acabarán la obra.» Pero, por el contrario, yo me reafirmé más.
10 Había ido yo a casa de Semaías, hijo de Delaías, hijo Mehetabel, que se encontraba detenido. Dijo él: «Démonos cita en la Casa de Dios, en el interior del santuario; cerremos las puertas del santuario; porque van a venir a matarte, esta misma noche vienen a matarte.»
11 Pero yo respondí: «¿Un hombre como yo va a huir? ¿Qué hombre que sea como yo entraría en el santuario para salvar  su vida? No iré.»
12 Pues comprendí que él no había sido enviado por Dios, sino que había dicho esta profecía sobre mí porque Tobías le había comprado,
13 para que yo, llevado del miedo, lo hiciera así y pecase; y esto me diera mala fama y pudieran burlarse de mí.
14 Acuérdate, Dios mío, de Tobías, por lo que ha hecho; y también de Noadía, la profetisa, y de los demás profetas que trataron de asustarme.
15 La muralla quedó terminada el día veinticinco de Elul, en 52 días.
16 Cuando se enteraron todos nuestros enemigos y todas las naciones de alrededor lo vieron, les pareció una gran maravilla y reconocieron que esta obra había sido realizada por nuestro Dios.
17 En aquellos mismos días, los notables de Judá multiplicaron sus cartas dirigidas a Tobías y recibían las de éste;
18 porque tenía en Judá muchos aliados, por ser yerno de Sekanías, hijo de Ará, y por estar casado su hijo Yehojanán con la hija de Mesullam, hijo de Berekías.
19 Incluso llegaron a hablar bien de Tobías en mi presencia y le repetían mis palabras. Y Tobías mandaba cartas para  intimidarme.

Hechos 19
1 Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas y llegó a Éfeso donde encontró algunos discípulos;
2 les preguntó: «¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe?» Ellos contestaron: «Pero si nosotros no hemos oído decir siquiera que exista el Espíritu Santo.»
3 El replicó: «¿Pues qué bautismo habéis recibido?» - «El bautismo de Juan», respondieron.
4 Pablo añadió: «Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, o sea en Jesús.»
5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
6 Y, habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar.
7 Eran en total unos doce hombres.
8 Entró en la sinagoga y durante tres meses hablaba con valentía, discutiendo acerca del Reino de Dios e intentando  convencerles.
9 Pero como algunos, obstinados e incrédulos, hablaban mal del Camino ante la gente, rompió con ellos y formó grupo  aparte con los discípulos; y diariamente les hablaba en la escuela de Tirano.
10 Esto duró dos años, de forma que pudieron oír la Palabra del Señor todos los habitantes de Asia, tanto judíos como griegos.
11 Dios obraba por medio de Pablo milagros no comunes,
12 de forma que bastaba aplicar a los enfermos los pañuelos o mandiles que había usado y se alejaban de ellos las  enfermedades y salían los espíritus malos.
13 Algunos exorcistas judíos ambulantes intentaron también invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían  espíritus malos, y decían: «Os conjuro por Jesús a quien predica Pablo.»
14 Eran siete hijos de un tal Esceva, sumo sacerdote judío, los que hacían esto.
15 Pero el espíritu malo les respondió: «A Jesús le conozco y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?»
16 Y arrojándose sobre ellos el hombre poseído del mal espíritu, dominó a unos y otros y pudo con ellos de forma que tuvieron que huir de aquella casa desnudos y cubiertos de heridas.
17 Llegaron a enterarse de esto todos los habitantes de Éfeso, tanto judíos como griegos. El temor se apoderó de todos ellos y fue glorificado el nombre del Señor Jesús.
18 Muchos de los que habían creído venían a confesar y declarar sus prácticas.
19 Bastantes de los que habían practicado la magia reunieron los libros y los quemaron delante de todos. Calcularon el precio de los libros y hallaron que subía a 50.000 monedas de plata.
20 De esta forma la Palabra del Señor crecía y se robustecía poderosamente.
21 Después de estos sucesos, Pablo tomó la decisión de ir a Jerusalén pasando por Macedonia y Acaya. Y decía: «Después de estar allí he de visitar también Roma.»
22 Envió a Macedonia a dos de sus auxiliares, Timoteo y Erasto, mientras él se quedaba algún tiempo en Asia.
23 Por entonces se produjo un tumulto no pequeño con motivo del Camino.
24 Cierto platero, llamado Demetrio, que labraba en plata templetes de Artemisa y proporcionaba no pocas ganancias  a los artífices,
25 reunió a éstos y también a los obreros de este ramo y les dijo: «Compañeros, vosotros sabéis que a esta industria  debemos el bienestar;
26 pero estáis viendo y oyendo decir que no solamente en Éfeso, sino en casi toda el Asia, ese Pablo persuade y aparta a mucha gente, diciendo que no son dioses los que se fabrican con las manos.
27 Y esto no solamente trae el peligro de que nuestra profesión caiga en descrédito, sino también de que el templo de la gran diosa Artemisa sea tenido en nada y venga a ser despojada de su grandeza  aquella a quien adora toda el Asia y toda la tierra.»
28 Al oír esto, llenos de furor se pusieron a gritar: «¡Grande es la Artemisa de los efesios!»
29 La ciudad se llenó de confusión. Todos a una se precipitaron en el teatro arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de viaje de Pablo.
30 Pablo quiso entrar y presentarse al pueblo, pero se lo impidieron los discípulos.
31 Incluso algunos asiarcas, que eran amigos suyos, le enviaron a rogar que no se arriesgase a ir al teatro.
32 Unos gritaban una cosa y otros otra. Había gran confusión en la asamblea y la mayoría no sabía por qué se habían  reunido.
33 Algunos de entre la gente aleccionaron a Alejandro a quien los judíos habían empujado hacia delante. Alejandro pidió silencio con la mano y quería dar explicaciones al pueblo.
34 Pero al conocer que era judío, todos a una voz se pusieron a gritar durante casi dos horas: «¡Grande es la Artemisa  de los efesios!»
35 Cuando el magistrado logró calmar a la gente, dijo: «Efesios, ¿quién hay que no sepa que la ciudad de los efesios es la guardiana del templo de la gran Artemisa y de su estatua caída del cielo?
36 Siendo, pues, esto indiscutible, conviene que os calméis y no hagáis nada inconsideradamente.
37 Habéis traído acá a estos hombres que no son sacrílegos ni blasfeman contra nuestra diosa.
38 Si Demetrio y los artífices que le acompañan tienen quejas contra alguno, audiencias y procónsules hay; que presenten  sus reclamaciones.
39 Y si tenéis algún otro asunto, se resolverá en la asamblea legal.
40 Porque, además, corremos peligro de ser acusados de sedición por lo de hoy, no existiendo motivo alguno que nos  permita justificar este tumulto.» Dicho esto disolvió la asamblea.

lunes, 29 de enero de 2018

Nehemías 1-3; Hechos 18

Nehemías 1
1 Palabras de Nehemías, hijo de Jakalías. En el mes de Kisléu, el año veinte del rey Artajerjes, estando yo en la ciudadela de Susa,
2 Jananí, uno de mis hermanos, llegó con algunos hombres venidos de Judá. Yo les pregunté por los judíos - el Resto que se había salvado del cautiverio - y por Jerusalén.
3 Me respondieron: «Los restos del cautiverio que han quedado allí en la provincia se encuentran en gran estrechez y confusión. La muralla de Jerusalén está llena de brechas, y sus puertas incendiadas.»
4 Al oír estas palabras me senté y me puse a llorar; permanecí en duelo algunos días ayunando y orando ante el Dios del cielo.
5 Y dije: «Ah, Yahveh, Dios del cielo, tú, el Dios grande y temible, que guardas la alianza y el amor a los que te  aman y observan tus mandamientos;
6 estén atentos tus oídos y abiertos tus ojos para escuchar la oración de tu siervo, que yo hago ahora en tu presencia  día y noche, por los hijos de Israel, tus siervos, confesando los pecados que los hijos de Israel hemos cometido contra ti; ¡yo mismo y la casa de mi padre hemos pecado!
7 Hemos obrado muy mal contigo, no observando los mandamientos, los preceptos y las normas que tú habías prescrito a Moisés tu siervo.
8 Pero acuérdate de la palabra que confiaste a Moisés tu siervo: “Si sois infieles, yo os dispersaré entre los pueblos;
9 pero si, volviéndoos a mí guardáis mis mandamientos y los ponéis en práctica, aunque vuestros desterrados estuvieron en los confines de los cielos, yo los reuniré de allí y los conduciré de nuevo al Lugar que he elegido  para morada de mi Nombre.”
10 Aquí tienes a tus siervos y a tu pueblo que tú has rescatado con tu gran poder y tu fuerte mano.
11 ¡Ea, Señor, estén atentos tus oídos a la oración de tu siervo, a la oración de tus servidores, que desean venerar  tu Nombre! Concede ahora, te suplico, gracia a tu siervo y haz que encuentre favor ante ese hombre.» Era yo entonces copero del rey.

