Salmo 124 (123)
(1) = Canción de las subidas. De David. = 1 Si Yahveh no hubiera estado por nosotros, - que lo diga Israel -
2 si Yahveh no hubiera estado por nosotros, cuando contra nosotros se alzaron los hombres,
3 vivos entonces nos habrían tragado en el fuego de su cólera.
4 Entonces las aguas nos habrían anegado, habría pasado sobre nosotros un torrente,
5 habrían pasado entonces sobre nuestra alma aguas voraginosas.
6 ¡Bendito sea Yahveh que no nos hizo presa de sus dientes!
7 Nuestra alma como un pájaro escapó del lazo de los cazadores. El lazo se rompió y nosotros escapamos;
8 nuestro socorro en el nombre de Yahveh, que hizo el cielo y la tierra.
Salmo 125 (124)
(1) = Canción de las subidas. =
1 Los que confían en Yahveh son como el monte Sión, que es inconmovible, estable para siempre.
2 ¡Jerusalén, de montes rodeada! Así Yahveh rodea a su pueblo desde ahora y por siempre.
3 Jamás ha de caer el cetro de impiedad sobre la suerte de los justos, para que los justos no alarguen a la maldad su mano.
4 Haz bien, Yahveh, a los buenos, a los de recto corazón.
5 ¡Mas a los que yerran por sus caminos tortuosos, los suprima Yahveh con los agentes de mal! ¡Paz a Israel!
Salmo 126 (125)
(1) = Canción de las subidas. =
1 Cuando Yahveh hizo volver a los cautivos de Sión, como soñando nos quedamos;
2 entonces se llenó de risa nuestra boca y nuestros labios de gritos de alegría. Entonces se decía entre las naciones: ¡Grandes cosas ha hecho Yahveh con éstos!
3 ¡Sí, grandes cosas hizo con nosotros Yahveh, el gozo nos colmaba!
4 ¡Haz volver, Yahveh, a nuestros cautivos como torrentes en el Négueb!
5 Los que siembran con lágrimas cosechan entre cánticos.
6 Al ir, va llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando trayendo sus gavillas.
Salmo 127 (126)
(1) = Canción de las subidas. De Salomón. = 1 Si Yahveh no construye la casa, en vano se afanan los constructores; si Yahveh no guarda la ciudad, en vano vigila la guardia.
2 En vano madrugáis a levantaros, el descanso retrasáis, los que coméis pan de fatigas, cuando él colma a su amado mientras duerme.
3 La herencia de Yahveh son los hijos, recompensa el fruto de las entrañas;
4 como flechas en la mano del héroe, así los hijos de la juventud.
5 Dichoso el hombre que ha llenado de ellas su aljaba; no quedarán confusos cuando tengan pleito con sus enemigos en la puerta.
2 Corintios 3
1 ¿Comenzamos de nuevo a recomendarnos? ¿O es que, como algunos, necesitamos presentaros cartas de recomendación o pedíroslas?
2 Vosotros sois nuestra carta, escrita en nuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres.
3 Evidentemente sois una carta de Cristo, redactada por ministerio nuestro, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, en los corazones.
4 Esta es la confianza que tenemos delante de Dios por Cristo.
5 No que por nosotros mismos seamos capaces de atribuirnos cosa alguna, como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios,
6 el cual nos capacitó para ser ministros de una nueva Alianza, no de la letra, sino del Espíritu. Pues la letra mata mas el Espíritu da vida.
7 Que si el ministerio de la muerte, grabado con letras sobre tablas de piedra, resultó glorioso hasta el punto de no poder los hijos de Israel fijar su vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, aunque pasajera,
8 ¡cuánto más glorioso no será el ministerio del Espíritu!
9 Efectivamente, si el ministerio de la condenación fue glorioso, con mucha más razón lo será el ministerio de la justicia.
10 Pues en este aspecto, no era gloria aquella glorificación en comparación de esta gloria sobreeminente.
11 Porque si aquello, que era pasajero, fue glorioso, ¡cuánto más glorioso será lo permanente!
12 Teniendo, pues, esta esperanza, hablamos con toda valentía,
13 y no como Moisés, que se ponía un velo sobre su rostro para impedir que los israelitas vieran el fin de lo que era pasajero...
14 Pero se embotaron sus inteligencias. En efecto, hasta el día de hoy perdura ese mismo velo en la lectura del Antiguo Testamento. El velo no se ha levantado, pues sólo en Cristo desaparece.
15 Hasta el día de hoy, siempre que se lee a Moisés, un velo está puesto sobre sus corazones.
16 Y cuando se convierte al Señor, se arranca el velo.
17 Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad.
18 Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu.