martes, 28 de agosto de 2018

Daniel 4-5

Daniel 4
1 Yo, Nabucodonosor, estaba tranquilo en mi casa, y satisfecho en mi palacio.
2 Y tuve un sueño que me aterrorizó. Las obsesiones que tuve en mi lecho y las visiones de mi cabeza me aterraron.
3 Entonces di orden de traer a mi presencia a todos los sabios de Babilonia para que me dieran a conocer la interpretación  del sueño.
4 Vinieron los magos, adivinos, caldeos y astrólogos y, en su presencia, conté el sueño, pero su interpretación no me la dieron.
5 Después se presentó ante mí Daniel, por sobrenombre Beltsassar, según el nombre de mi dios, en quien reside el espíritu de los dioses santos. Yo le conté el sueño:
6 «Beltsassar, jefe de los magos, ya sé que tú posees el espíritu de los dioses santos y que ningún misterio ofrece  para ti dificultad: mira el sueño que he tenido; dime su interpretación.
7 «En mi lecho, contemplaba las visiones de mi cabeza: «Un árbol había en el centro de la tierra, de altura muy grande.
8 El árbol creció, se hizo corpulento, su altura llegaba hasta el cielo, su expansión, hasta los confines de la tierra.
9 Era hermoso su ramaje, abundante su fruto; había en él comida para todos, a su sombra se cobijaban las bestias del campo, en sus ramas anidaban los pájaros del cielo, y toda carne se alimentaba de él.
10 Yo contemplaba, en mi lecho, las visiones de mi cabeza. En esto, un Vigilante, un santo, bajaba del cielo.
11 Con recia voz gritaba así: “Abatid el árbol, cortad sus ramas, arrancad sus hojas, tirad sus frutos; váyanse las bestias de debajo de él, y los pájaros de sus ramas.
12 Pero dejad en tierra tocón y raíces con ataduras de hierro y bronce, entre la hierba del campo. Sea bañado del rocío del cielo y comparta con las bestias la hierba de la tierra.
13 Deje de ser su corazón de hombre, désele un corazón de bestia y pasen por él siete tiempos.
14 Es la sentencia dictada por los Vigilantes, la cuestión decidida por los Santos, para que sepa todo ser viviente que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres: se lo da a quien le place y exalta al más humilde de los hombres.”»
15 «Tal es el sueño que he tenido yo, el rey Nabucodonosor. Tú, Beltsassar, dime su interpretación, ya que ninguno de los sabios de mi reino ha podido darme a conocer su interpretación; pero tú puedes, porque en ti reside el espíritu de los dioses santos.»
16 Entonces Daniel, por sobrenombre Beltsassar, quedó un instante aturdido y turbado en sus pensamientos. El rey tomó la palabra y dijo: «Beltsassar, no te turbe este sueño y su interpretación.» Respondió Beltsassar: «¡ Oh mi señor, sea este sueño para tus enemigos y su interpretación para tus adversarios!
17 Ese árbol que has visto, que se hizo grande y corpulento, cuya altura llegaba hasta el cielo y que era visible en toda la tierra,
18 que tenía hermoso ramaje y abundante fruto, en el que había alimento para todos, bajo el cual se cobijaban las bestias del campo y en cuyas ramas anidaban los pájaros del cielo,
19 eres tú, oh rey, que te has hecho grande y poderoso, cuya grandeza ha crecido y ha llegado hasta el cielo, y cuyo  dominio se extiende hasta los confines de la tierra.
20 «En cuanto a lo que ha visto el rey: un Vigilante, un santo que bajaba del cielo y decía: “Abatid el árbol, destruidlo, pero el tocón y sus raíces dejadlos en tierra, con ataduras de hierro y bronce, entre la hierba del  campo, y sea bañado del rocío del cielo y comparta la suerte con las bestias del campo hasta que hayan pasado por él siete tiempos”,
21 ésta es su interpretación, oh rey, y el decreto del Altísimo que ha tocado a mi señor el rey:
22 «Serás arrojado de entre los hombres y con las bestias del campo morarás; hierba, como los bueyes, tendrás por comida, y serás bañado del rocío del cielo; siete tiempos pasarán por ti, hasta que reconozcas que el Altísimo domina sobre el imperio de los hombres  y que se lo da a quien le place.