Nehemías 2
1 En el mes de Nisán, el año veinte del rey Artajerjes, siendo yo encargado del vino, tomé vino y se lo ofrecí al  rey. Anteriormente nunca había estado yo triste.
2 Me dijo, pues, el rey: «¿Por qué ese semblante tan triste? Tú, enfermo no estás. ¿Acaso tienes alguna preocupación en el corazón?» Yo quedé muy turbado,
3 y dije al rey: «¡Viva por siempre el rey! ¿Cómo no ha de estar triste mi semblante, cuando la ciudad donde están  las tumbas de mis padres está en ruinas, y sus puertas devoradas por el fuego?»
4 Replicóme el rey: «¿Qué deseas, pues?» Invoqué al Dios del cielo,
5 y respondí al rey: «Si le place al rey y estás satisfecho de tu siervo, envíame a Judá, a la ciudad de las tumbas  de mis padres, para que yo la reconstruya.»
6 El rey me preguntó, estando la reina sentada a su lado: «¿Cuánto durará tu viaje? ¿Cuándo volverás?» Yo le fijé un plazo que pareció aceptable al rey, y él me envió.
7 Añadí al rey: «Si le place al rey, que se me den cartas para los gobernadores de Transeufratina, para que me faciliten el camino hasta Judá;
8 y asimismo una carta para Asaf, el encargado de los parques reales, para que me proporcione madera de construcción para las puertas de la ciudadela del Templo, la muralla de la ciudad y la casa en que yo me he de instalar.» El rey me lo concedió, pues la mano bondadosa de mi Dios estaba conmigo.
9 Me dirigí, pues, a los gobernadores de Transeufratina y les entregué las cartas del rey. El rey me había hecho escoltar por oficiales del ejército y gente de a caballo.
10 Al enterarse de ello Samballat el joronita y Tobías el servidor ammonita, les sentó muy mal que alguien viniera  a procurar el bienestar de los israelitas.
11 Llegué a Jerusalén y me quedé allí tres días.
12 Luego me levanté de noche con unos pocos hombres, sin comunicar a nadie lo que mi Dios me había inspirado que hiciera por Jerusalén, y sin llevar conmigo más que la cabalgadura en que iba montado.
13 Saliendo, pues, de noche por la puerta del Valle, me dirigí hacia la Fuente del Dragón y hacia la puerta del Muladar: inspeccioné la muralla de Jerusalén por donde tenía brechas, y las puertas que habían sido devoradas por el fuego.
14 Continué luego hacia la puerta de la Fuente y la alberca del Rey, pero no había paso para mi cabalgadura.
15 Volví a subir, pues, de noche, por el Torrente, inspeccionando la muralla, y volví a entrar por la puerta del Valle. Así regresé a casa.
16 Los consejeros no supieron dónde había ido ni lo que había hecho. Hasta entonces no había dicho nada a los judíos: ni a los sacerdotes ni a los notables ni a los consejeros ni a los funcionarios;
17 entonces les dije: «Vosotros mismos veis la triste situación en que nos encontramos, pues Jerusalén está en ruinas, y sus puertas devoradas por el fuego. Vamos a reconstruir la muralla de Jerusalén, y no seremos más objeto de escarnio.»
18 Y les referí cómo la mano bondadosa de mi Dios había estado conmigo, y les relaté también las palabras que el rey me había dicho. Ellos dijeron: «¡Levantémonos y construyamos!» Y se afianzaron en su buen propósito.
19 Al enterarse de ello Samballat el joronita, Tobías el siervo ammonita y Guésem el árabe, se burlaron de nosotros  y vinieron a decirnos: «¿Qué hacéis? ¿Es que os habéis rebelado contra el rey?»
20 Yo les respondí: «El Dios del cielo nos hará triunfar. Nosotros sus siervos, vamos a ponernos a la obra. En cuanto  a vosotros, no tenéis parte ni derecho ni recuerdo en Jerusalén.»

Nehemías 3
1 El sumo sacerdote Elyasib y sus hermanos los sacerdotes se encargaron de construir la puerta de las Ovejas: la  armaron, fijaron sus hojas, barras y goznes, y continuaron hasta la torre de los Cien y hasta la torre de Jananel.
2 Al lado de ellos construyeron los de Jericó; a su lado construyó Zakkur, hijo de Imrí.
3 Los hijos de Hassenáa construyeron la puerta de los Peces: la armaron y fijaron sus hojas, barras y goznes.
4 A su lado reparó Meremot, hijo de Urías, hijo de Haqcós; a continuación reparó Mesullam, hijo de Berekías, hijo de Mesezabel; a su lado reparó Sadoq, hijo de Baaná.
5 Junto a él repararon los de Técoa, pero sus notables se negaron a poner su cuello al servicio de sus señores.
6 La puerta del Barrio nuevo la repararon Yoyadá, hijo de Paséaj, y Mesullam, hijo de Besodías: la armaron y fijaron sus hojas, barras y goznes.
7 A continuación de éstos repararon Melatías de Gabaón y Yadón de Meronot, así como los de Gabaón y de Mispá, a expensas del gobernador de Transeufratina.
8 A su lado reparó Uzziel, miembro del gremio de los orfebres, y a continuación reparó Jananías, del gremio de los perfumistas: ellos reconstruyeron Jerusalén hasta el muro de la Plaza.
9 A continuación reparó Refaías, hijo de Jur, jefe de la mitad del distrito de Jerusalén.
10 A continuación reparó Yedaías, hijo de Harumaf, delante de su casa; a continuación reparó Jattús, hijo de Hasabneías.
11 Malkiyías, hijo de Jarim, y Jassub, hijo de Pajat Moab, repararon la parte siguiente, hasta la torre de los Hornos.
12 A continuación de éstos reparó, con sus hijos, Sallum, hijo de Hallojés, jefe de la mitad del distrito de Jerusalén.
13 Repararon la puerta del Valle, Hanún y los habitantes de Zanóaj: la construyeron, fijaron sus hojas, barras y goznes, e hicieron mil codos de muro, hasta la puerta del Muladar.
14 La puerta del Muladar la reparó Malkiyías, hijo de Rekab, jefe del distrito de Bet Hakkérem, con sus hijos: fijó sus hojas, barras y goznes.
15 La puerta de la Fuente la reparó Sallum, hijo de Kol Jozé, jefe del distrito de Mispá: la construyó, la cubrió y fijó sus hojas, barras y goznes. También restauró el muro de la alberca del canal, que está junto al huerto del rey, hasta las escaleras que bajan de la Ciudad de David.
16 Después de él Nehemías, hijo de Aztuq, jefe de la mitad del distrito de Bet Sur, reparó hasta enfrente de las tumbas de David, hasta la alberca artificial y hasta la Casa de los Valientes.
17 A continuación repararon los levitas: Rejum, hijo de Baní; a su lado reparó Jasabías, jefe de la mitad del distrito de Queilá, en su distrito;
18 a continuación repararon sus hermanos: Binnuy, hijo de Jenadad, jefe de la mitad del distrito de Queilá;
19 a continuación Ezer, hijo de Josué, jefe de Mispá, reparó otra sección frente a la subida del Arsenal del Angulo.
20 Después de él Baruc, hijo de Zabbay, reparó otro sector, desde el Angulo hasta la puerta de la casa del sumo sacerdote Elyasib.
21 Después de él Meremot, hijo de Urías, hijo de Haqcós, reparó otro sector, desde la puerta de la casa de Elyasib  hasta el término de la misma.
22 Después de él prosiguieron la reparación los sacerdotes que habitaban en la Vega.
23 Repararon a continuación Benjamín y Jassub frente a sus casas. Después de ellos Azarías, hijo de Maaseías, hijo de Ananías, reparó junto a su casa.
24 Después de él Binnuy, hijo de Jenadad, reparó otra sección, desde la casa de Azarías hasta el Angulo y la esquina.
25 A continuación Palal, hijo de Uzay, reparó enfrente del Angulo y de la torre en saliente de la casa del rey, la de arriba que da al patio de la cárcel. Después de él Pedaías, hijo de Parós, reparó
26 hasta la puerta de las Aguas hacia Oriente y hasta delante de la torre en saliente.
27 A continuación los de Técoa repararon otro sector frente a la torre grande en saliente hasta el muro del Ofel.
28 Desde la puerta de los Caballos repararon los sacerdotes, cada uno frente a su casa.
29 Después de ellos reparó Sadoq, hijo de Immer, frente a su casa. Después de él reparó Semaías, hijo de Sekanías, encargado de la puerta Oriental.
30 Después de él, Jananías, hijo de Selemías, y Janún, sexto hijo de Salaf, repararon otro sector. A continuación reparó Mesullam, hijo de Berekías, frente a su vivienda.
31 Después de él Malkiyías, del gremio de los orfebres, reparó hasta la casa de los donados y de los comerciantes, frente a la puerta de la Inspección, hasta la cámara alta del ángulo.
32 Y entre la cámara alta del ángulo y la puerta de las Ovejas, repararon los orfebres y los comerciantes.
33 Cuando Samballat se enteró de que estábamos reconstruyendo la muralla, montó en cólera y se irritó mucho. Se burlaba de los judíos,
34 y decía delante de sus hermanos y de la gente principal de Samaría: «¿Qué pretenden hacer esos miserables judíos? ¿Es que quieren terminar en un día? ¿Van a dar vida a esas piedras, sacadas de montones de escombros y  calcinadas?»
35 Tobías el ammonita, que estaba junto a él, dijo: «¡Déjales que construyan; que si un chacal se alza, abrirá brecha en su muralla de piedra!»
36 ¡Escucha, Dios nuestro, porque nos desprecian. Haz que caiga su insulto sobre su cabeza. Entrégalos al desprecio en un país de cautividad!
37 No pases por alto su iniquidad, ni su pecado sea borrado en tu presencia, porque han insultado a los constructores.
38 Construimos, pues, la muralla, que quedó terminada hasta media altura. El pueblo había puesto su corazón en el  trabajo.

