miércoles, 24 de enero de 2018

1 Esdras 4-6; Hechos 15

Esdras 4
1 Cuando los enemigos de Judá y de Benjamín se enteraron de que los deportados estaban edificando un santuario a  Yahveh, Dios de Israel,
2 se presentaron a Zorobabel, a Josué y a los cabezas de familia, y les dijeron: «Vamos a edificar junto con vosotros, porque, como vosotros, buscamos a vuestro Dios y le sacrificamos, desde los tiempos de Asarjaddón, rey de Asiria, que nos trajo aquí.»
3 Zorobabel, Josué y los restantes cabezas de familia israelitas les contestaron: «No podemos edificar juntos nosotros y vosotros una Casa a nuestro Dios: a nosotros solos nos toca construir para Yahveh, Dios de Israel, como nos lo ha mandado Ciro, rey de Persia.»
4 Entonces el pueblo de la tierra se puso a desanimar al pueblo de Judá y a meterles miedo para que no siguiesen edificando;
5 y sobornaron contra ellos a algunos consejeros para hacer fracasar su proyecto; así durante todo el tiempo de Ciro, rey de Persia, hasta el reinado de Darío, rey de Persia.
6 Bajo el reinado de Jerjes, al comienzo de su reinado, presentaron ellos por escrito una denuncia contra los habitantes de Judá y Jerusalén.
7 En tiempo de Artajerjes, Mitrídates, Tabeel y demás colegas suyos escribieron contra Jerusalén a Artajerjes, rey de Persia. El texto del documento estaba en escritura aramea y en lengua aramea.
8 Rejum, gobernador, y Simsay, secretario, escribieron al rey Artajerjes contra Jerusalén una carta. -
9 Rejum el gobernador, Simsay el secretario y demás colegas; los jueces y los legados, funcionarios persas; las gentes de Uruk, de Babilonia y de Susa - es decir los elamitas -
10 y los restantes pueblos que el gran Asurbanipal deportó y estableció en las ciudades de Samaría y en el resto de  Transeufratina.
11 Esta es la copia de la carta que le enviaron: «Al rey Artajerjes, tus servidores, las gentes de Transeufratina, etc.
12 Ha de saber el rey que los judíos que subieron de tu lado hacia nosotros y llegaron a Jerusalén están reconstruyendo  esta ciudad rebelde y perversa; tratan de levantar las murallas, y ya han echado los cimientos.
13 Sepa, pues, el rey, que si esta ciudad se reconstruye y se levantan sus murallas, no se pagarán más impuestos,  contribución ni peaje, y al fin esta ciudad perjudicará a los reyes.
14 Ahora bien, a nosotros, puesto que comemos la sal del palacio, nos resulta intolerable ver esta afrenta que se hace al rey; por eso enviamos al rey esta denuncia,
15 para que se investigue en las Memorias de tus padres: en estas Memorias encontrarás y te enterarás de que esta  ciudad es una ciudad rebelde, molesta para los reyes y las provincias, y que en ella se han fomentado insurrecciones  desde antiguo. Por este motivo fue destruida esta ciudad.
16 Nosotros informamos al rey que, si esta ciudad se reconstruye y se levantan sus murallas, bien pronto ya no tendrás más territorios en Transeufratina.»
17 El rey envió esta respuesta: «A Rejum, gobernador, a Simsay, secretario, y a los restantes colegas residentes en Samaría y demás lugares en Transeufratina, paz, etc.
18 «El documento que nos habéis enviado ha sido traducido y leído en mi presencia.
19 Di orden de que se investigase, y se ha encontrado que esta ciudad se ha venido rebelando contra los reyes desde antiguo, y que por ella se han fomentado revueltas e insurrecciones.
20 Que hubo en Jerusalén reyes poderosos, cuyo dominio se extendía sobre toda Transeufratina: se les pagaba impuestos, contribuciones y peaje.
21 Ordenad, pues, que se interrumpa la empresa de esos hombres: esa ciudad no debe ser reconstruida hasta nueva orden.
22 Guardaos de actuar con negligencia en este asunto, no sea que el mal aumente en perjuicio de los reyes.»
23 En cuanto la copia del documento del rey Artajerjes fue leída ante Rejum, el gobernador, Simsay, el secretario , y sus colegas, salieron a toda prisa hacia Jerusalén, donde los judíos, y les obligaron a suspender sus obras por la fuerza de las armas.