23 «Y la orden de dejar el tocón y las raíces del árbol, significa que tu reino se te conservará hasta que hayas reconocido que todo poder viene del Cielo.
24 Por eso, oh rey, acepta mi consejo: rompe tus pecados con obras de justicia y tus iniquidades con misericordia para con los pobres, para que tu ventura sea larga.»
25 Todo esto le sobrevino al rey Nabucodonosor.
26 Doce meses después, paseándose por la terraza del palacio real de Babilonia,
27 iba diciendo el rey: «¿No es ésta la gran Babilonia que yo he edificado como mi residencia real, con el poder de mi fuerza y para la gloria de mi majestad?»
28 Aún estaban estas palabras en la boca del rey, cuando una voz cayó del cielo: «¡A ti se te habla, rey Nabucodonosor! La realeza se te ha ido.
29 De entre los hombres serás arrojado, con las bestias del campo morarás; hierba como los bueyes tendrás por comida, y siete tiempos pasarán por ti, hasta que reconozcas que el Altísimo domina sobre el reino de los hombres, y se lo da a quien le place.»
30 Y al punto se cumplió la palabra en Nabucodonosor: fue arrojado de entre los hombres, se alimentó de hierba como los bueyes, su cuerpo fue bañado del rocío del cielo, hasta crecerle sus cabellos como plumas de águila y sus uñas como las de las aves.
31 «Al cabo del tiempo fijado, yo, Nabucodonosor, levanté los ojos al cielo, y la razón volvió a mí; entonces bendije al Altísimo, alabando y exaltando al que vive eternamente, cuyo imperio es un imperio eterno, y cuyo reino dura por todas las generaciones.
32 Los habitantes todos de la tierra ante él, como si no contaran, hace lo que quiere con el ejército del cielo y con los habitantes de la tierra. Nadie puede detener su mano o decirle: “¿Qué haces?”
33 «En aquel momento, la razón volvió a mí, y para gloria de mi realeza volvieron también a mí majestad y esplendor; mis consejeros y mis grandes me reclamaron, se me restableció en mi reino, y se me dio una grandeza todavía mayor.
34 Ahora, pues, yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del Cielo, porque sus obras todas son verdad, justicia todos sus caminos; él sabe humillar a los que caminan con orgullo.»
 
Daniel 5
1 El rey Baltasar dio un gran festín en honor de sus mil dignatarios, y, en presencia de estos mil, bebió vino.
2 Bajo el efecto del vino, Baltasar mandó traer los vasos de oro y plata que su padre Nabucodonosor se había llevado del Templo de Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey, sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas.
3 Se trajeron, pues, los vasos de oro y plata tomados de la Casa de Dios en Jerusalén, y en ellos bebieron el rey, sus dignatarios, sus mujeres y sus concubinas.
4 Bebieron vino y alabaron a sus dioses de oro y plata, de bronce y hierro, de madera y piedra.
5 De pronto aparecieron los dedos de una mano humana que se pusieron a escribir, detrás del candelabro, en la cal de la pared del palacio real, y el rey vio la palma de la mano que escribía.
6 Entonces el rey cambió de color, sus pensamientos le turbaron, las articulaciones de sus caderas se le relajaron  y sus rodillas se pusieron a castañetear.
7 Y el rey mandó a buscar a gritos a los adivinos, caldeos y astrólogos. Tomó el rey la palabra y dijo a los sabios  de Babilonia: «El que lea este escrito y me dé a conocer su interpretación, será vestido de púrpura, se le pondrá al cuello un collar de oro, y mandará como tercero en el reino.»