Hechos 18
1 Después de esto marchó de Atenas y llegó a Corinto.
2 Se encontró con un judío llamado Aquila, originario del Ponto, que acababa de llegar de Italia, y con su mujer  Priscila, por haber decretado Claudio que todos los judíos saliesen de Roma; se llegó a ellos
3 y como era del mismo oficio, se quedó a vivir y a trabajar con ellos. El oficio de ellos era fabricar tiendas.
4 Cada sábado en la sinagoga discutía, y se esforzaba por convencer a judíos y griegos.
5 Cuando llegaron de Macedonia Silas y Timoteo, Pablo se dedicó enteramente a la Palabra, dando testimonio ante los  judíos de que el Cristo era Jesús.
6 Como ellos se opusiesen y profiriesen blasfemias, sacudió sus vestidos y les dijo: «Vuestra sangre recaiga sobre vuestra cabeza; yo soy inocente y desde ahora me dirigiré a los gentiles.»
7 Entonces se retiró de allí y entró en casa de un tal Justo, que adoraba a Dios, cuya casa estaba contigua a la  sinagoga.
8 Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y otros muchos corintios al oír a Pablo creyeron y recibieron el bautismo.
9 El Señor dijo a Pablo durante la noche en una visión: «No tengas miedo, sigue hablando y no calles;
10 porque yo estoy contigo y nadie te pondrá la mano encima para hacerte mal, pues tengo yo un pueblo numeroso en esta ciudad.»
11 Y permaneció allí un año y seis meses, enseñando entre ellos la Palabra de Dios.
12 Siendo Galión procónsul de Acaya se echaron los judíos de común acuerdo sobre Pablo y le condujeron ante el tribunal
13 diciendo: «Este persuade a la gente para que adore a Dios de una manera contraria a la Ley.»
14 Iba Pablo a abrir la boca cuando Galión dijo a los judíos: «Si se tratara de algún crimen o mala acción, yo os  escucharía, judíos, con calma, como es razón.
15 Pero como se trata de discusiones sobre palabras y nombres y cosas de vuestra Ley, allá vosotros. Yo no quiero ser juez en estos asuntos.»
16 Y los echó del tribunal.
17 Entonces todos ellos agarraron a Sóstenes, el jefe de la sinagoga, y se pusieron a golpearlo ante el tribunal sin que a Galión le diera esto ningún cuidado.
18 Pablo se quedó allí todavía bastantes días; después se despidió de los hermanos y se embarcó rumbo a Siria; con  él iban Priscila y Aquila. En Cencreas se había cortado el pelo porque tenía hecho un voto.
19 Arribaron a Éfeso y allí se separó de ellos. Entró en la sinagoga y se puso a discutir con los judíos.
20 Le rogaron que se quedase allí más tiempo, pero no accedió,
21 sino que se despidió diciéndoles: «Volveré a vosotros otra vez, si Dios quiere.» Y embarcándose marchó de Éfeso.
22 Desembarcó en Cesarea, subió a saludar a la Iglesia y después bajó a Antioquía.
23 Después de pasar allí algún tiempo marchó a recorrer una tras otra las regiones de Galacia y Frigia para fortalecer  a todos los discípulos.
24 Un judío, llamado Apolo, originario de Alejandría, hombre elocuente, que dominaba las Escrituras, llegó a Éfeso.
25 Había sido instruido en el Camino del Señor y con fervor de espíritu hablaba y enseñaba con todo esmero lo referente  a Jesús, aunque solamente conocía el bautismo de Juan.
26 Este, pues, comenzó a hablar con valentía en la sinagoga. Al oírle Aquila y Priscila, le tomaron consigo y le expusieron más exactamente el Camino.
27 Queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron a ello y escribieron a los discípulos para que le recibieran. Una vez allí fue de gran provecho, con el auxilio de la gracia, a los que habían creído;
28 pues refutaba vigorosamente en público a los judíos, demostrando por las Escrituras que el Cristo era Jesús.

domingo, 28 de enero de 2018

2 Esdras 7-10; Hechos 17

2 Esdras 7
7 Cuando terminé de decir estas palabras, el ángel que me había sido enviado en las noches anteriores me fue enviado de nuevo. 2 Él me dijo: "Levántate, Esdras, y oye las palabras que he venido a hablarte".

3 Dije: "Habla, Señor mío".

Me dijo: "Un cierto mar está enclavado en un lugar espacioso, de modo que puede ser profundo y vasto, pero su entrada está enclavada en un lugar estrecho, como un río. 5* Y si alguno quiere ir al mar para verlo, o para enseñorearse de él, ¿cómo entrará en anchura, si no pasa por el estrecho? 6 Otro ejemplo: Una ciudad está construida y posicionada en una amplia llanura, llena de todas las cosas buenas. 7 Su entrada, sin embargo, es estrecha y está situada en un precipicio de modo que hay fuego a la derecha y agua profunda a la izquierda. 8 Hay un solo sendero entre ellos, entre el fuego y el agua, y el sendero sólo tiene espacio para las huellas humanas. 9 Si esa ciudad es dada a alguien como herencia, si el heredero no pasa por el peligro, ¿cómo recibirá el heredero la herencia?".

10 Yo dije: "Sí, Señor".

Me dijo: "Así también es la parte de Israel. Hice el mundo gracias a ellos. 11 Cuando Adán transgredió mis ordenanzas, lo que se había hecho fue juzgado, 12 y las entradas de este mundo se hicieron estrechas, dolorosas y angustiosas. Son pocos y malos, están llenos de peligros e involucran a personas en grandes dificultades. 13 Las entradas del mundo más grande, sin embargo, son espaciosas y seguras, y generan el fruto de la inmortalidad. 14 Si los que viven no entran en estos lugares estrechos y vacíos, no pueden recibir lo que les espera. 15 Por tanto, ¿por qué estáis perturbados, siendo corruptibles, y por qué estáis perturbados, siendo mortales? 16 ¿Por qué no has enfocado tu mente en lo que está por venir, en vez de en lo que está presente?"

17 Yo respondí: "Señor Supremo, tú ordenaste en tu Ley que los justos heredarán estas cosas, pero los impíos perecerán. 18 Los justos pueden tolerar lo estrecho, esperando lo espacioso, pero los que han actuado impíamente soportan lo estrecho y no verán lo espacioso".

19 Me dijo: "No eres más juez que Dios, ni más inteligente que el Altísimo. 20 Mejor que perezcan muchos de los que están vivos, que que se ignore la ley de Dios que está delante de ellos. 21 Dios mandó a los que venían al mundo después de su venida, lo que necesitaban hacer para vivir, y qué leyes debían observar para evitar el castigo. 22 Pero no fueron persuadidos y se opusieron a él. Llenaron sus cabezas con pensamientos inútiles, 23 e inventaron excusas por sus pecados. Ellos negaron enfáticamente que el Altísimo existe, y no aprendieron sus caminos. 24 Despreciaron su ley y rechazaron sus pactos. No fueron fieles a sus estatutos, y no realizaron las obras que él prescribió. 25 Por lo tanto, Esdras, las cosas vacías son para las cosas vacías y llenas para las llenas.