24 Así se suspendieron las obras de la Casa de Dios en Jerusalén: quedaron interrumpidas hasta el año segundo del reinado de Darío, rey de Persia.

Esdras 5
1 Los profetas Ageo y Zacarías, hijo de Iddó, empezaron a profetizar a los judíos de Judá y de Jerusalén, en nombre del Dios de Israel que velaba sobre ellos.
2 Con esto, Zorobabel, hijo de Sealtiel, y Josué, hijo de Yosadaq, se decidieron a reanudar la construcción de la Casa de Dios en Jerusalén: los profetas de Dios estaban con ellos, apoyándoles.
3 Por entonces, Tattenay, sátrapa de Transeufratina, Setar Boznay y sus colegas vinieron donde ellos y les preguntaron: «¿Quién os ha autorizado a construir esta Casa y a rematar este santuario?
4 ¿Cómo se llaman los hombres que construyen este edificio?»
5 Pero los ojos de su Dios velaban sobre los ancianos de los judíos, y no se les obligó a suspender la obra en espera  de que llegase un informe a Darío y volviera un decreto oficial sobre el particular.
6 Copia de la carta que Tattenay, sátrapa de Transeufratina, Setar Boznay y sus colegas, las autoridades de Transeufratina, remitieron al rey Darío.
7 Le enviaron un escrito de este tenor: «Al rey Darío, paz completa.
8 Sepa el rey que nosotros hemos ido a la provincia de Judá, a la Casa del gran Dios: se está reconstruyendo con  piedras sillares; se recubren de madera las paredes; la obra se ejecuta cuidadosamente y adelanta en sus manos.
9 Preguntando, pues, a estos ancianos, les hemos dicho: “¿Quién os ha autorizado a construir esta Casa y a rematar este santuario?”
10 Les hemos preguntado además sus nombres para informarte de ello; y así te damos por escrito los nombres de los  hombres que están al frente de ellos.
11 «Ellos nos han dado esta respuesta: “Nosotros somos servidores del Dios del cielo y de la tierra; estamos reconstruyendo una Casa que estuvo en pie anteriormente durante muchos años y que un gran rey de Israel construyó  y acabó.
12 Pero nuestros padres irritaron al Dios del cielo, y él los entregó en manos de Nabucodonosor, el caldeo, rey de  Babilonia.
13 Sin embargo, el año primero de Ciro, rey de Babilonia, el rey Ciro dio autorización para reconstruir esta Casa  de Dios;
14 además los utensilios de oro y plata de la Casa de Dios que Nabucodonosor había quitado al santuario de Jerusalén  y había llevado al santuario de Babilonia, el rey Ciro los mandó sacar del santuario de Babilonia, y entregar a un hombre llamado Sesbassar, a quien constituyó sátrapa;
15 y le dijo: Toma estos utensilios; vete a llevarlos al santuario de Jerusalén y que sea reconstruida la Casa de Dios en su emplazamiento;
16 vino, pues, este Sesbassar y echó los cimientos de la Casa de Dios en Jerusalén, y desde entonces hasta el presente se viene reconstruyendo, pero no está acabada.”
17 «Ahora, pues, si le place al rey, investíguese en el departamento del tesoro del rey de Babilonia si es verdad que el rey Ciro dio autorización para reconstruir esta Casa de Dios en Jerusalén. Y que se nos remita la decisión del rey sobre este asunto.»

Esdras 6
1 Entonces, por orden del rey Darío, se investigó en los archivos del tesoro conservado allí en Babilonia,
2 y se encontró en Ecbátana, la fortaleza situada en la provincia de los medos, un rollo cuyo tenor era el siguiente: «Memorándum.
3 «El año primero del rey Ciro, el rey Ciro ha ordenado: “Casa de Dios en Jerusalén”: «La Casa será construida como lugar donde se ofrezcan sacrificios y sus fundamentos quedarán establecidos. Su altura será de sesenta codos, su anchura de sesenta codos.
4 Habrá tres hileras de piedras de sillería y una de madera. Los gastos serán costeados por la casa del rey.
5 Además, los utensilios de oro y plata de la Casa de Dios, que Nabucodonosor sacó del santuario de Jerusalén y se  llevó a Babilonia, serán restituidos, para que todo vuelva a ocupar su lugar en el santuario de Jerusalén y vuelva a ser colocado en la Casa de Dios.
