martes, 10 de abril de 2018

Job 4-6; 2 Corintios 9

Job 4
1 Elifaz de Temán tomó la palabra y dijo:
2 Si se intentara hablarte, ¿lo soportarías? Pero ¿quién puede contener sus palabras?
3 Mira, tú dabas lección a mucha gente, infundías vigor a las manos caídas;
4 tus razones sostenían al que vacilaba, robustecías las rodillas endebles.
5 Y ahora que otro tanto te toca, te deprimes, te alcanza el golpe a ti, y todo te turbas.
6 ¿No es tu confianza la piedad, y tu esperanza tu conducta intachable?
7 ¡Recuerda! ¿Qué inocente jamás ha perecido? ¿dónde han sido los justos extirpados?
8 Así lo he visto: los que labran maldad y siembran vejación, eso cosechan.
9 Bajo el aliento de Dios perecen éstos, desaparecen al soplo de su ira.
10 Ruge el león, brama la leona, mas los dientes de los leoncillos quedan rotos.
11 Perece el león falto de presa, y los cachorros de la leona se dispersan.
12 A mí se me ha dicho furtivamente una palabra, mi oído ha percibido su susurro.
13 En las pesadillas por las visiones de la noche, cuando a los hombres el letargo invade,
14 un temblor me entró, un escalofrío, que estremeció todos mis huesos...
15 Se escurre un soplo por mi rostro, eriza los pelos de mi carne.
16 Alguien surge... no puedo reconocer su cara; una imagen delante de mis ojos. Silencio..., después oigo una voz:
17 «¿Es justo ante Dios algún mortal? ¿ante su Hacedor es puro un hombre?
18 Si no se fía de sus mismos servidores, y aun a sus ángeles achaca desvarío,
19 ¡cuánto más a los que habitan estas casas de arcilla, ellas mismas hincadas en el polvo! Se les aplasta como a una polilla;
20 de la noche a la mañana quedan pulverizados. Para siempre perecen sin advertirlo nadie;
21 se les arranca la cuerda de su tienda, y mueren privados de sabiduría.»

Job 5
1 ¡Llama, pues! ¿Habrá quien te responda? ¿a cuál de los santos vas a dirigirte?
2 En verdad el enojo mata al insensato, la pasión hace morir al necio.
3 Yo mismo he visto al insensato echar raíces, y sin tardar he maldecido su morada:
4 ¡Estén sus hijos lejos de toda salvación, sin defensor hollados en la Puerta!
5 Su cosecha la devora un hambriento, pues Dios se la quita de los dientes, y los sedientos absorben su fortuna.
6 No, no brota la iniquidad el polvo, ni germina del suelo la aflicción.
7 Es el hombre quien la aflicción engendra, como levantan el vuelo los hijos del relámpago.
8 Yo por mí a Dios recurriría, expondría a Dios mi causa.
9 El es autor de obras grandiosas e insondables, de maravillas sin número.
10 El derrama la lluvia sobre la haz de la tierra, y envía las aguas a los campos.
11 Para poner en alto a los postrados, y que los míseros a la salud se eleven,
12 las tramas de los astutos desbarata, y sus manos no logran sus intrigas.
13 Prende a los sabios en su astucia, el consejo de los sagaces se hace ciego.
14 En pleno día tropiezan con tinieblas, a mediodía van a tientas cual si fuese de noche.
15 El salva al arruinado de sus fauces y al indigente de las manos del violento.
16 Así el débil renace a la esperanza, y cierra su boca la injusticia.
17 ¡Oh sí, feliz el hombre a quien corrige Dios! ¡No desprecies, pues, la lección de Sadday!
18 Pues él es el que hiere y el que venda la herida, el que llaga y luego cura con su mano;
19 seis veces ha de librarte de la angustia, y a la séptima el mal no te alcanzará.
20 Durante el hambre te salvará de la muerte, y en la guerra, del alcance de la espada.
21 Estarás a cubierto del punzón de la lengua, sin miedo a la devastación, cuando se acerque.
22 Te reirás de la sequía y de la helada, y no temerás a las bestias de la tierra.
23 Pues con las piedras del campo harás alianza, la bestia salvaje vivirá en paz contigo.
24 Sabrás que tu tienda está a cubierto, nada echarás en falta cuando revises tu morada.
25 Sabrás que tu descendencia es numerosa, tus vástagos, como la hierba de la tierra.
26 Llegarás a la tumba vigoroso, como se hacinan las gavillas a su tiempo.
27 Todo esto es lo que hemos observado: y así es. A ti te toca escuchar y aprovecharte.