26 "¡Mira! Se acerca el tiempo en que aparecerán las señales que os dije de antemano, y la ciudad aparecerá, apareciendo como una novia, y la tierra que ahora está escondida será exhibida abiertamente. 27 Todo el que sea rescatado de los males anunciados verá mis maravillas. 28 Mi Hijo el ungido se revelará junto con los que están con él, y los que queden se regocijarán por cuatrocientos años.

29 "Después de estos años, morirá mi Hijo el ungido y todos los que tienen aliento humano. 30 El mundo volverá al silencio primitivo durante siete días, como en los primeros comienzos, para que nadie quede con vida. 31 Después de siete días, el mundo que aún no está despierto será despertado, y el mundo corrupto morirá. 32 La tierra devolverá a los que duermen, y el polvo devolverá en silencio a los que habitan en ella, y los lugares de reposo devolverán las almas que les han sido confiadas. 33 El Altísimo se revelará en el trono del juicio, y la misericordia pasará. Se retirará la paciencia, 34 y sólo quedará el juicio. La verdad surgirá, la fe recobrará fuerzas, y las obras tendrán sus consecuencias. La recompensa vendrá, las acciones justas despertarán, y las acciones injustas no dormirán.

36 "Aparecerá el lago de tormento, y frente a él el lugar de reposo. El horno del Infierno[c] será exhibido y frente a él el delicioso paraíso. 37 Entonces el Altísimo hablará a las naciones que han resucitado: Mirad y entended a quién habéis negado, a quién no habéis servido y a qué ordenanzas habéis despreciado. 38 Mirad a un lado y al otro: Aquí está el deleite y el reposo, y allá el fuego y los tormentos". Él les dirá estas cosas en el Día del Juicio, 39 un día que no tiene sol, ni luna, ni estrellas, 40 ni nubes, ni truenos, ni relámpagos, ni viento, ni agua, ni aire, ni oscuridad, ni noche, ni mañana, 41 ni verano, ni primavera, ni calor, ni invierno, ni heladas, ni frío, ni granizo, ni lluvia, ni rocío, 42 ni mediodía, ni noche, ni alba temprana, ni resplandor, ni resplandor, ni luz, sino sólo el esplendor de la luz del Altísimo. Todos empezarán entonces a ver qué cosas les esperan. 43 Tomará un período de aproximadamente una semana de años. 44 Este es mi juicio y los arreglos hechos para ello. Te he mostrado esto a ti solo."

45 Yo le contesté: "Ya lo he dicho antes, Señor, y lo digo ahora: Privilegiados son los que ahora viven que observan lo que tú has mandado. 46* Mas ¿qué hay de los que han sido objeto de mi oración? ¿Quién de todos los vivos que no ha pecado, o que entre los que han nacido no ha transgredido tu pacto? 47 Ahora veo que el mundo venidero deleitará a pocos y atormentará a muchos. 48 La inclinación a hacer el mal creció en nosotros. Nos alienó y nos llevó a la corrupción y a los caminos que conducen a la muerte. Nos mostró el camino a la condenación y nos alejó de la vida, y esto no le sucedió a unas pocas personas sino a casi todos los que fueron creados".

49 Él me respondió: "Escúchame, y yo te instruiré y te aconsejaré de nuevo. 50 Por esto el Altísimo no hizo un mundo, sino dos. 51 Respecto a lo que dijiste acerca de que los justos no son muchos, sino pocos, y que los malvados son numerosos, piensa en esto: 52 Si tienes muy pocas piedras escogidas, ¿añadirás plomo y arcilla a su número?"”[e]

53 Yo dije: "Señor, ¿quién haría tal cosa?"

54 Él me dijo: "No sólo esto, sino que pregunta a la tierra y te informará; lisonjéala y te lo dirá. 55 Dígale: Tú creas oro, plata, bronce, hierro, y también plomo y arcilla. 56 Pero la plata es más numerosa que el oro, y el bronce que la plata, y el hierro que el bronce, el plomo que el hierro, y la arcilla que el plomo. 57 Decide entonces qué cosas son preciosas y deseables, qué es abundante o qué es raro."

58 Dije: "Señor Supremo, lo que es abundante es más barato, porque lo que es más raro es valioso."

59 Él me respondió: "Reflexiona sobre lo que has pensado. Uno que tiene lo escaso se regocija más que uno que tiene lo abundante. 60 Así también será el juicio que he prometido. Me regocijaré sobre los pocos que serán salvos, porque ellos son los que hicieron prevalecer mi honor ahora y a través de los cuales se celebra mi reputación. 61 No me arrepentiré de la multitud que perece, porque ahora son como el vapor, el equivalente de la llama o el humo; arden y se encienden y se apagan".

62 Yo le respondí: "Tierra, ¿qué has hecho nacer? Si la conciencia está hecha de polvo como otras criaturas, hubiera sido mejor que el polvo en sí mismo nunca hubiera nacido, para que la conciencia no se hiciera de él. 64 Pero ahora la conciencia crece con nosotros, y debido a esto somos torturados, porque perecemos y somos conscientes del hecho. 65 Laméntese la raza humana y regocíjense las bestias salvajes. Que todos los nacidos se lamenten, pero que los animales de cuatro patas y los rebaños sean felices! 66 Es mucho mejor para ellos que para nosotros. No esperan juicio. No saben de los tormentos ni de la liberación que prometes después de la muerte. 67 Pero, ¿de qué nos sirve que seamos preservados, para ser torturados con tormentos? 68 Todos los que nacen son mezclados con violaciones, llenos de pecados, y cargados con crímenes. 69 Si no hubiéramos sido juzgados después de la muerte, tal vez hubiera sido mejor para nosotros."

70 Él me contestó: "Cuando el Altísimo hizo el mundo, y Adán y todos los descendientes de él, primero preparó el juicio y las cosas que pertenecen al juicio. 71 Ahora entiende sobre la base de tus propias palabras, porque dijiste:'La conciencia crece con nosotros'. 72 Los que moran en la tierra serán atormentados precisamente porque, aunque eran conscientes, cometieron violaciones. Aunque recibieron los mandamientos, no los guardaron. Cuando siguieron la Ley, falsificaron su contenido. 73 ¿Qué tendrán que decir en el juicio? ¿Cómo responderán en los últimos tiempos? 74 ¡Cuánto tiempo ha soportado el Altísimo a los que habitan en el mundo! Pero esto no fue por su bien, sino por el horario que ha establecido para el desarrollo de los tiempos".

75 Yo le respondí: "Si he hallado gracia en ti, Señor, muéstrale esto también a tu siervo: Después de la muerte, en cuanto cada uno entregue su alma, ¿nos quedaremos dormidos hasta que llegue el momento de que comiences a renovar la creación, o seremos atormentados de inmediato?

76 Él me respondió: "Yo también te mostraré esto. Pero no te asocies con aquellos que han mostrado desprecio, y no te cuentes entre aquellos que son atormentados. 77 Tienes un tesoro de obras guardadas con el Altísimo, pero no te será mostrado hasta las postrimerías.

78 "Una palabra sobre la muerte: Cuando la sentencia final sale del Altísimo para que muera el hombre, cuando el espíritu se aleja del cuerpo para ser enviado de nuevo al que lo dio, lo primero que hay que hacer es asombrarse ante la gloria del Altísimo. 79 Si el espíritu pertenecía a uno de los que despreciaban y no guardaban el camino del Altísimo, si era uno de los que despreciaban su Ley y odiaban a los que temían a Dios, 80 estos espíritus no se van a sus moradas sino que de inmediato vagan en tormentos. Constantemente se afligirán y estarán afligidos por siete razones:[g]

81 La primera razón: porque despreciaban la ley del Altísimo.

82 La segunda razón: porque ahora no pueden cambiar efectivamente sus corazones y sus vidas para poder vivir.

83 La tercera razón: porque verán la recompensa pagada a los que han creído en los testimonios del Altísimo.

84 La cuarta razón: porque considerarán que el tormento se ha guardado para sí mismos en los últimos días.

85 La quinta razón: porque verán las moradas de otros, custodiados por ángeles en gran silencio.

86 La sexta razón: porque ven venir el tormento sobre ellos de ahora en adelante.[h]

87 La séptima razón, que es mayor que todas las razones mencionadas anteriormente, porque se desvanecerán en la confusión y se consumirán en la desgracia.[i]

"Se marchitarán temerosos cuando vean la gloria del Altísimo, ante el cual pecaron cuando vivían y ante el cual serán juzgados en los últimos tiempos.

