jueves, 31 de mayo de 2018

Sirácides 42-44

Eclesiástico  42
 1 Pero de lo que sigue no te avergüences, y no peques por tener acepción de personas:
 2 de la ley del Altísimo y de su alianza, del juicio que justifica a los impíos,
 3 de contar con compañero de viaje, de dar la herencia a compañeros,
 4 de la exactitud de balanzas y pesas, de obtener grandes y pequeñas ganancias,
 5 de provecho en la venta a comerciantes, de la copiosa instrucción de los hijos, de ensangrentar las costillas de un mal siervo.
 
 6 Con mujer mala es bueno usar el sello, y, donde hay muchas manos, echa la llave.
 7 Lo que entregues, hazlo con cuenta y medida, el haber y el debe, sea todo por escrito.
 8 No te avergüences de enseñar al tonto y al necio, y al viejo acabado juzgado como joven. Serás entonces de verdad educado, y estimado de todo viviente.
 9 Una hija es para el padre un secreto desvelo, aleja el sueño la inquietud por ella. En su juventud, miedo a que se le pase la edad, si está casada, a que sea aborrecida.
 
 10 Cuando virgen, no sea mancillada y en la casa paterna quede encinta. Cuando casada, a que sea infiel, cohabitando, a que sea estéril.
 11 Sobre la hija desenvuelta refuerza la vigilancia, no sea que te haga la irrisión de tus enemigos, comidilla en la ciudad, corrillos en el pueblo, y ante el vulgo espeso te avergüence.
 12 De ningún hombre te quedes mirando la belleza, y entre mujeres no te sientes.
 
 13 Porque de los vestidos sale la polilla, y de la mujer la malicia femenina.
 14 Vale más maldad de hombre que bondad de mujer, la mujer cubre de vergüenza y oprobio.
 15 Voy a evocar las obras del Señor, lo que tengo visto contaré. Por las palabras del Señor fueron hechas sus obras, y la creación está sometida a su voluntad.
 16 El sol mira a todo iluminándolo, de la gloria del Señor está llena su obra.
 17 No son capaces los Santos del Señor de contar todas sus maravillas, que firmemente estableció el Señor omnipotente, para que en su gloria el universo subsistiera.
 
 18 El sondea el abismo y el corazón humano, y sus secretos cálculos penetra. Pues el Altísimo todo saber conoce, y fija sus ojos en las señales de los tiempos.
 19 Anuncia lo pasado y lo futuro, y descubre las huellas de las cosas secretas.
 20 No se le escapa ningún pensamiento, ni una palabra se le oculta.
 21 Las grandezas de su sabiduría las puso en orden, porque él es antes de la eternidad y por la eternidad;  nada le ha sido añadido ni quitado, y de ningún consejero necesita.
 
 22 ¡Qué amables son todas sus obras!: como una centella hay que contemplarlas.
 23 Todo esto vive y permanece eternamente, para cualquier menester todo obedece.
 24 Todas las cosas de dos en dos, una frente a otra, y nada ha hecho deficiente.
 25 Cada cosa afirma la excelencia de la otra, ¿quién se hartará de contemplar su gloria?
 
 
 
 
 
Eclesiástico  43
 1 Orgullo de las alturas, firmamento de pureza, tal la vista del cielo en su espectáculo de gloria.
 2 El sol apareciendo proclama a su salida: «¡Qué admirable la obra del Altísimo!»
 3 En su mediodía reseca la tierra, ante su ardor, ¿quién puede resistir?
 4 Se atiza el horno para obras de forja: tres veces más el sol que abrasa las montañas; vapores ardientes despide, ciega los ojos con el brillo de sus rayos.
 
 5 Grande es el Señor que lo hizo, y a cuyo mandato emprende su rápida carrera.
 6 También la luna: sale siempre a su hora, para marcar los tiempos, señal eterna.
 7 De la luna procede la señal de las fiestas, astro que mengua, después del plenilunio.
 8 Lleva el mes su nombre; crece ella maravillosamente cuando cambia, enseña del ejército celeste que brilla en el firmamento del cielo.
 9 Hermosura del cielo es la gloria de las estrellas. orden radiante en las alturas del Señor.
 
 10 Por las palabras del Señor están fijas según su orden. y no aflojan en su puesto de guardia.
 11 Mira el arco iris y a su Hacedor bendice, ¡qué bonito en su esplendor!
 12 Rodea el cielo con aureola de gloria, lo han tendido las manos del Altísimo.
 13 Con su orden precipita la nieve, y fulmina los rayos según su decreto.
 14 Por eso se abren sus cilleros, y vuelvan las nubes como pájaros.
 15 Con su grandeza hace espesas las nubes, y se desmenuzan las piedras de granizo.
 