8 Vinieron, pues, todos los sabios del rey; pero no pudieron leer el escrito ni declarar al rey su interpretación.
9 El rey Baltasar se turbó mucho y su semblante cambió de color; también sus dignatarios quedaron desconcertados.
10 En la sala del festín entró la reina, enterada por las palabras del rey y de sus dignatarios. Y dijo la reina:  «¡Viva el rey eternamente! No te turben tus pensamientos ni tu semblante cambie de color.
11 Hay en tu reino un hombre en quien reside el espíritu de los dioses santos. Ya en tiempo de tu padre se halló en él luz, inteligencia y sabiduría semejante a la sabiduría de los dioses, y tu padre, el rey Nabucodonosor, le nombró jefe de los magos, adivinos, caldeos y astrólogos.
12 Por tanto, ya que en este Daniel, a quien el rey puso por sobrenombre Beltsassar, se encontró un espíritu extraordinario, ciencia, inteligencia y arte de interpretar sueños, de descifrar enigmas y de resolver dificultades, sea llamado Daniel y él dará a conocer la interpretación.»
13 En seguida fue introducido Daniel a la presencia del rey, y el rey dijo a Daniel: «¿Eres tú Daniel, uno de los judíos deportados, que mi padre el rey trajo de Judá?
14 He oído decir que en ti reside el espíritu de los dioses y que hay en ti luz, inteligencia y sabiduría extraordinarias.
15 Han sido introducidos ahora en mi presencia los sabios y adivinos para que leyeran este escrito y me declararan  su interpretación, pero han sido incapaces de descubrir su sentido.
16 He oído decir que tú puedes dar interpretaciones y resolver dificultades. Si, pues, logras leer este escrito y  declararme su interpretación, serás vestido de púrpura, llevarás al cuello un collar de oro, y mandarás como  tercero en el reino.»
17 Daniel tomó la palabra y dijo delante del rey: «Quédate con tus regalos y da tus obsequios a otro, que yo leeré  igualmente al rey este escrito y le daré a conocer su interpretación.
18 Oh rey, el Dios Altísimo dio a tu padre Nabucodonosor reino, grandeza, gloria y majestad.
19 Y por esta grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban de miedo en su presencia: mataba él a quien quería, dejaba vivir a quien quería, exaltaba a quien quería y a quien quería humillaba.
20 Pero habiéndose engreído su corazón y obstinado su espíritu hasta la arrogancia, fue depuesto de su trono real, y se le quitó su gloria.
21 Fue expulsado de entre los hombres y su corazón se hizo semejante al de las bestias; estuvo conviviendo con los onagros; se alimentó de hierba como los bueyes, y su cuerpo fue bañado del rocío del cielo, hasta que reconoció que el Dios Altísimo domina sobre el reino de los hombres y pone en él a quien le place.
22 Pero tú, Baltasar, hijo suyo, no has humillado tu corazón, a pesar de que sabías todo esto;
23 te has engreído contra el Señor del Cielo, se han traído a tu presencia los vasos de su Casa, y tú, tus dignatarios, tus mujeres y tus concubinas, habéis bebido vino en ellos. Habéis celebrado a los dioses de plata y oro, de bronce y hierro, de madera y piedra, que no ven ni oyen ni entienden, pero no has glorificado al Dios que tiene en sus manos tu propio aliento y de quien dependen todos tus caminos.
24 Por eso ha enviado él esa mano que trazó este escrito.
25 La escritura trazada es: = Mené, Mené, Teqel y Parsín. =
26 Y ésta es la interpretación de las palabras: = Mené: = Dios ha = medido = tu reino y le ha puesto fin;
27 = Tequel: = has sido = pesado = en la balanza y encontrado falto de peso;
28 = Parsín: = tu reino ha sido = dividido = y entregado a los medos y los persas.»
29 Entonces Baltasar mandó revestir de púrpura a Daniel, ponerle un collar de oro al cuello y proclamar que mandaba  como tercero en el reino.
30 Aquella noche fue asesinado Baltasar, el rey de los caldeos.

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...