88 "El arreglo para los que guardan los caminos de Dios es este cuando comienzan a ser separados del cuerpo corruptible.En el tiempo de su exilio aquí, trabajaron duro para servir al Altísimo. Cada hora soportaban el peligro para poder guardar perfectamente la ley del legislador. 91 Primero, verán con gran gozo la gloria del que los recibe. Tendrán que descansar por cuenta de siete órdenes:

92 El primer orden, porque han luchado duro para vencer el pensamiento maligno que se formó en ellos para que no los condujera por el mal camino de la vida a la muerte.

93 El segundo orden, porque ven el pánico en el que vagan las almas de los malvados y el castigo que les espera.

94 La tercera orden, viendo el testimonio que su hacedor ha testificado de ellos, porque cuando vivían, guardaban la ley que fue dada por la fe.

95 El cuarto orden: entender el reposo pacífico que ahora disfrutan, reunidos en sus cámaras de reposo, custodiados por ángeles en profundo silencio, y entender la gloria que les espera en sus últimos días.

96 El quinto orden -regocijándose de cómo han escapado de lo corruptible y de cómo tendrán una herencia futura; además, viendo el espacio estrecho, lleno de trabajo, del cual han sido liberados, y el espacioso lugar que están a punto de recibir y disfrutar, ahora que son inmortales.

97 El sexto orden -cuando se les muestra cómo su rostro comienza a brillar como el sol y cómo comienzan a ser como las estrellas, como seres de luz incorruptible.

98 El séptimo orden, que es mayor que todos los mencionados, porque se regocijarán con confianza y confiarán sin desilusión y se regocijarán sin temor; porque se apresuran a ver el rostro de aquel a quien servían cuando vivían y de quien están a punto de recibir una recompensa ahora que son glorificados.

99 "Este es el orden de las almas de los justos, como se anuncia inmediatamente, y los mencionados anteriormente son los caminos del tormento que sufrirán los que no prestaron atención".

100 Yo respondí: "Por tanto, ¿se dará tiempo a las almas después de que se separen de los cuerpos para ver lo que me has dicho?"

101 Él me dijo: "Estarán libres por siete días, para que vean en esos siete días las cosas que se han predicho. Después de esto, serán reunidos en sus moradas".

102 Yo le contesté: "Si me miras con favor, muéstrale a tu siervo si en el Día del Juicio el justo podrá buscar misericordia para los impíos o interceder por ellos ante el Altísimo. 103 ¿Se les permitirá a los padres interceder por los hijos, a los hijos por los padres, a los hermanos unos por otros, a los parientes por sus allegados, a los fieles por sus seres queridos?".

104 Él me contestó: "Porque en verdad te favorezco, también te mostraré esto. El Día del Juicio es decisivo.Revela el sello de la verdad a todos. Incluso en el aquí y ahora un padre no envía a un niño, o a un niño el padre, o a un amo su sirviente, o a un amigo fiel un confidente querido, para que el uno entienda o duerma o coma o sea cuidado en el lugar de la otra persona. 105 De la misma manera, nadie intercederá jamás por otro; cada uno llevará entonces sus propias obras de justicia o injusticia".

106 Respondí: "¿Cómo, pues, hallamos que Abraham intercedió primero por el pueblo de Sodoma, y Moisés por nuestros antepasados que pecaron en el desierto? 107 y Josué, que vino después de él por Israel en los días de Acán; 108 y Samuel en los días de Saúl;n] y David por la plaga;[o] y Salomón por los del santuario; 109 y Elías por los que recibieron la lluvia, y por un muerto para que viviera; 110 y Ezequías por el pueblo en los días de Senaquerib, y muchos por muchos? 111 Por lo tanto, si los justos oraron por los impíos cuando la corrupción había aumentado y la injusticia se había multiplicado, ¿por qué no será lo mismo entonces?

112 Él me respondió: "El mundo actual no es el fin. La gloria no[p] permanece continuamente en ella, y así aquellos que fueron capaces oraron por los débiles. 113 Pero el Día del Juicio será el fin de este tiempo y el principio del futuro, un tiempo sin fin en el cual la decadencia ya no existirá, la indulgencia se deshará, la incredulidad será cortada, pero la justicia crecerá plenamente y surgirá la verdad. 115 Por lo tanto, nadie podrá tener misericordia de alguien que ha sido condenado en el juicio, ni abrumar a alguien que ha vencido".

116 Yo respondí: "Esta es mi primera y última palabra: Hubiera sido mejor si la tierra no hubiera engendrado a Adán, o si no lo hubiera engendrado a él, que no lo hubiera obligado a pecar. 117 ¿En qué beneficia a todos vivir con tristeza en el tiempo presente, y a los muertos esperar castigo? 118 Adam, ¿qué has hecho? Si pecaste, la caída no fue sólo tuya sino también de los nuestros que descienden de ti. 119 ¿De qué nos sirve que se nos prometa un tiempo inmortal, sino que hemos hecho obras que traen muerte? 120 ¿De qué nos sirve que se nos haya predicho la esperanza eterna, si hemos fracasado por completo? 121 ¿De qué sirve que se reserven viviendas seguras y sanas, pero nosotros nos hemos comportado mal? 122 ¿De qué sirve que la gloria del Altísimo proteja a los que se han comportado decentemente, si nosotros nos hemos comportado indecentemente? 123 ¿De qué nos sirve que se revele el paraíso, cuyo fruto permanece incorrupto, en el que hay abundancia y sanación, 124 pero no entraremos en él, porque hemos visitado lugares indecorosos? ¿De qué sirve que los rostros de los que practicaron la abstinencia brillen más que las estrellas cuando nuestros rostros son más negros que las tinieblas? 126 Mientras vivíamos y hacíamos el mal, no pensábamos en lo que sufriríamos después de la muerte.

127 Él respondió: "Estas son las reglas del concurso en el que participan todos los nacidos en la tierra: 128 Los vencidos sufrirán lo que tú has dicho, pero los vencedores recibirán lo que yo diga. 129 Este es el camino que Moisés declaró cuando vivía, hablando al pueblo: Elige la vida para ti... para que vivas.130 Pero no le creyeron a él ni a los profetas que vinieron después de él. Ni siquiera me creyeron cuando hablé con ellos. 131 No habrá tristeza por su destrucción, como habrá gozo por aquellos de quienes la salvación es segura."

132 Yo respondí: "Yo sé, Señor, que el Altísimo es ahora llamado misericordioso, porque tiene misericordia de los que aún no han venido al mundo. Se le llama 133 misericordioso, porque tiene misericordia de los que se convierten a su Ley, 134 y paciente, porque muestra paciencia a los que han pecado, ya que son su propia creación. 135 Sé que se le llama generoso, porque quiere dar dones en vez de exigirlos, 136 y muy misericordioso, porque multiplica cada vez más las misericordias hacia los que ahora viven y hacia los que fueron antes y hacia los que han de venir en el futuro. 137 Si no los hubiera multiplicado, el mundo con los que viven en él no existiría ahora. 138 Él es llamado[r] dador, porque si no diera por su propia bondad algún alivio de sus pecados a la gente que cometió pecados, ni una diez milésima parte de la humanidad podría vivir. 139 Se le llama juez, porque a menos que perdone a los creados por su palabra y aniquile la multitud de sus ofensas, 140 tal vez sólo unos pocos quedarán de la multitud innumerable".

2 Esdras 8
8 Él me contestó: "El Altísimo hizo este mundo por el bien de muchos, pero el mundo futuro por el bien de pocos. 2 Pero yo te diré una parábola, Esdras. Así como cuando le preguntas a la tierra y te dice que provee mucha arcilla para hacer barro, pero poco polvo del cual proviene el oro, así también funciona el mundo presente. 3 Muchos en verdad son creados, pero pocos serán salvados."

4 Yo respondí: "Por tanto, deleitaos en comprender, alma mía, y bebed hasta saciaros de ciencia.b] 5 Viniste al mundo[c] a regañadientes,[d] y contra tu voluntad te vas, y sólo te queda un poco de tiempo para vivir. 6 Señor, si permites que tus siervos oren delante de ti, danos semilla para el corazón y cultivo para que comprendamos que puede haber fruto del cual pueda vivir todo mortal que tenga la forma de un ser humano. 7 Sólo tú existes, y nosotros somos tu obra, como has dicho. 8 Porque tú das vida al cuerpo que ahora está formado en el vientre y le das miembros, tu creación está preservada en fuego y agua. Durante nueve meses el útero que has formado soporta lo que se crea en él. 9 Pero tanto el envase como su contenido serán conservados por su cuidado. Y cuando el vientre al fin da a luz lo que en él se crea, 10 habéis mandado que de los miembros mismos, es decir, de los pechos, se dé leche (el fruto de los pechos). 11 Por este medio, lo que está formado puede ser alimentado por un tiempo, y después dispondréis de esta persona en vuestra misericordia. 12 Le alimentasteis con vuestra justicia, le instruisteis en vuestra ley y le reprendisteis en vuestra sabiduría.13 Le harás morir como creación tuya y le darás vida como obra tuya.

