Salmo 13 (12)
(1) = Del maestro de coro. Salmo. De David. =
1 (2) ¿Hasta cuándo, Yahveh, me olvidarás? ¿Por siempre? ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro?
2 (3) ¿Hasta cuándo tendré congojas en mi alma, en mi corazón angustia, día y noche? ¿Hasta cuándo triunfará sobre mí mi enemigo?
3 (4) ¡Mira, respóndeme, Yahveh, Dios mío! ¡Ilumina mis ojos, no me duerma en la muerte,
4 (5) no diga mi enemigo: «¡Le he podido!», no exulten mis adversarios al verme vacilar!
5 (6) Que yo en tu amor confío; en tu salvación mi corazón exulte.
6 ¡A Yahveh cantaré por el bien que me ha hecho Salmodiaré al nombre de Yahveh, el Altísimo!
Salmo 14 (13)
= Sal 53.
(1) = Del maestro de coro. De David. = 1 Dice en su corazón el insensato: «¡No hay Dios!» Corrompidos están, de conducta abominable, no hay quien haga el bien.
2 Se asoma Yahveh desde los cielos hacia los hijos de Adán, por ver si hay un sensato, alguien que busque a Dios.
3 Todos ellos están descarriados, en masa pervertidos. No hay nadie que haga el bien. ni uno siquiera.
4 ¿No aprenderán todos los agentes de mal que comen a mi pueblo como se come el pan, y a Yahveh no invocan?
5 Allí de espanto temblarán donde nada hay que espante, que Dios está por la raza del justo:
6 de los planes del desdichado os burláis. mas Yahveh es su refugio.
7 ¿Quién traerá de Sión la salvación de Israel? Cuando cambie Yahveh la suerte de su pueblo, exultará Jacob, se alegrará Israel.
Salmo 15 (14)
(1) = Salmo. De David. =
1 Yahveh, ¿quién morará en tu tienda?, ¿quién habitará en tu santo monte?
2 El que ando sin tacha, y obra la justicia; que dice la verdad de corazón,
3 y no calumnia con su lengua; que no daña a su hermano, ni hace agravio a su prójimo;
4 con menosprecio mira al réprobo, mas honra a los que temen a Yahveh; que jura en su perjuicio y no retracta,
5 no presta a usura su dinero, ni acepta soborno en daño de inocente. Quien obra así jamás vacilará.
Salmo 16 (15)
(1) = A media voz. De David. =
1 Guárdame, oh Dios, en ti está mi refugio.
2 Yo digo a Yahveh: «Tú eres mi Señor. mi bien, nada hay fuera de ti»;
3 ellos, en cambio, a los santos que hay en la tierra: «¡Magníficos, todo mi gozo en ellos!».
4 Sus ídolos abundan, tras ellos van corriendo. Mas yo jamás derramaré sus libámenes de sangre, jamás tomaré sus nombres en mis labios.
5 Yahveh, la parte de mi herencia y de mi copa, tú mi suerte aseguras;
6 la cuerda me asigna un recinto de delicias, mi heredad es preciosa para mí.
7 Bendigo a Yahveh que me aconseja; aun de noche mi conciencia me instruye;
8 pongo a Yahveh ante mí sin cesar; porque él está a mi diestra, no vacilo.
9 Por eso se me alegra el corazón, mis entrañas retozan, y hasta mi carne en seguro descansa;
10 pues no has de abandonar mi alma al seol, ni dejarás a tu amigo ver la fosa.
11 Me enseñarás el caminó de la vida, hartura de goces, delante de tu rostro, a tu derecha, delicias para siempre.
Romanos 13
1 Sométanse todos a las autoridades constituidas, pues no hay autoridad que no provenga de Dios, y las que existen, por Dios han sido constituidas.
2 De modo que, quien se opone a la autoridad, se rebela contra el orden divino, y los rebeldes se atraerán sobre sí mismos la condenación.
3 En efecto, los magistrados no son de temer cuando se obra el bien, sino cuando se obra el mal. ¿Quieres no temer la autoridad? Obra el bien, y obtendrás de ella elogios,
4 pues es para ti un servidor de Dios para el bien. Pero, si obras el mal, teme: pues no en vano lleva espada: pues es un servidor de Dios para hacer justicia y castigar al que obra el mal.
5 Por tanto, es preciso someterse, no sólo por temor al castigo, sino también en conciencia.
6 Por eso precisamente pagáis los impuestos, porque son funcionarios de Dios, ocupados asiduamente en ese oficio.
7 Dad a cada cual lo que se debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor.
8 Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.
9 En efecto, lo de: = No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás = y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: = Amarás a tu prójimo como a ti mismo. =
10 La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud.
11 Y esto, teniendo en cuenta el momento en que vivimos. Porque es ya hora de levantaros del sueño; que la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe.
12 La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz.
13 Como en pleno día, procedamos con decoro: nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias.
14 Revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias.