lunes, 6 de agosto de 2018

Baruc 4-5; Apocalipsis 6

Baruc 4
 1 Ella es el libro de los preceptos de Dios, la Ley que subsiste eternamente: todos los que la retienen alcanzarán la vida, mas los que la abandonan morirán.
 2 Vuelve, Jacob y abrázala, camina hacia el esplendor bajo su luz.
 3 No des tu gloria a otro, ni tus privilegios a nación extranjera.
 4 Felices somos, Israel, pues lo que agrada al Señor se nos ha revelado.
 5 ¡Animo, pueblo mío, memorial de Israel!
 
 6 Vendidos habéis sido a las naciones, mas no para la destrucción. Por haber provocado la ira de Dios, habéis sido entregados a los enemigos.
 7 Pues irritasteis a vuestro Creador, sacrificando a los demonios y no a Dios.
 8 Olvidasteis al Dios eterno, el que os sustenta, y afligisteis a Jerusalén, la que os crió.
 9 Pues vio ella caer sobre vosotros la ira que viene de Dios, y dijo: Escuchad, vecinas de Sión: Dios me ha enviado un gran dolor:
 
 10 he visto el cautiverio de mis hijos y mis hijas que el Eterno hizo venir sobre ellos.
 11 Con gozo los había yo criado, y los he despedido con lágrimas y duelo.
 12 Que nadie se regocije de mí, la viuda abandonada de tantos; estoy en soledad por los pecados de mis hijos, porque se desviaron de la Ley de Dios,
 13 no conocieron sus decretos, no fueron por el camino de los mandamientos de Dios, ni siguieron las sendas de disciplina según su justicia.
 
 14 ¡Que vengan las vecinas de Sión! Acordaos del cautiverio de mis hijos y mis hijas, que el Eterno hizo venir sobre ellos.
 15 Pues él trajo sobre ellos una nación de lejos, nación insolente, de lenguaje extraño, que no respetó al anciano, ni del niño tuvo compasión,
 16 se llevó a los hijos amados de la viuda, y la dejó sola, privada de sus hijas.
 17 Y yo ¿cómo puedo ayudaros?
 18 Aquel que trajo sobre vosotros los males os librará de la mano de vuestros enemigos.
 
 19 Andad, hijos, andad vuestro camino, que yo me he quedado sola.
 20 Me ha quitado el vestido de paz, me he puesto el sayal de mis súplicas, clamaré al Eterno mientras viva.
 21 Animo, hijos, clamad al Señor: el os librará de la tiranía y de la mano de vuestros enemigos.
 22 Yo espero del Eterno vuestra salvación, del Santo me ha venido la alegría, por la misericordia que llegará pronto a vosotros de parte del Eterno, vuestro Salvador.
 
 23 Os despedí con duelo y lágrimas, pero Dios os devolverá a mí entre contento y regocijo para siempre.
 24 Y como las vecinas de Sión ven ahora vuestro cautiverio, así verán pronto vuestra salvación de parte de Dios, que os llegará con gran gloria y resplandor del Eterno.
 25 Hijos, soportad con paciencia la ira que de parte de Dios os ha sobrevenido. Te ha perseguido tu enemigo, pero pronto verás su ruina y en su cerviz pondrás tu pie.
 
 26 Mis hijos más delicados han marchado por ásperos caminos, han sido llevados como rebaño arrebatado por enemigos.
 27 ¡Animo, hijos, clamad a Dios! pues el que os trajo esto se acordará de vosotros;
 28 y como vuestro pensamiento sólo fue de alejaros de Dios, vueltos a él, buscadle con ardor diez veces mayor.
 29 Pues el que trajo sobre vosotros estos males os traerá la alegría eterna con vuestra salvación.
 
 30 ¡Animo, Jerusalén!: te consolará Aquel que te dio nombre.
 31 Desdichados los que te hicieron daño y se alegraron de tu caída.
 32 Desdichadas las ciudades a las que sirvieron tus hijos. desdichada la que a tus hijos recibió.
 33 Pues como se alegró de tu caída y de tu ruina se regocijó, así se afligirá por su desolación.
 34 Yo le quitaré su alborozo de ciudad bien poblada y en duelo se trocará su orgullo.
 