14 Por tanto, si destruirás con una simple orden a uno que fue formado a tu orden con tanto trabajo, ¿por qué fue hecho? 15 Ahora hablaré con toda seguridad: Tú sabes mejor que nadie de la humanidad, pero ¿qué hay de tu pueblo que me aflige, 16 y de tu herencia por la cual me lamento, y de Israel, por cuya causa estoy triste, y de la simiente de Jacob, por la cual estoy perturbado? 17 Por tanto, oraré delante de vosotros por mí y por ellos, porque veo los defectos de los que vivimos en la tierra, 18 pero he oído hablar de la rapidez del juicio que ha de venir. 19 Por tanto, oid mi voz y pensad en mis palabras, y hablaré delante de vosotros."

20 El comienzo de las palabras de la oración de Esdras antes de que fuera levantado.f] Dijo:

Señor, vives en la eternidad.Los cielos más altos son vuestros, y vuestras cámaras superiores están en el aire. 21 Tu autoridad[h] está más allá de toda estimación, y tu gloria está más allá de nuestro poder de comprensión. Los ejércitos de ángeles esperan con temor, 22 y a tus órdenes se transforman en viento y fuego. Tu palabra es verdad, y lo que dices dura para siempre. 23 Tu mandamiento es poderoso, y tu precepto es temible. Tu mirada se seca en las profundidades, y tu amenaza hace que las montañas se derritan. Su verdad es reconocida. 24 Escucha la voz de tu siervo, y escucha mi petición, la petición de aquel a quien has formado, y escucha mis palabras. 25 ¡Pero yo! Hablaré mientras viva, y mientras tenga comprensión, responderé.

26 No prestes atención a los pecados de tu pueblo, sino a los que te han servido en verdad. 27 No consideréis a los que hacen el mal pecando, sino a los que han guardado vuestros pactos en medio de los tormentos. 28 No pienses en los que se han comportado mal en tu presencia, sino en los que se han propuesto saber lo que significa venerarte. 29 No te empeñes en destruir a los que han vivido tan descerebrados como vacas, sino mira a los que han mostrado tu Ley gloriosa. 30 No te enojes con aquellos que son estimados más bajos que los animales, sino ama a aquellos que constantemente han esperado honrarte.

31 Nosotros y los que nos precedieron hemos seguido caminos que conducen a la muerte, pero es por nosotros pecadores que se dice que ustedes son misericordiosos. 32 Si quieres tener piedad de nosotros, que no tenemos buenas obras a nuestro favor, entonces serás llamado compasivo. 33 Los justos que tienen muchas obras guardadas con vosotros recibirán recompensa por sus propias obras. 34 ¿Qué son los seres humanos para que te enojes con ellos, o una raza corrupta para que te enojes con ellos? 35 En verdad, nadie que haya nacido no ha violado tus mandamientos, y nadie que haya crecido no ha pecado. 36 Pero esto muestra tu bondad, Señor, cuando te compadeces de los que no tienen existencias de buenas obras.

37 Él me respondió: "Has dicho bien algunas cosas, y según tus palabras se hará. 38 En verdad, no pensaré en la formación de los pecadores, ni en su muerte, ni en su juicio, ni en su condenación, 39 sino que me regocijaré por la creación de los justos, ni en su camino, ni en su liberación, ni en la recepción de una recompensa. 40 Como he dicho, así es. 41 Así como el granjero siembra muchas semillas en la tierra, pero con el tiempo no todas las semillas que se siembran serán guardadas, ni todas las cosas plantadas echarán raíces, así tampoco todos los que se siembran en la tierra serán guardados.

42 Yo respondí: "Si he hallado gracia en ti, déjame hablarte, 43 porque la semilla del granjero no crece, tal vez porque no ha recibido tu lluvia en el tiempo; o si ha sido estropeada por la abundancia de la lluvia, perece. 44 Pero los seres humanos, que son moldeados por tus manos y nombrados a tu imagen, porque están hechos a tu semejanza, para quienes tú creaste todas las cosas, ¿los has comparado con las semillas de un granjero? 45 No, Señor sobre nosotros, sino perdona a tu pueblo y ten misericordia de tu heredad, porque tú tienes misericordia de tu propia creación".

46 Él me respondió: "Lo presente es para los que ahora son, y lo futuro para el futuro. 47 Vosotros estáis más lejos que yo de amar mi creación. Pero a menudo te has asociado con los malvados. Nunca lo hagas! 48 Pero aun en este aspecto el Altísimo te admirará, 49 porque te has humillado, como te conviene, y no te consideraste entre los justos para ser más glorificado. 50 Muchas miserias afligirán a los que habitan el mundo en los últimos tiempos, porque caminarán con gran orgullo. 51* Mas pensad en vosotros mismos, y preguntad por la gloria de los que son como vosotros. 52 Para vosotros se abre el paraíso, se planta el árbol de la vida, se prepara el tiempo futuro, se prepara la abundancia, se construye la ciudad, se establece el descanso, se perfecciona la bondad y se perfecciona la sabiduría de antemano. 53 La raíz del mal[j] está sellada de ti, la debilidad está abolida de ti, y la muerte está oculta; el inframundo[k] y la decadencia han huido al olvido. 54 Los dolores han pasado, y el tesoro de la inmortalidad se muestra hasta el fin. 55 Por lo tanto, no sigas preguntando por los muchos que perecen. 56 También recibieron libertad, pero despreciaron al Altísimo, hablaron mal de su ley y abandonaron sus caminos. 57 Además, también pisotearon a sus justos. 58 Dijeron en su corazón que no hay Dios, aunque sabían que tendrían que morir. 59 Así como las cosas que se predicen os recibirán, así también la sed y el tormento que están preparados los recibirán. El Altísimo no pretendía destruir a los seres humanos, sino que aquellos que fueron creados profanaron el nombre de su creador y fueron ingratos con aquel que les preparó la vida. 61 Por lo tanto, mi juicio se acerca, 62 que no he revelado a todos, excepto a ti y a unos pocos como tú."

63* Y respondí: Mira, Señor, tú me has mostrado muchas señales que has de hacer en los postreros tiempos, y no me has mostrado cuándo han de acontecer.

2 Esdras 9
9 Él me contestó: "Mide cuidadosamente dentro de ti mismo, y cuando veas que una parte de las señales que se predijeron han pasado, 2 entonces comprenderás que ha llegado el momento en que el Altísimo comenzará a visitar el mundo que él hizo. 3 Cuando el movimiento de los lugares, el tumulto de los pueblos, la conspiración de las naciones, la inconstancia de los líderes y la confusión de los príncipes aparezcan en el mundo, 4 entonces comprenderéis que fue sobre estas cosas que el Altísimo habló desde los días pasados, desde el principio. 5 Así como en todo lo que ha sucedido en el mundo, el principio es conocido desde el fin, y el fin viene a ser visto, 6 así también son los tiempos del Altísimo. Los comienzos se manifiestan en prodigios y obras poderosas, y el fin es evidente en hechos y en signos. 7 Todo esto -que será salvo, que podrá escapar por sus obras o por la fe con la que cree- 8 sobrevivirá a los peligros previstos y verá mi salvación en mi tierra y dentro de mis fronteras, que he santificado por mucho tiempo. 9 Entonces el que ahora ha abusado de mis caminos se asombrará, y el que los desechó con desprecio permanecerá en agonía. 10 Aquellos que no me reconocieron cuando estaban vivos, aunque recibieron beneficios; 11 aquellos que despreciaron mi Ley mientras disfrutaban de la libertad 12 y no recobraron el sentido común pero continuaron burlándose mientras que la oportunidad para una vida cambiada aún estaba abierta para ellos - esta gente debe reconocerme en tormento después de la muerte. 13* Mas no os afanéis más en saber cómo serán torturados los impíos. En vez de eso, pregunte cómo y cuándo los justos, a quienes pertenece el mundo y por quienes el mundo existe, serán salvos."

14 Yo respondí: 15 "Ya he dicho antes y ahora volveré a decir que los que perecen son más numerosos que los que se salvan, 16 así como una ola es más grande que una gota".