6 «Ahora, pues, Tattenay, sátrapa de Transeufratina, Setar Boznay y vosotros, sus colegas, las autoridades de Transeufratina, retiraos de allí;
7 dejad trabajar en esta Casa de Dios al sátrapa de Judá y a los ancianos de los judíos, y que reconstruyan esa Casa  de Dios en su emplazamiento.
8 Estas son mis órdenes acerca de vuestro proceder con los ancianos de los judíos para la reconstrucción de esa Casa de Dios: de los fondos reales de los impuestos de Transeufratina, se les pagarán a esos hombres los gastos exactamente y sin interrupción.
9 Lo que necesiten para holocaustos de Dios del cielo: novillos, carneros y corderos, así como trigo, sal, vino y aceite, se les proporcionará sin falta cada día, según las indicaciones de los sacerdotes de Jerusalén,
10 para que se ofrezcan al Dios del cielo ofrendas agradables y se ruegue por la vida del rey y de sus hijos.
11 Ordeno, además, lo siguiente: A todo aquel que no cumpla este edicto, le será arrancada de su casa una viga, se le amarrará a ella y será azotado; en cuanto a su casa, será reducida, por este delito, a un montón de escombros.
12 Y el Dios que ha puesto allí la morada de su Nombre, aplaste a todo aquel rey o pueblo que trate de transgredir  esto, destruyendo esa Casa de Dios en Jerusalén. Yo, Darío, he promulgado este decreto. Sea ejecutado  exactamente.»
13 Entonces Tattenay, sátrapa de Transeufratina, Setar Boznay y sus colegas ejecutaron exactamente las instrucciones mandadas par el rey Darío.
14 Así, los ancianos de los judíos continuaron reconstruyendo con éxito, según la profecía de Ageo el profeta, y de Zacarías, hijo de Iddó. Llevaron a término la construcción según la orden del Dios de Israel y la orden de Ciro y de Darío.
15 Esta Casa fue terminada el día veintitrés del mes de Adar, el año sexto del reinado del rey Darío.
16 Los israelitas - los sacerdotes, los levitas y el resto de los deportados - celebraron con júbilo la dedicación de esta Casa de Dios;
17 ofrecieron para la dedicación de esta Casa de Dios cien toros, doscientos carneros, cuatrocientos corderos y, como  sacrificio por el pecado de todo Israel, doce machos cabríos, conforme al número de las tribus de Israel.
18 Luego establecieron a los sacerdotes según sus categorías, y a los levitas según sus clases, para el servicio de la Casa de Dios en Jerusalén, según está escrito en el libro de Moisés.
19 Los deportados celebraron la Pascua el día catorce del primer mes;
20 ya que los levitas se habían purificado como un solo hombre, todos estaban puros; inmolaron, pues, la pascua para todos los deportados, para sus hermanos los sacerdotes y para sí mismos.
21 Comieron la pascua los israelitas que habían vuelto del destierro y todos aquellos que, habiendo roto con la impureza  de las gentes del país se habían unido a ellos para buscar a Yahveh, Dios de Israel.
22 Celebraron con júbilo, durante siete días, la fiesta de los Ázimos, porque Yahveh les había llenado de gozo, pues volvió hacia ellos el corazón del rey de Asiria, para que reafirmase sus manos en las obras de la Casa de su Dios, el Dios de Israel.

Hechos 15
1 Bajaron algunos de Judea que enseñaban a los hermanos: «Si no os circuncidáis conforme a la costumbre mosaica,  no podéis salvaros.»
2 Se produjo con esto una agitación y una discusión no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos; y decidieron que Pablo y Bernabé y algunos de ellos subieran a Jerusalén, donde los apóstoles y presbíteros, para tratar esta cuestión.
3 Ellos, pues, enviados por la Iglesia, atravesaron Fenicia y Samaria, contando la conversión de los gentiles y produciendo gran alegría en todos los hermanos.
4 Llegados a Jerusalén fueron recibidos por la Iglesia y por los apóstoles y presbíteros, y contaron cuanto Dios había hecho juntamente con ellos.