Job 6
1 Job tomó la palabra y dijo:
2 ¡Ah, si pudiera pesarse mi aflicción, si mis males se pusieran en la balanza juntos!
3 Pesarían más que la arena de los mares: por eso mis razones se desmandan.
4 Pues las flechas de Sadday están en mí, mi espíritu bebe su veneno, y contra mí se alinean los terrores de Dios.
5 ¿Rozna el onagro junto a la hierba verde? ¿muge el buey junto al forraje?
6 ¿Se come acaso lo insípido sin sal? en la clara del huevo ¿hay algún gusto?

7 Lo que aun tocar me repugnaba eso es ahora mi comida de enfermo.
8 ¡Ojalá se realizara lo que pido, que Dios cumpliera mi esperanza,
9 que él consintiera en aplastarme, que soltara su mano y me segara!
10 Tendría siquiera este consuelo, exultaría de gozo en mis tormentos crueles, por no haber eludido los decretos del Santo.
11 ¿Cuál es mi fuerza para que aún espere, qué fin me espera para que aguante mi alma?

12 ¿Es mi fuerza la fuerza de la roca? ¿es mi carne de bronce?
13 ¿No está mi apoyo en una nada? ¿no se me ha ido lejos toda ayuda?
14 El que retira la compasión al prójimo abandona el temor de Sadday.
15 Me han defraudado mis hermanos lo mismo que un torrente, igual que el lecho de torrentes que pasan:
16 turbios van de aguas de hielo, sobre ellos se disuelve la nieve;
17 pero en tiempo de estiaje se evaporan, en cuanto hace calor se extinguen en su lecho.
18 Por ellos las caravanas se apartan de su ruta, en el desierto se adentran y se pierden.
19 Las caravanas de Temá los otean, en ellos esperan los convoyes de Sabá.
20 Pero se ve corrida su confianza; al llegar junto a ellos se quedan confundidos.
21 Así sois ahora vosotros para mí: veis algo horrible y os amedrentáis.
22 ¿He dicho acaso: «Dadme algo, haced regalos por mí de vuestros bienes;
23 arrancadme de la mano de un rival, de la mano de tiranos rescatadme?»
24 Instruidme, que yo me callaré; hacedme ver en qué me he equivocado.
25 ¡Qué dulces son las razones ecuánimes!, pero, ¿qué es lo que critican vuestras críticas?
26 ¿Intentáis criticar sólo palabras, dichos desesperados que se lleva el viento?
27 ¡Vosotros echáis a suerte al mismo huérfano, especuláis con vuestro propio amigo!
28 Y ahora, por favor, volveos a mí, que no he de mentiros a la cara.
29 ¡Tornad, pues, que no haya entuerto! ¡Tornad, que está en juego mi justicia!
30 ¿Hay entuerto en mis labios? ¿no distingue mi paladar las cosas malas?

2 Corintios 9
1 En cuanto a este servicio en favor de los santos, me es superfluo escribiros.
2 Conozco, en efecto, vuestra prontitud de ánimo, de la que me glorío ante los macedonios diciéndoles que Acaya está  preparada desde el año pasado. Y vuestro celo ha estimulado a muchísimos.
3 No obstante, os envío a los hermanos para que nuestro motivo de gloria respecto de vosotros no se desvanezca en este particular y estéis preparados como os decía.
4 No sea que vayan los macedonios conmigo y os encuentren sin prepararos, y nuestra gran confianza se torne en confusión  nuestra, por no decir vuestra.
5 Por tanto, he creído necesario rogar a los hermanos que vayan antes donde vosotros y preparen de antemano vuestros ya anunciados generosos dones, a fin de que sean preparados como dones generosos y no como una tacañería.
6 Mirad: el que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra en abundancia, cosechará  también en abundancia.
7 Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: = Dios ama al que da con alegría. =
8 Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia a fin de que teniendo, siempre y en todo, todo lo necesario, tengáis  aún sobrante para toda obra buena.
9 Como está escrito: = Repartió a manos llenas; dio a los pobres; su justicia permanece eternamente. =
10 Aquel que provee = de simiente al sembrador y de pan para su alimento, = proveerá y multiplicará vuestra sementera y aumentará = los frutos de vuestra justicia. =
11 Sois ricos en todo para toda largueza, la cual provocará por nuestro medio acciones de gracias a Dios.
12 Porque el servicio de esta ofrenda no sólo provee a las necesidades de los santos, sino que redunda también en abundantes acciones de gracias a Dios.
13 Experimentando este servicio, glorifican a Dios por vuestra obediencia en la profesión del Evangelio de Cristo y por la generosidad de vuestra comunión con ellos y con todos.
14 Y con su oración por vosotros, manifiestan su gran afecto hacia vosotros a causa de la gracia sobreabundante que en vosotros ha derramado Dios.
15 ¡Gracias sean dadas a Dios por su don inefable!

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...