martes, 30 de enero de 2018

Nehemías 4-6; Hechos 19

Nehemías 4
1 Cuando Samballat, Tobías, los árabes, los ammonitas y los asdoditas se enteraron de que la reparación de la muralla  de Jerusalén adelantaba - pues las brechas comenzaban a taparse - se enfurecieron mucho;
2 y se conjuraron todos a una para venir a atacar a Jerusalén y a humillarme a mí.
3 Pero invocamos a nuestro Dios y montamos guardia contra ellos de día y de noche.
4 Judá decía: «¡Flaquean las fuerzas de los cargadores: hay demasiado escombro; nosotros no podemos reconstruir la  muralla!»
5 Y nuestros enemigos decían: «¡Antes que se enteren o se den cuenta, iremos contra ellos, y los mataremos y pararemos  la obra!»
6 Pero algunos judíos que vivían junto a ellos vinieron a advertirnos por diez veces: «Vienen contra nosotros desde  todos los lugares que habitan.»
7 Se apostó, pues, el pueblo en los puntos más bajos, detrás de la muralla y en los lugares descubiertos, y coloqué a la gente por familias, cada uno con sus espadas, sus lanzas y sus arcos.
8 Al ver su miedo, me levanté y dije a los notables, a los consejeros y al resto del pueblo: «¡No les tengáis miedo; acordaos del Señor, grande y terrible, y combatid por vuestros hermanos, vuestros hijos y vuestras hijas, vuestras mujeres y vuestras casas!»
9 Cuando nuestros enemigos supieron que estábamos advertidos y que Dios había desbaratado sus planes, se retiraron, y todos nosotros volvimos a la muralla, cada cual a su trabajo.
10 Pero desde aquel día, sólo la mitad de mis hombres tomaban parte en el trabajo; la otra mitad, provistos de lanzas, escudos, arcos y corazas, se mantenía detrás de toda la casa de Judá
11 que construía la muralla. También los cargadores estaban armados: con una mano cuidaba cada uno de su trabajo, con la otra empuñaba el arma.
12 Cada uno de los constructores tenía ceñida a la cintura su espada mientras trabajaba. Había un corneta junto a mí para sonar el cuerno.
13 Dije a los notables, a los consejeros y al resto del pueblo: «La obra es importante y extensa, y nosotros estamos  diseminados a lo largo de la muralla, lejos unos de otros:
14 corred a reuniros con nosotros al lugar donde oigáis el sonido del cuerno, y nuestro Dios combatirá por nosotros.»
15 Así organizábamos el trabajo desde el despuntar del alba hasta que salían las estrellas.
16 Dije también entonces al pueblo: «Todos pasarán la noche en Jerusalén con sus criados, y así haremos guardia de  noche y trabajaremos de día.»
17 Pero ni yo ni mis hermanos ni mis gentes mi los hombres de guardia que me seguían nos quitábamos la ropa; todos  nosotros teníamos el arma en la mano.

Nehemías 5
1 Un gran clamor se suscitó entre la gente del pueblo y sus mujeres contra sus hermanos judíos.
2 Había quienes decían: «Nosotros tenemos que dar en prenda nuestros hijos y nuestras hijas para obtener grano con que comer y vivir.»
3 Había otros que decían: «Nosotros tenemos que empeñar nuestros campos, nuestras viñas y nuestras casas para conseguir grano en esta penuria.»
4 Y otros decían: «Tenemos que pedir prestado dinero a cuenta de nuestros campos y de nuestras viñas para el impuesto del rey;
5 y siendo así que tenemos la misma carne que nuestros hermanos, y que nuestros hijos son como sus hijos, sin embargo tenemos que entregar como esclavos a nuestros hijos y a nuestras hijas; ¡hay incluso entre nuestras hijas  quienes son deshonradas! Y no podemos hacer nada, ya que nuestros campos y nuestras viñas pertenecen a otros.»
6 Yo me indigné mucho al oír su queja y estas palabras.
7 Tomé decisión en mi corazón de reprender a los notables y a los consejeros, y les dije: «¡Qué carga impone cada  uno de vosotros a su hermano!» Congregué contra ellos una gran asamblea,
8 y les dije: «Nosotros hemos rescatado, en la medida de nuestras posibilidades, a nuestros hermanos judíos que habían sido vendidos a las naciones. ¡Y ahora sois vosotros los que vendéis a vuestros hermanos para que nosotros los rescatemos!» Ellos callaron sin saber qué responder.
9 Y yo continué: «No está bien lo que estáis haciendo. ¿No queréis caminar en el temor de nuestro Dios, para evitar los insultos de las naciones enemigas?
10 También yo, mis hermanos y mi gente, les hemos prestado dinero y trigo. Pues bien, condonemos estas deudas.
11 Restituidles inmediatamente sus campos, sus viñas, sus olivares y sus casas, y perdonadles la deuda del dinero, del trigo, del vino y del aceite que les habéis prestado.»
12 Respondieron ellos: «Restituiremos y no les reclamaremos ya nada; haremos como tú has dicho.» Entonces llamé a los sacerdotes y les hice jurar que harían seguir esta promesa.
13 Luego sacudí los pliegues de mi manto diciendo: «¡Así sacuda Dios, fuera de su casa y de su hacienda, a todo aquel que no mantenga esta palabra: así sea sacudido y despojado!» Toda la asamblea respondió: «¡Amén!», y alabó a Yahveh. Y el pueblo cumplió esta palabra.
14 Además, desde el día en que el rey me mandó ser gobernador del país de Judá, desde el año veinte hasta el 32 del rey Artajerjes, durante doce años, ni yo ni mis hermanos comimos jamás del pan del gobernador.
15 En cambio los gobernadores anteriores que me precedieron gravaban al pueblo: cada día percibían de él, como contribución por el pan, cuarenta siclos de plata; también sus servidores oprimían al pueblo. Pero yo, por temor de Dios, no hice nunca esto.
16 Además he ayudado a la obra de la reparación de esta muralla, y, aunque no he adquirido campos, toda mi gente estaba también allí colaborando en la tarea.
17 A mi mesa se sentaban los jefes y los consejeros en número de 150 sin contar los que venían a nosotros de las naciones  vecinas.
18 Diariamente se aderezaban a expensas mías un toro, seis carneros escogidos y aves; y cada diez días se traía cantidad de odres de vino. Y a pesar de todo, jamás reclamé el pan del gobernador, porque un duro trabajo gravaba ya al pueblo.
19 ¡Acuérdate, Dios mío, para mi bien, de todo lo que he hecho por este pueblo!