17 Él me respondió: "Como el campo, así es la semilla; y como las flores, así también los colores; como el trabajo, así también el producto;[b] y como el granjero, así la era. 18 Hubo un tiempo en este mundo -cuando me preparaba para los que ahora están, antes de que el mundo en el que morarían fuera hecho para ellos- nadie se opuso a mí, porque todavía no existía nadie. 19 Ahora, sin embargo, los que han sido creados en este mundo -un mundo provisto de una mesa inagotable y de un pasto sin fin- se han corrompido en sus hábitos. 20 Consideré la tierra, y observé que estaba arruinada. Consideré mi mundo, y, observen, estaba en peligro debido a las intrigas de aquellos que habían entrado en él. 21 Los vi y los salvé con gran dificultad; guardé para mí una uva de un racimo y una planta de un gran bosque.d] 22 Por tanto, que perezca la multitud que nació sin propósito, y que mi uva y mi planta sean preservadas, porque yo las perfeccioné con mucho esfuerzo. 23 Pero dejen pasar otros siete días. No ayunen durante este tiempo, 24 sino vayan a un campo de flores, donde no se construye ninguna casa, y coman sólo de las flores del campo. No pruebe la carne, y no beba vino, pero coma sólo flores. 25 Orad al Altísimo sin pausa, y yo iré a hablar con vosotros".

Visión de la mujer en duelo

26* Y salí, y él me dijo: Al campo que se llama Ardat. Me senté allí entre las flores, comí de las plantas del campo, y su comida me satisfizo. 27 Después de siete días estaba acostado en la hierba, y mi corazón volvió a estar turbado como antes. 28 Mi boca se abrió y comencé a decir ante el Altísimo: 29 "Señor, tú te has revelado a nosotros, a nuestros antepasados en el desierto, cuando salían de Egipto y cuando entraban en el desierto, que nadie cruzaba y que no daba fruto. Dijiste: 30 ¡Escúchame, Israel! ¡Vástagos de Jacob, presten atención a lo que digo! 31 Mirad, yo siembro mi ley en vosotros, y dará fruto en vosotros, y seréis glorificados en ella para siempre. 32 Aunque nuestros padres recibieron la ley, no la guardaron y no observaron lo que era legal. El fruto de la Ley no perece, ni puede perecer, porque es tuyo. 33 Pero los que lo recibieron perecieron, sin guardar lo que en ellos se sembró. 34 Normalmente, cuando la tierra recibe semillas o el mar un barco o algún otro contenedor de comida o bebida, y cuando sucede que lo que fue sembrado o lo que fue enviado o lo que fue recibido es destruido, 35 esas cosas mismas son destruidas, pero los contenedores permanecen. Pero esto no ha sido así en nuestro caso. 36 Nosotros que recibimos la Ley pecamos y pereceremos, junto con nuestros corazones que la recibieron; 37 sin embargo, la Ley no perece, sino que permanece en su gloria".

38 Mientras decía estas cosas en mi corazón, miré con mis ojos y vi a una mujer a mi derecha. Se lamentaba y lloraba con una voz fuerte, y experimentaba un profundo dolor. Sus ropas estaban rotas y tenía cenizas en la cabeza. 39 Descarté mis pensamientos, me volví hacia ella y le dije: 40 "¿Por qué lloras y por qué te entristeces tanto?

41 Ella me dijo: "Déjame, señor, para que llore por mí mismo y continúe en mi dolor, porque por dentro estoy muy amargado y deprimido".

42 Yo le dije: "¿Qué has sufrido? ¡Dímelo!"

43 Ella me dijo: "Yo, tu sierva, era estéril, y no había dado a luz, aunque tenía un marido desde hacía treinta años. 44 Hora tras hora y día tras día durante estos treinta años supliqué al Altísimo de noche y de día. 45 Después de treinta años Dios oyó a tu siervo y vio cuán abatido estaba. Se ocupó de mi angustia y me dio un hijo. Me regocijé grandemente por él, como lo hicieron mi esposo y todos mis conciudadanos, y honramos grandemente al poderoso. 46 Alimenté a mi hijo con mucho trabajo, 47 y cuando creció, vine a tomar una esposa para él y fijar el día de la fiesta de bodas.

2 Esdras 10
10 "Pero sucedió que cuando mi hijo entró en su cámara nupcial, se postró y murió. 2 Apagamos todas nuestras lámparas, y todos mis conciudadanos se levantaron para consolarme. Estuve callado hasta el día siguiente, hasta el anochecer. 3 Pero cuando todos dejaron de consolarme para que me callara, me levanté de noche y huí, y vine a este campo, como ves. 4 Ahora no pienso volver a la ciudad, sino quedarme aquí, y no comeré ni beberé, sino que me lamentaré y ayunaré sin cesar, hasta que muera".

5 Abandoné los pensamientos que me habían preocupado y le respondí con ira: 6 "La más insensata de todas las mujeres, ¿no ves nuestro dolor y lo que nos ha pasado? 7 Sión, la madre de todos nosotros, está afligida por la tristeza y totalmente abatida. Aflige poderosamente ahora porque todos estamos afligidos, y afligidos porque todos estamos afligidos. ¡Pero sólo estás de luto por un hijo!9 Preguntad a la tierra, y ella os dirá que ella es la que debe llorar, porque tantos han brotado sobre ella. 10 De ella, desde el principio, todos han nacido y otros vendrán. Mira, casi todos van a la ruina, y su multitud está condenada a la destrucción. 11 ¿Quién, pues, debe llorar más? ¿No debería ella, que ha perdido a una multitud tan grande en vez de ti, llorar por una? 12* Tal vez me decís: `Mi lamento no es como el de la tierra, porque perdí el fruto de mi vientre, el cual llevé con dolores, y engendré con dolores. 13 La tierra, sin embargo, está siguiendo el camino de la tierra; la multitud que está presente en ella va como vino". 14* Y yo os digo: Como paristeis apesadumbrados, así también desde el principio la tierra dio su fruto, humanidad, al que la hizo. 15 Por tanto, guarda para ti tu dolor, y soporta valientemente cualquier desgracia que te sobrevenga. 16 Si declaras que el decreto de Dios es justo, recibirás a tu hijo a su debido tiempo y también serás alabado entre las mujeres. 17 Por tanto, vete a la ciudad con tu marido."

Ella me dijo: 18 "No iré, ni entraré en la ciudad, sino que moriré aquí".

19 Volví a hablarle: 20 "No digas esto, sino déjate persuadir por el destino de Sión y sé consolado por el dolor de Jerusalén. 21 Vosotros veis que nuestro santuario ha sido destruido, nuestro altar ha sido demolido, nuestro templo ha sido destruido, 22 nuestra arpa ha sido bajada, nuestro himno ha sido silenciado, nuestro gozo ha sido deshecho, la luz de nuestro candelabro ha sido apagada, el cofre que contiene nuestro pacto ha sido tomado como saqueo, nuestras cosas santas han sido contaminadas, y el nombre que es invocado sobre nosotros ha sido deshonrado. Nuestros ciudadanos libres han sufrido abusos, nuestros sacerdotes han sido quemados hasta morir, nuestros levitas han ido al cautiverio, nuestras vírgenes han sido contaminadas, nuestras esposas han sido violadas, nuestros justos han sido arrebatados, nuestros pequeños han sido entregados, nuestros jóvenes han sido esclavizados, y nuestros hombres fuertes han sido privados de fuerza. 23 Aún más que todo esto, el sello de Sión (porque ahora ha desatado el sello de su gloria) es entregado a los que nos aborrecen. 24 Sacudid, pues, vuestra gran tristeza, y apartaos de la multitud de vuestros dolores, para que el poderoso os haga gracia, y el Altísimo os dé paz y descanso de vuestras fatigas".

25 Mientras le hablaba, ¡mira! De repente, su rostro brilló y su semblante se convirtió en un esplendor resplandeciente. Me asusté de ella y me pregunté qué estaba pasando. 26 Y ella, sin aviso, hizo un estruendo, una gran voz llena de temor, de tal manera que la tierra misma se estremeció con el estruendo. 27 Miré, y ella ya no se me apareció como mujer, sino que había una ciudad edificada, y apareció un lugar con grandes cimientos. Tuve miedo y grité con gran voz: "¿Dónde está el ángel Uriel, que vino a mí desde el principio? ¡Él es el que me ha hecho perder la cabeza! Mi fin se ha convertido en decadencia y mi oración en un reproche".