 16 a su vista se conmueven los montes. A su voluntad sopla el viento del sur,
 17 El bramido de su trueno insulta a la tierra, el huracán del norte y los ciclones.
 18 Como pájaros que se posan esparce la nieve, que baja como langosta que salta al suelo. Admira el ojo la belleza de su blancura, y al verla caer se pasma el corazón.
 19 El derrama también sobre la tierra la escarcha como sal, que al helarse se queda como pinchos de espinas.
 
 20 El viento frío del norte sopla y se forma el hielo sobre el agua; sobre toda masa de agua se posa, y el agua se reviste como de coraza.
 21 Devora los montes, quema el desierto, y consume como fuego el verdor.
 22 Como remedio de todo llega presto la niebla, el rocío, después del viento ardiente, devuelve la alegría.
 23 Según su designio domeña el abismo, y planta islas en él.
 24 Los que surcan el mar hablan de sus peligros, y de lo que oyen nuestros oídos nos maravillamos.
 
 25 Allí están las cosas raras y maravillosas, variedad de animales, especies de monstruos marinos.
 26 Gracias a Dios tiene éxito su mensajero, y por su palabra todo está en su sitio.
 27 Muchos más podríamos decir y nunca acabaríamos; broche de mis palabras: «El lo es todo.»
 28 ¿Dónde hallar fuerza para glorificarle? ¡Que él es el Grande sobre todas sus obras!
 29 Temible es el Señor, inmensamente grande, maravilloso su poderío.
 
 30 Con vuestra alabanza ensalzad al Señor, cuanto podáis, que siempre estará más alto; y al ensalzarle redoblad vuestra fuerza, no os canséis, que nunca acabaréis.
 31 ¿Quién le ha visto para que pueda describirle? ¿quién puede engrandecerle tal como es?
 32 Mayores que éstas quedan ocultas muchas cosas, que bien poco de sus obras hemos visto.
 33 Porque el Señor lo hizo todo, y dio a los piadosos la sabiduría.
 
 
  
 
 
Eclesiástico  44
 1 Hagamos ya el elogio de los hombres ilustres, de nuestros padres según su sucesión.
 2 Grandes glorias que creó el Señor, grandezas desde tiempos antiguos.
 3 Hubo soberanos en sus reinos, hombres renombrados por su poderío, consejeros por su inteligencia, vaticinadores de oráculos en sus profecías,
 4 guías del pueblo por sus consejos, por su inteligencia de la literatura popular, - sabias palabras había en su instrucción -
 
 5 inventores de melodías musicales, compositores de escritos poéticos,
 6 hombres ricos bien provistos de fuerza, viviendo en paz en sus moradas.
 7 Todos estos fueron honrados en su generación, objeto de gloria fueron en sus días.
 8 Hubo entre ellos quienes dejaron nombre, para que se hablara de ellos con elogio.
 9 De otros no ha quedado recuerdo, desaparecieron como si no hubieran existido, pasaron cual si a ser no llegaran, así como sus hijos después de ellos.
 
 10 Mas de otro modo estos hombres de bien, cuyas acciones justas no han quedado en olvido.
 11 Con su linaje permanece una rica herencia, su posteridad.
 12 En las alianzas se mantuvo su linaje, y sus hijos gracias a ellos.
 13 Para siempre permanece su linaje, y su gloria no se borrará.
 14 Sus cuerpos fueron sepultados en paz, y su nombre vive por generaciones.
 15 Su sabiduría comentarán los pueblos, su elogio lo publicará la asamblea.
 
 16 Henoc agradó al Señor, y fue arrebatado, ejemplo de penitencia para las generaciones.
 17 Perfectamente justo Noé fue hallado, en el tiempo de la ira se hizo reconciliación. Gracias a él tuvo un resto la tierra, cuando llegó el diluvio.
 18 Alianzas eternas fueron con él pactadas, para que no fuera ya aniquilada por el diluvio toda carne.
 19 Abraham, padre insigne de una multitud de naciones, no se halló quien le igualara en gloria.
 
 20 El guardó la ley del Altísimo, y con él entró en alianza. En su carne grabó la alianza, y en la prueba fue hallado fiel.
 21 Por eso Dios le prometió con juramento bendecir por su linaje a las naciones, multiplicarle como el polvo de la tierra, encumbrar como las estrellas su linaje, y darles una herencia de mar a mar, desde el Río hasta los confines de la tierra.
 22 A Isaac le aseguró lo mismo, en gracia a su padre Abraham.
 
 23 La bendición de todos los hombres y la alianza las hizo reposar en la cabeza de Jacob. Le confirmó en sus bendiciones, y le otorgó su herencia. El dividió sus partes y las repartió entre las doce tribus.

miércoles, 30 de mayo de 2018

Sirácides 39-41; 1 Timoteo 4

Eclesiástico  39
 1 No así el que aplica su alma a meditar la ley del Altísimo. La sabiduría de todos los antiguos rebusca, a los profecías consagra sus ocios,
 2 conserva los relatos de varones célebres, en los repliegues de las parábolas penetra,
 3 busca los secretos de los proverbios y en los enigmas de las parábolas insiste.
 4 En medio de los grandes ejerce su servicio, ante los jefes aparece; viaja por tierras extranjeras, adquiere experiencia de lo bueno y lo malo entre los hombres.
 