Nehemías 6
1 Cuando Samballat, Tobías, Guésem el árabe, y los demás enemigos nuestros se enteraron de que yo había reconstruido la muralla y de que ya no quedaba en ella brecha alguna - aunque en aquel tiempo no estaban colocadas las hojas de las puertas -
2 Samballat y Guésem mandaron a decirme: «Ven a entrevistarte con nosotros en Hakkefirim, en el valle de Onó.» Pero ellos tramaban hacerme mal.
3 Por eso les envié mensajeros para decirles: «Estoy ocupado en una obra importante y no puedo bajar; ¿por qué voy a dejar que la obra se pare abandonándola para bajar donde vosotros?»
4 Cuatro veces me enviaron el mismo recado, y yo di la misma respuesta.
5 Entonces Samballat me envió a decir por quinta vez lo mismo por un criado suyo que traía una carta abierta
6 en la que estaba escrito: «Se oye entre las naciones, y así lo afirma Gasmu, el rumor de que tú y los judíos estáis  pensando sublevaros; que para ello reconstruyes la muralla y tratas de hacerte su rey,
7 que incluso has designado profetas para proclamar acerca de ti en Jerusalén: ¡Judá tiene rey! Estos rumores van a ser oídos por el rey; así que ven para que tomemos consejo juntos.»
8 Pero yo les mandé decir: «No hay nada de eso que dices; son invenciones de tu corazón.»
9 Porque lo que querían era meternos miedo, pensando: «Desfallecerán sus manos y no acabarán la obra.» Pero, por el contrario, yo me reafirmé más.
10 Había ido yo a casa de Semaías, hijo de Delaías, hijo Mehetabel, que se encontraba detenido. Dijo él: «Démonos cita en la Casa de Dios, en el interior del santuario; cerremos las puertas del santuario; porque van a venir a matarte, esta misma noche vienen a matarte.»
11 Pero yo respondí: «¿Un hombre como yo va a huir? ¿Qué hombre que sea como yo entraría en el santuario para salvar  su vida? No iré.»
12 Pues comprendí que él no había sido enviado por Dios, sino que había dicho esta profecía sobre mí porque Tobías le había comprado,
13 para que yo, llevado del miedo, lo hiciera así y pecase; y esto me diera mala fama y pudieran burlarse de mí.
14 Acuérdate, Dios mío, de Tobías, por lo que ha hecho; y también de Noadía, la profetisa, y de los demás profetas que trataron de asustarme.
15 La muralla quedó terminada el día veinticinco de Elul, en 52 días.
16 Cuando se enteraron todos nuestros enemigos y todas las naciones de alrededor lo vieron, les pareció una gran maravilla y reconocieron que esta obra había sido realizada por nuestro Dios.
17 En aquellos mismos días, los notables de Judá multiplicaron sus cartas dirigidas a Tobías y recibían las de éste;
18 porque tenía en Judá muchos aliados, por ser yerno de Sekanías, hijo de Ará, y por estar casado su hijo Yehojanán con la hija de Mesullam, hijo de Berekías.
19 Incluso llegaron a hablar bien de Tobías en mi presencia y le repetían mis palabras. Y Tobías mandaba cartas para  intimidarme.