5 Pero algunos de la secta de los fariseos, que habían abrazado la fe, se levantaron para decir que era necesario  circuncidar a los gentiles y mandarles guardar la Ley de Moisés.
6 Se reunieron entonces los apóstoles y presbíteros para tratar este asunto.
7 Después de una larga discusión, Pedro se levantó y les dijo: «Hermanos, vosotros sabéis que ya desde los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran.
8 Y Dios, conocedor de los corazones, dio testimonio en su favor comunicándoles el Espíritu Santo como a nosotros;
9 y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros, pues purificó sus corazones con la fe.
10 ¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros  padres ni nosotros pudimos sobrellevar?
11 Nosotros creemos más bien que nos salvamos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos.»
12 Toda la asamblea calló y escucharon a Bernabé y a Pablo contar todas las señales y prodigios que Dios había realizado  por medio de ellos entre los gentiles.
13 Cuando terminaron de hablar, tomó Santiago la palabra y dijo: «Hermanos, escuchadme.
14 Simeón ha referido cómo Dios ya al principio intervino para procurarse entre los gentiles un pueblo para su Nombre.
15 Con esto concuerdan los oráculos de los Profetas, según está escrito:
16 = «Después de esto volveré y reconstruiré la tienda de David que está caída; reconstruiré sus ruinas, y la volveré a levantar. =
17 = Para que el resto de los hombres busque al Señor, y todas las naciones que han sido consagradas a mi nombre, dice el Señor que hace =
18 = que estas cosas = sean conocidas desde la eternidad.
19 «Por esto opino yo que no se debe molestar a los gentiles que se conviertan a Dios,
20 sino escribirles que se abstengan de lo que ha sido contaminado por los ídolos, de la impureza, de los animales  estrangulados y de la sangre.
21 Porque desde tiempos antiguos Moisés tiene en cada ciudad sus predicadores y es leído cada sábado en las sinagogas.»
22 Entonces decidieron los apóstoles y presbíteros, de acuerdo con toda la Iglesia, elegir de entre ellos algunos hombres y enviarles a Antioquía con Pablo y Bernabé; y estos fueron Judas, llamado Barsabás, y Silas, que eran dirigentes entre los hermanos.
23 Por su medio les enviaron esta carta: «Los apóstoles y los presbíteros hermanos, saludan a los hermanos venidos de la gentilidad que están en Antioquía, en Siria y en Cilicia.
24 Habiendo sabido que algunos de entre nosotros, sin mandato nuestro, os han perturbado con sus palabras, trastornando  vuestros ánimos,
25 hemos decidido de común acuerdo elegir algunos hombres y enviarlos donde vosotros, juntamente con nuestros queridos  Bernabé y Pablo,
26 que son hombres que han entregado su vida a la causa de nuestro Señor Jesucristo.
27 Enviamos, pues, a Judas y Silas, quienes os expondrán esto mismo de viva voz:
28 Que hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que éstas indispensables:
29 abstenerse de lo sacrificado a los ídolos, de la sangre, de los animales estrangulados y de la impureza. Haréis  bien en guardaros de estas cosas. Adiós.»
30 Ellos, después de despedirse, bajaron a Antioquía, reunieron la asamblea y entregaron la carta.
31 La leyeron y se gozaron al recibir aquel aliento.
32 Judas y Silas, que eran también profetas, exhortaron con un largo discurso a los hermanos y les confortaron.
33 Pasado algún tiempo, fueron despedidos en paz por los hermanos para volver a los que los habían enviado.
35 Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía enseñando y anunciando, en compañía de otros muchos, la Buena Nueva, la palabra del Señor.
36 Al cabo de algunos días dijo Pablo a Bernabé: «Volvamos ya a ver cómo les va a los hermanos en todas aquellas ciudades en que anunciamos la palabra del Señor.»
37 Bernabé quería llevar también con ellos a Juan, llamado Marcos.
38 Pablo, en cambio, pensaba que no debían llevar consigo al que se había separado de ellos en Panfilia y no les había acompañado en la obra.
39 Se produjo entonces una tirantez tal que acabaron por separarse el uno del otro: Bernabé tomó consigo a Marcos y se embarcó rumbo a Chipre;
40 por su parte Pablo eligió por compañero a Silas y partió, encomendado por los hermanos a la gracia de Dios.
41 Recorrió Siria y Cilicia consolidando las Iglesias.»

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...