 35 Fuego vendrá sobre ella de parte del Eterno por largos días, y será morada de demonios durante mucho tiempo.
 36 Mira hacia Oriente, Jerusalén, y ve la alegría que te viene de Dios.
 37 Mira, llegan tus hijos, a los que despediste, vuelven reunidos desde oriente a accidente, a la voz del Santo, alegres de la gloria de Dios.
 
  
 
 
Baruc 5
 1 Jerusalén, quítate tu ropa de duelo y aflición, y vístete para siempre el esplendor de la gloria que viene de Dios.
 2 Envuélvete en el manto de la justicia que procede de Dios, pon en tu cabeza la diadema de gloria del Eterno.
 3 Porque Dios mostrará tu esplendor a todo lo que hay bajo el cielo.
 4 Pues tu nombre se llamará de parte de Dios para siempre: «Paz de la Justicia» y «Gloria de la Piedad».
 5 Levántate, Jerusalén, sube a la altura, tiende tu vista hacia Oriente y ve a tus hijos reunidos desde oriente a occidente, a la voz del Santo, alegres del recuerdo de Dios.
 
 6 Salieron de ti a pie, llevados por enemigos, pero Dios te los devuelve traídos con gloria, como un trono real.
 7 Porque ha ordenado Dios que sean rebajados todo monte elevado y los collados eternos, y comados los valles hasta allanar la tierra, para que Israel marche en seguro bajo la gloria de Dios.
 8 Y hasta las selvas y todo árbol aromático darán sombra a Israel por orden de Dios.
 
 9 Porque Dios guiará a Israel con alegría a la luz de su gloria,  con la misericordia y la justicia que vienen de él. Copia de la carta que envió Jeremías a los que iban a ser llevados cautivos a Babilonia por el rey de los babilonios, para comunicarles lo que Dios le había ordenado.
 
 
Apocalipsis 6

1 Y seguí viendo: Cuando el Cordero abrió el primero de los siete sellos, oí al primero de los cuatro Vivientes que  decía con voz como de trueno: «Ven».
2 Miré y había un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; se le dio una corona, y salió como vencedor, y para seguir venciendo.
3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo Viviente que decía: «Ven».
4 Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran  unos a otros; se le dio una espada grande.
5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer Viviente que decía: «Ven». Miré entonces y había un caballo negro; el que lo montaba tenía en la mano una balanza,
6 y oí como una voz en medio de los cuatro Vivientes que decía: «Un litro de trigo por denario, tres litros de cebada por un denario. Pero no causes daño al aceite y al vino.»
7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto Viviente que decía: «Ven».
8 Miré entonces y había un caballo verdoso; el que lo montaba se llamaba Muerte, y el Hades le seguía. Se les dio poder sobre la cuarta parte de la tierra, = para matar con la espada, con el hambre, con la peste y con las fieras de la tierra. =
9 Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados a causa de la Palabra de Dios y del  testimonio que mantuvieron.
10 Se pusieron a gritar con fuerte voz: «¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia y sin  tomar venganza por nuestra sangre de los habitantes de la tierra?»
11 Entonces se le dio a cada uno un vestido blanco y se les dijo que esperasen todavía un poco, hasta que se completara el número de sus consiervos y hermanos que iban a ser muertos como ellos.
12 Y seguí viendo. Cuando abrió el sexto sello, se produjo un violento terremoto; y el sol se puso negro como un paño  de crin, y la luna toda como sangre,
13 = y las estrellas del cielo cayeron = sobre la tierra, = como la higuera = suelta sus higos verdes al ser sacudida  por un viento fuerte;
14 y = el cielo fue retirado como un libro que se enrolla, = y todos los montes y las islas fueron removidos de sus  asientos;
15 y los reyes de la tierra, los magnates, los tribunos, los ricos, los poderosos, y todos, esclavos o libres, = se ocultaron en las cuevas y en las peñas = de los montes.
16 Y = dicen a los montes = y las peñas: = «Caed sobre nosotros = y ocultadnos de la vista del que está sentado en el trono y de la cólera del Cordero.
17 Porque ha llegado = el Gran Día de su cólera y ¿quién podrá sostenerse?» =

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...