29 Mientras yo decía estas cosas, el ángel que había venido a mí al principio vino a mí otra vez y me miró. 30 Yo estaba tendido como un muerto, y había perdido la cabeza. Tomó mi mano fuerte, me consoló, me puso en pie y me dijo: 31 "¿Qué te ha pasado? ¿Por qué estás agitado? "¿Por qué tu mente, tu intelecto y tu entendimiento están turbados?"

Yo dije, 32 "Porque tú me abandonaste. Seguí tus instrucciones, y salí al campo, y mira aquí, vi y vi lo que no puedo describir."

Él me dijo: 33 "Levántate como un hombre y te lo recordaré".

Le dije: "Habla, mi Señor, pero no me abandones para que no muera por nada. 35 Lo que vi no tiene sentido y no entiendo lo que he oído. 36 ¿O mi mente está engañada y mi alma está soñando? 37 Te ruego, pues, que expliques a tu siervo esta visión desconcertante".

38 Él me respondió: "Escúchame. Dejad que os enseñe y os hablaré de lo que teméis, porque el Altísimo os ha revelado muchos misterios. 39 Vio que anduvisteis por el camino recto, porque lloráis sin cesar por vuestro pueblo, y lloráis mucho por Sión.

40 "He aquí, pues, el sentido de la visión. Esta es la explicación de la mujer que se te apareció hace poco, 41 a quien viste lamentando y a quien comenzaste a consolar 42 (aunque ahora no ves a una mujer, pero una ciudad completamente construida se te ha aparecido), 43 y que te contó sobre el destino de su hijo. 44 Esta mujer que viste es Sión, que ahora ves edificada como ciudad. 45 En cuanto a lo que os dijo, que fue estéril durante treinta años, es porque hubo tres mil años en el mundo en que aún no se habían hecho ofrendas en ella. 46 Después de tres mil años, Salomón edificó la ciudad e hizo ofrendas. Fue entonces cuando la mujer infértil dio a luz un hijo. 47 En cuanto a lo que ella os dijo, que lo alimentó con trabajo, este fue el tiempo en que Jerusalén fue habitada. 48 Y lo que ella os dijo, que su hijo entró en su cámara nupcial y murió, y que le sucedió a ella una desgracia, esta es la destrucción que le sucedió a Jerusalén. 49 Visteis, pues, su semejanza, cómo llora a su hijo, y comenzasteis a consolarla por estas cosas que habían acontecido. 50 Y el Altísimo, viendo que te entristeces sinceramente y que sufres por ella de todo corazón, te ha mostrado el esplendor de su gloria y la belleza con que se adorna. 51 Por eso os he dicho que permanezcáis en el campo donde no hay casa edificada: 52 Yo sabía que el Altísimo os iba a mostrar estas cosas. 53 Por lo tanto, os dije que vinierais al campo donde no hay cimientos de edificios, 54 porque ninguna obra de construcción humana podría sobrevivir en el lugar donde la ciudad del Altísimo estaba a punto de manifestarse. 55 Por tanto, no temáis, y que vuestro corazón no tenga miedo. Entrad y ved el esplendor y la grandeza del edificio, en la medida en que seáis capaces de ver con la vista. 56 Después de esto oiréis tanto como el oído de vuestros oídos pueda oír. 57 Sois más privilegiados que muchos y estáis llamados a la presencia del Altísimo, como pocos. 58 Mañana por la noche te quedarás aquí, 59 y el Altísimo te mostrará en visiones de sueños lo que el Altísimo traerá para los que viven en la tierra en los últimos días". 60 Y dormí aquella noche y la siguiente, como él me había dicho.

NOTA: PARA EL SEGUNDO LIBRO DE ESDRAS (2 ESDRAS), ESTAMOS UTILIZANDO LA VERSIÓN INGLESA DE LA BIBLIA COMÚN INGLESA (CEB= COMMON ENGLISH BIBLE).

NOS HEMOS VALIDO DEL TRADUCTOR DeepL (El mejor traductor de textos de que tengamos noticia)

Hechos 17
1 Atravesando Anfípolis y Apolonia llegaron a Tesalónica, donde los judíos tenían una sinagoga.
2 Pablo, según su costumbre, se dirigió a ellos y durante tres sábados discutió con ellos basándose en las Escrituras,
3 explicándolas y probando que Cristo tenía que padecer y resucitar de entre los muertos y que «este Cristo es Jesús, a quien yo os anuncio».
4 Algunos de ellos se convencieron y se unieron a Pablo y Silas así como una gran multitud de los que adoraban a Dios y de griegos y no pocas de las mujeres principales.
5 Pero los judíos, llenos de envidia, reunieron a gente maleante de la calle, armaron tumultos y alborotaron la ciudad. Se presentaron en casa de Jasón buscándolos para llevarlos ante el pueblo.
6 Al no encontrarlos, arrastraron a Jasón y a algunos hermanos ante los magistrados de la ciudad gritando: «Esos que han revolucionado todo el mundo se han presentado también aquí,
7 y Jasón les ha hospedado. Además todos ellos van contra los decretos del César y afirman que hay otro rey, Jesús.»
8 Al oír esto, el pueblo y los magistrados de la ciudad se alborotaron.
9 Pero después de recibir una fianza de Jasón y de los demás, les dejaron ir.
10 Inmediatamente, por la noche, los hermanos enviaron hacia Berea a Pablo y Silas. Ellos, al llegar allí, se fueron a la sinagoga de los judíos.
11 Estos eran de un natural mejor que los de Tesalónica, y aceptaron la palabra de todo corazón. Diariamente examinaban las Escrituras para ver si las cosas eran así.
12 Creyeron, pues, muchos de ellos y, entre los griegos, mujeres distinguidas y no pocos hombres.
13 Pero cuando los judíos de Tesalónica se enteraron de que también en Berea había predicado Pablo la Palabra de Dios, fueron también allá, y agitaron y alborotaron a la gente.
14 Los hermanos entonces hicieron marchar a toda prisa a Pablo hasta el mar; Silas y Timoteo se quedaron allí.
15 Los que conducían a Pablo le llevaron hasta Atenas y se volvieron con una orden para Timoteo y Silas de que fueran  donde él lo antes posible.
16 Mientras Pablo les esperaba en Atenas, estaba interiormente indignado al ver la ciudad llena de ídolos.
17 Discutía en la sinagoga con los judíos y con los que adoraban a Dios; y diariamente en el ágora con los que por  allí se encontraban.
18 Trababan también conversación con él algunos filósofos epicúreos y estoicos. Unos decían: «¿Qué querrá decir este charlatán?» Y otros: «Parece ser un predicador de divinidades extranjeras.» Porque anunciaba a Jesús y la  resurrección.
19 Le tomaron y le llevaron al Areópago; y le dijeron: «¿Podemos saber cuál es esa nueva doctrina que tú expones?
20 Pues te oímos decir cosas extrañas y querríamos saber qué es lo que significan.»
21 Todos los atenienses y los forasteros que allí residían en ninguna otra cosa pasaban el tiempo sino en decir u oír la última novedad.
22 Pablo, de pie en medio del Areópago, dijo: «Atenienses, veo que vosotros sois, por todos los conceptos, los más respetuosos de la divinidad.
23 Pues al pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he encontrado también un altar en el que estaba grabada  esta inscripción: «Al Dios desconocido.» Pues bien, lo que adoráis sin conocer, eso os vengo yo a anunciar.
24 «El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, que es Señor del cielo y de la tierra, no habita en santuarios  fabricados por manos humanas,
25 ni es servido por manos humanas, como si de algo estuviera necesitado, el que a todos da la vida, el aliento y todas las cosas.
26 El creó, de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra fijando los tiempos determinados y los límites del lugar donde habían de habitar,
27 con el fin de que buscasen la divinidad, para ver si a tientas la buscaban y la hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros;
28 pues en él vivimos, nos movemos y existimos, como han dicho algunos de vosotros: “Porque somos también de su linaje.”
29 «Si somos, pues, del linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad sea algo semejante al oro, la plata o la piedra, modelados por el arte y el ingenio humano.
30 «Dios, pues, pasando por alto los tiempos de la ignorancia, anuncia ahora a los hombres que todos y en todas partes deben convertirse,
31 porque ha fijado el día en que va a juzgar al mundo según justicia, por el hombre que ha destinado, dando a todos una garantía al resucitarlo de entre los muertos.»
32 Al oír la resurrección de los muertos, unos se burlaron y otros dijeron: «Sobre esto ya te oiremos otra vez.»
33 Así salió Pablo de en medio de ellos.
34 Pero algunos hombres se adhirieron a él y creyeron, entre ellos Dionisio Areopagita, una mujer llamada Damaris y algunos otros con ellos.

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...