domingo, 12 de agosto de 2018

Ezequiel 7-9; Apocalipsis 10

Ezequiel 7
1 La palabra de Yahveh me fue dirigida en estos términos:
2 Hijo de hombre, di: Así dice el Señor Yahveh a la tierra de Israel: ¡El fin! Llega el fin sobre los cuatro extremos de esta tierra.
3 Ahora es el fin para ti; voy a desencadenar mi cólera contra ti, para juzgarte según tu conducta y pedirte cuentas de todas tus abominaciones.
4 No tendré para ti una mirada de piedad, no te perdonaré, sino que te pediré cuentas de tu conducta; aparecerán tus abominaciones en medio de ti, y sabréis que yo soy Yahveh.
5 Así dice el Señor Yahveh: ¡Desgracia única! ¡Ya viene la desgracia!
6 Se acerca el fin, el fin se acerca vigilante sobre ti, es ya inminente.
7 Te llega el turno, habitante del país. Llega el tiempo, está cercano el día, consternación, que no ya ¡hurra!,  en los montes.
8 Ahora voy a derramar sin tregua mi furor sobre ti y a desahogar mi cólera en ti; voy a juzgarte según tu conducta  y a pedirte cuentas de todas tus abominaciones.
9 No tendré una mirada de piedad, no perdonaré; te pediré cuentas de tu conducta; tus abominaciones aparecerán en medio de ti, y sabréis que yo soy Yahveh, el que hiere.
10 He aquí el día, hele que viene: sale el turno, la vara está florida, florida la insolencia.
11 Se ha erguido la violencia para hacerse vara de maldad...
12 Ha llegado el momento, está cercano el día. No se alegre el comprador, no se entristezca el vendedor, porque la ira es contra toda su multitud.
13 El vendedor no volverá a lo vendido, mientras viva entre los vivos, pues la ira contra toda su multitud no será revocada; y nadie, por su iniquidad, tendrá segura su vida.
14 Se tocará la trompeta, todo estará a punto, pero nadie marchará al combate, porque mi ira es contra toda su multitud.
15 Está la espada afuera, la peste y el hambre dentro. El que se encuentre en el campo morirá a espada, y al que esté en la ciudad, el hambre y la peste lo devorarán.
16 Sus supervivientes escaparán, andarán por los montes, como las palomas de los valles, todos ellos gimiendo, cada  uno por sus culpas.
17 Todas las manos desmayarán, todas las rodillas se irán en agua.
18 Se ceñirán ellos de sayal, un escalofrío los invadirá. En todos los rostros la vergüenza, todas las cabezas rasuradas.
19 Arrojarán su plata por las calles y su oro se convertirá en inmundicia; ni su plata, ni su oro les podrán salvar el día del enojo de Yahveh. No se saciarán más, no llenarán más su vientre, porque ello era la ocasión de su culpa.
20 De la hermosura de sus joyas hicieron el objeto de su orgullo: con ellas fabricaron las imágenes de sus monstruos  abominables; por eso yo se lo convertiré en inmundicia.
21 Yo lo entregaré al saqueo de los extranjeros, al despojo de los más impíos de la tierra, que lo profanarán.
22 Retiraré mi rostro de ellos, mi tesoro será profanado: los invasores penetrarán en él y lo profanarán.
23 Haz una cadena, porque esta tierra está llena de delitos de sangre, la ciudad repleta de violencia.
24 Yo haré venir a las naciones más crueles, que se apoderarán de sus casas. Pondré fin al orgullo de los poderosos y sus santuarios serán profanados.
25 Llega el terror; ellos buscarán la paz, pero no la habrá.
26 Vendrá desastre tras desastre, noticia tras noticia: se pedirá al profeta una visión, le faltará al sacerdote la  ley, el consejo a los ancianos.
27 El rey estará en duelo, el príncipe hundido en la desolación, las manos del pueblo de la tierra temblarán. Yo los trataré según su conducta, los juzgaré según sus juicios, y sabrán que yo soy Yahveh.
 
Ezequiel 8
1 El año sexto, el día cinco del sexto mes, estaba yo sentado en mi casa y los ancianos de Judá sentados ante mí, cuando se posó allí sobre mí la mano del Señor Yahveh.
2 Miré: había allí una forma con aspecto de hombre. Desde lo que parecían ser sus caderas para abajo era de fuego, y desde sus caderas para arriba era algo como un resplandor, como el fulgor del electro.
3 Alargó una especie de mano y me agarró por un mechón de mi cabeza; el espíritu me elevó entre el cielo y la tierra y me llevó a Jerusalén, en visiones divinas, a la entrada del pórtico interior que mira al norte, allí donde se alza el ídolo de los celos, que provoca los celos.
4 Y he aquí que la gloria del Dios de Israel estaba allí; tenía el aspecto de lo que yo había visto en la vega.
5 El me dijo: «Hijo de hombre, levanta tus ojos hacia el norte.» Levanté mis ojos hacia el norte y vi que al norte  del pórtico del altar estaba este ídolo de los celos, a la entrada.
6 Me dijo: «Hijo de hombre, ¿ves lo que hacen éstos, las grandes abominaciones que la casa de Israel comete aquí para alejarme de mi santuario? Todavía has de ver otras grandes abominaciones».
7 Me llevó a la entrada del atrio. Yo miré: había un agujero en la pared.
8 Y me dijo: «Hijo de hombre, perfora la pared.» Perforé la pared y se hizo una abertura.
9 Y me dijo: «Entra y contempla las execrables abominaciones que éstos cometen ahí.»
10 Entré y observé: toda clase de representaciones de reptiles y animales repugnantes, y todas las basuras de la casa de Israel estaban grabados en la pared, todo alrededor.
11 Y setenta hombres, de los ancianos de la casa de Israel - uno de ellos era Yazanías, hijo de Safán -, estaban de pie delante de ellos cada uno con su incensario en la mano. Y el perfume de la nube de incienso subía.
12 Me dijo entonces: «¿Has visto, hijo de hombre, lo que hacen en la oscuridad los ancianos de la casa de Israel,  cada uno en su estancia adornada de pinturas? Están diciendo: “Yahveh no nos ve, Yahveh ha abandonado esta tierra.”»
13 Y me dijo: «Todavía les verás cometer otras grandes abominaciones.»
14 Me llevó a la entrada del pórtico de la Casa de Yahveh que mira al norte, y vi que allí estaban sentadas las mujeres, plañiendo a Tammuz.
15 Me dijo: «¿Has visto, hijo de hombre? Todavía verás abominaciones mayores que éstas.»
16 Me condujo luego al atrio interior de la Casa de Yahveh. Y he aquí que a la entrada del santuario de Yahveh, entre el vestíbulo y el altar, había unos veinticinco hombres que, vuelta la espalda al santuario de Yahveh y la cara a oriente, se postraban en dirección a oriente hacia el sol.
17 Y me dijo: «¿Has visto, hijo de hombre? ¿Aún no le bastan a la casa de Judá las abominaciones que cometen aquí, para que llenen también la tierra de violencia y vuelvan a irritarme? Mira cómo se llevan el ramo a la nariz.
18 Pues yo también he de obrar con furor; no tendré una mirada de piedad, no perdonaré. Con voz fuerte gritarán a mis oídos, pero yo no les escucharé.
 
