martes, 3 de abril de 2018

Salmos 128-131; 2 Corintios 4

Salmo 128 (127)
(1) = Canción de las subidas. =
1 Dichosos todos los que temen a Yahveh, los que van por sus caminos.
2 Del trabajo de tus manos comerás, ¡dichoso tú, que todo te irá bien!
3 Tu esposa será como parra fecunda en el secreto de tu casa. Tus hijos, como brotes de olivo en torno a tu mesa.
4 Así será bendito el hombre que teme a Yahveh.
5 ¡Bendígate Yahveh desde Sión, que veas en ventura a Jerusalén todos los días de tu vida,
6 y veas a los hijos de tus hijos! ¡Paz a Israel!

Salmo 129 (128)
(1) = Canción de las subidas. =
1 Mucho me han asediado desde mi juventud, - que lo diga Israel -
2 mucho me han asediado desde mi juventud, pero conmigo no han podido.
 3 Sobre mi espalda araron aradores, alargaron sus surcos.
 4 Yahveh, el justo ha roto las coyundas de los impíos.
 5 ¡Sean avergonzados, retrocedan todos los que odian a Sión;
6 sean como la hierba de los techos que se seca antes de arrancarla!

7 De ella no llena el segador su mano ni su regazo el gavillador;
8 y no dicen tampoco los que pasan: ¡Bendición de Yahveh sobre vosotros! Nosotros os bendecimos en el nombre de Yahveh.

Salmo 130 (129)
(1) = Canción de las subidas. =
1 Desde lo más profundos grito a ti, Yahveh:
2 ¡Señor, escucha mi clamor! ¡Estén atentos tus oídos a la voz de mis súplicas!
3 Si en cuenta tomas las culpas, oh Yahveh, ¿quién, Señor, resistirá?
 4 Mas el perdón se halla junto a ti, para que seas temido.
 5 Yo espero en Yahveh, mi alma espera en su palabra;
6 mi alma aguarda al Señor más que los centinelas la aurora; mas que los centinelas la aurora,
7 aguarde Israel a Yahveh. Porque con Yahveh está el amor, junto a él abundancia de rescate;
8 él rescatará a Israel de todas sus culpas.

Salmo 131 (130)
(1) = Canción de las subidas. De David. =  1 No está inflado, Yahveh, mi corazón, ni mis ojos subidos. No he tomado un camino de grandezas ni de prodigios que me vienen anchos.
2 No, mantengo mi alma en paz y silencio como niño destetado en el regazo de su madre. ¡Como niño destetado está mi alma en mí!
3 ¡Espera, Israel, en Yahveh desde ahora y por siempre!

2 Corintios 4
1 Por esto, misericordiosamente investidos de este ministerio, no desfallecemos.
2 Antes bien, hemos repudiado el silencio vergonzoso no procediendo con astucia, ni falseando la Palabra de Dios; al contrario, mediante la manifestación de la verdad nos recomendamos a nosotros mismos a toda conciencia humana delante de Dios.
3 Y si todavía nuestro Evangelio está velado, lo está para los que se pierden,
4 para los incrédulos, cuyo entendimiento cegó el dios de este mundo para impedir que vean brillar el resplandor del Evangelio de la gloria de Cristo, que es imagen de Dios.
5 No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús.
6 Pues el mismo Dios que dijo: = De las tinieblas brille la luz, = ha hecho brillar la luz en nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la faz de Cristo.
7 Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro para que aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros.
8 Atribulados en todo, mas no aplastados; perplejos, mas no desesperados;
9 perseguidos, mas no abandonados; derribados, mas no aniquilados.
10 Llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes el morir de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
11 Pues, aunque vivimos, nos vemos continuamente entregados a la muerte por causa de Jesús, a fin de que también la  vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
12 De modo que la muerte actúa en nosotros, mas en vosotros la vida.
13 Pero teniendo aquel espíritu de fe conforme a lo que está escrito: = Creí, por eso hablé, = también nosotros creemos, y por eso hablamos,
14 sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús, también nos resucitará con Jesús y nos presentará ante él juntamente con vosotros.
15 Y todo esto, para vuestro bien a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria  de Dios.
16 Por eso no desfallecemos. Aun cuando nuestro hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando de día en día.
17 En efecto, la leve tribulación de un momento nos produce, sobre toda medida, un pesado caudal de gloria eterna,
18 a cuantos no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles; pues las cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas.

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...