Hechos 19
1 Mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas y llegó a Éfeso donde encontró algunos discípulos;
2 les preguntó: «¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando abrazasteis la fe?» Ellos contestaron: «Pero si nosotros no hemos oído decir siquiera que exista el Espíritu Santo.»
3 El replicó: «¿Pues qué bautismo habéis recibido?» - «El bautismo de Juan», respondieron.
4 Pablo añadió: «Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, o sea en Jesús.»
5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
6 Y, habiéndoles Pablo impuesto las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar.
7 Eran en total unos doce hombres.
8 Entró en la sinagoga y durante tres meses hablaba con valentía, discutiendo acerca del Reino de Dios e intentando  convencerles.
9 Pero como algunos, obstinados e incrédulos, hablaban mal del Camino ante la gente, rompió con ellos y formó grupo  aparte con los discípulos; y diariamente les hablaba en la escuela de Tirano.
10 Esto duró dos años, de forma que pudieron oír la Palabra del Señor todos los habitantes de Asia, tanto judíos como griegos.
11 Dios obraba por medio de Pablo milagros no comunes,
12 de forma que bastaba aplicar a los enfermos los pañuelos o mandiles que había usado y se alejaban de ellos las  enfermedades y salían los espíritus malos.
13 Algunos exorcistas judíos ambulantes intentaron también invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían  espíritus malos, y decían: «Os conjuro por Jesús a quien predica Pablo.»
14 Eran siete hijos de un tal Esceva, sumo sacerdote judío, los que hacían esto.
15 Pero el espíritu malo les respondió: «A Jesús le conozco y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?»
16 Y arrojándose sobre ellos el hombre poseído del mal espíritu, dominó a unos y otros y pudo con ellos de forma que tuvieron que huir de aquella casa desnudos y cubiertos de heridas.
17 Llegaron a enterarse de esto todos los habitantes de Éfeso, tanto judíos como griegos. El temor se apoderó de todos ellos y fue glorificado el nombre del Señor Jesús.
18 Muchos de los que habían creído venían a confesar y declarar sus prácticas.
19 Bastantes de los que habían practicado la magia reunieron los libros y los quemaron delante de todos. Calcularon el precio de los libros y hallaron que subía a 50.000 monedas de plata.
20 De esta forma la Palabra del Señor crecía y se robustecía poderosamente.
21 Después de estos sucesos, Pablo tomó la decisión de ir a Jerusalén pasando por Macedonia y Acaya. Y decía: «Después de estar allí he de visitar también Roma.»
22 Envió a Macedonia a dos de sus auxiliares, Timoteo y Erasto, mientras él se quedaba algún tiempo en Asia.
23 Por entonces se produjo un tumulto no pequeño con motivo del Camino.
24 Cierto platero, llamado Demetrio, que labraba en plata templetes de Artemisa y proporcionaba no pocas ganancias  a los artífices,
25 reunió a éstos y también a los obreros de este ramo y les dijo: «Compañeros, vosotros sabéis que a esta industria  debemos el bienestar;
26 pero estáis viendo y oyendo decir que no solamente en Éfeso, sino en casi toda el Asia, ese Pablo persuade y aparta a mucha gente, diciendo que no son dioses los que se fabrican con las manos.
27 Y esto no solamente trae el peligro de que nuestra profesión caiga en descrédito, sino también de que el templo de la gran diosa Artemisa sea tenido en nada y venga a ser despojada de su grandeza  aquella a quien adora toda el Asia y toda la tierra.»
28 Al oír esto, llenos de furor se pusieron a gritar: «¡Grande es la Artemisa de los efesios!»
29 La ciudad se llenó de confusión. Todos a una se precipitaron en el teatro arrastrando consigo a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de viaje de Pablo.
30 Pablo quiso entrar y presentarse al pueblo, pero se lo impidieron los discípulos.
31 Incluso algunos asiarcas, que eran amigos suyos, le enviaron a rogar que no se arriesgase a ir al teatro.
32 Unos gritaban una cosa y otros otra. Había gran confusión en la asamblea y la mayoría no sabía por qué se habían  reunido.
33 Algunos de entre la gente aleccionaron a Alejandro a quien los judíos habían empujado hacia delante. Alejandro pidió silencio con la mano y quería dar explicaciones al pueblo.
34 Pero al conocer que era judío, todos a una voz se pusieron a gritar durante casi dos horas: «¡Grande es la Artemisa  de los efesios!»
35 Cuando el magistrado logró calmar a la gente, dijo: «Efesios, ¿quién hay que no sepa que la ciudad de los efesios es la guardiana del templo de la gran Artemisa y de su estatua caída del cielo?
36 Siendo, pues, esto indiscutible, conviene que os calméis y no hagáis nada inconsideradamente.
37 Habéis traído acá a estos hombres que no son sacrílegos ni blasfeman contra nuestra diosa.
38 Si Demetrio y los artífices que le acompañan tienen quejas contra alguno, audiencias y procónsules hay; que presenten  sus reclamaciones.
39 Y si tenéis algún otro asunto, se resolverá en la asamblea legal.
40 Porque, además, corremos peligro de ser acusados de sedición por lo de hoy, no existiendo motivo alguno que nos  permita justificar este tumulto.» Dicho esto disolvió la asamblea.

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...