Ezequiel 9
1 Entonces gritó a mis oídos con voz fuerte: «¡Se acercan los castigos de la ciudad, cada uno con su azote en la  mano!»
2 Y en esto vinieron, de la dirección del pórtico superior que mira al norte, seis hombres, cada cual con su azote en la mano. En medio de ellos había un hombre vestido de lino con una cartera de escriba a la cintura. Entraron y se detuvieron ante al altar de bronce.
3 La gloria del Dios de Israel se levantó de sobre los querubines sobre los cuales estaba, hacia el umbral de la  Casa. Llamó entonces al hombre vestido de lino que tenía la cartera de escriba a la cintura;
4 y Yahveh le dijo: «Pasa por la ciudad, por Jerusalén, y marca una cruz en la frente de los hombres que gimen y  lloran por todas las abominaciones que se cometen en medio de ella.»
5 Y a los otros oí que les dijo: «Recorred la ciudad detrás de él y herid. No tengáis una mirada de piedad, no perdonéis;
6 a viejos, jóvenes, doncellas, niños y mujeres matadlos hasta que no quede uno. Pero al que lleve la cruz en la frente, no le toquéis. Empezad a partir de mi santuario.» Empezaron, pues, por los ancianos que estaban delante de la Casa.
7 Luego les dijo: «Manchad la Casa, llenad de víctimas los atrios; salid.» Salieron y fueron hiriendo por la ciudad.
8 Mientras ellos herían, yo quedé solo allí y caí rostro en tierra. Exclamé: «¡Ah, Señor Yahveh!, ¿vas a exterminar a todo el resto de Israel, derramando tu furor contra Jerusalén?»
9 Me dijo: «La culpa de la casa de Israel y de Judá es muy grande, mucho; la tierra está llena de sangre, la ciudad  llena de perversidad. Pues dicen: “Yahveh ha abandonado la tierra, Yahveh no ve nada.”
10 Pues bien, tampoco yo tendré una mirada de piedad ni perdonaré. Haré caer su conducta sobre su cabeza».
11 En aquel momento el hombre vestido de lino que llevaba la cartera a la cintura, vino a hacer su relación: «He ejecutado lo que me ordenaste.»


Apocalipsis 10
1 Vi también a otro Ángel poderoso, que bajaba del cielo envuelto en una nube, con el arcoiris sobre su cabeza, su  rostro como el sol y sus piernas como columnas de fuego.
2 En su mano tenía un librito abierto. Puso el pie derecho sobre el mar y izquierdo sobre la tierra,
3 y gritó con fuerte voz, = como ruge el león. = Y cuando gritó, siete truenos hicieron oír su fragor.
4 Apenas hicieron oír su voz los siete truenos, me disponía a escribir, cuando oí una voz del cielo que decía: « Sella lo que han dicho los siete truenos y no lo escribas».
5 Entonces el Ángel que había visto yo de pie sobre el mar y la tierra, = levantó al cielo su mano derecha =
6 = y juró por el que vive por los siglos = de los siglos, = el que creó el cielo y cuanto hay en él, la tierra = y cuanto hay en ella, = el mar = y cuanto hay en él: «¡Ya no habrá dilación!
7 sino que en los días en que se oiga la voz del séptimo Ángel, cuando se ponga a tocar la trompeta, se habrá consumado el Misterio = de Dios, según lo había anunciado como buena nueva = a sus siervos los profetas.» =
8 Y la voz de cielo que yo había oído me habló otra vez y me dijo: «Vete, toma el librito que está abierto en la mano del Ángel, el que está de pie sobre el mar y sobre la tierra.»
9 Fui donde el Ángel y le dije que me diera el librito. Y me dice: «Toma, devóralo; te amargará las entrañas, pero en tu boca será dulce como la miel.»
10 Tomé el librito de la mano del Ángel y = lo devoré; y fue mi boca dulce como la miel; = pero, cuando lo comí, se me amargaron las entrañas.
11 Entonces me dicen: «Tienes que profetizar otra vez contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.»

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...