 5 Aplica su corazón a ir bien de mañana donde el Señor su Hacedor; suplica ante el Altísimo, abre su boca en oración y por sus pecados suplica.
 6 Si el gran Señor lo quiere, del espíritu de inteligencia será lleno. El mismo derramará como lluvia las palabras de su sabiduría, y en la oración dará gracias al Señor.
 7 Enderezará su consejo y su ciencia. y en sus misterios ocultos hará meditación.
 
 8 Mostrará la instrucción recibida, y en la ley de la alianza del Señor se gloriará.
 9 Muchos elogiarán su inteligencia, jamás será olvidada. No desaparecerá su recuerdo, su nombre vivirá de generación en generación.
 10 Su sabiduría comentarán las naciones, su elogio, lo publicará la asamblea.
 11 Mientras viva, su nombre dejará atrás a mil, y cuando descanse, él le bastará.
 12 Aún voy a hablar después de meditar, que estoy colmado como la luna llena.
 
 13 Escuchadme, hijos piadosos, y creced como rosa que brota junto a corrientes de agua.
 14 Como incienso derramad buen olor, abríos en flor como el lirio, exhalad perfume, cantad un cantar, bendecid al Señor por todas sus obras.
 15 Engrandeced su nombre, dadle gracias por su alabanza, con los cantares de vuestros labios y con cítaras, decid así en acción de gracias:
 16 ¡Qué hermosas son todas las obras del Señor! todas sus órdenes se ejecutan a su hora. No hay por qué decir: ¿Qué es esto? Y esto ¿para qué?, que todo se ha de buscar a su tiempo.
 
 17 A su orden el agua se detiene en una masa, a la palabra de su boca se forman los depósitos de las aguas.
 18 A una orden suya se hace todo lo que desea, y no hay quien pueda estorbar su salvación.
 19 Las obras de toda carne están delante de él, y nada puede ocultarse a sus ojos.
 20 Su mirada abarca de eternidad a eternidad, y nada hay admirable para él.
 21 No hay por qué decir: ¿Qué es esto? Y esto ¿para qué?, pues todo ha sido creado con un fin.
 
 22 Su bendición se ha desbordado como un río, como un diluvio ha inundado la tierra.
 23 De igual modo las naciones recibirán en herencia su ira, como cuando él cambió las aguas en salinas.
 24 Sus caminos rectos son para los santos, así como para los sin ley son piedras de tropiezo.
 25 Los bienes están desde el principio creados para los buenos, así como los males para los pecadores.
 26 De primera necesidad para la vida del hombre es el agua, el fuego, el hierro y la sal, la flor de harina de trigo, la leche y la miel, el jugo de uva, el aceite y el vestido.
 
 27 Todo esto son bienes para los piadosos, mas para los pecadores se truecan en males.
 28 Hay vientos creados para el castigo, en su furor ha endurecido él sus látigos; al tiempo de la consumación su fuerza expanden, y desahogan el furor del que los hizo.
 29 Fuego y granizo, hambre y muerte, para el castigo ha sido creado todo esto.
 30 Y dientes de fieras, escorpiones, víboras y espada vengadora para la perdición del impío.
 
 31 Todos hallan contento en hacer su mandato, en la tierra están prontos para su menester, y llegada la ocasión no traspasarán su orden.
 32 Por eso desde el principio me reafirmé, medité y he puesto por escrito:
 33 «Las obras del Señor son todas buenas, a su tiempo provee él a toda necesidad.
 34 No hay por qué decir: Esto es peor que aquello, porque todo a su tiempo es aprobado.
 35 Y ahora con todo el corazón y la boca cantad himnos y bendecid el nombre del Señor.»
 
 
  
 
 
Eclesiástico  40
 1 Grandes trabajos han sido creados para todo hombre, un yugo pesado hay sobre los hijos de Adán, desde el día que salieron del vientre de su madre, hasta el día del retorno a la madre de todo.
 2 Sus reflexiones, el miedo de su corazón es la idea del futuro, el día de la muerte.
 3 Desde el que está sentado en un trono glorioso, hasta el que en tierra y ceniza está humillado,
 4 desde el que lleva púrpura y corona, hasta el que se cubre de tela grosera, sólo furor, envidia, turbación, inquietud, miedo a la muerte, resentimiento y discordia.
 
 5 A la hora del descanso en la cama, el sueño de la noche altera el conocimiento.
 6 Poco, casi nada, reposa, y ya en sueños, como en día de guardia, se ve turbado por las visiones de su corazón, como el que ha huído ante el combate.
 7 A la hora de su turno se despierta, sorprendido de su vano temor.
 8 Para toda carne, del hombre hasta la bestia, mas para los pecadores siete veces más:
 9 Muerte, sangre, discordia, espada, adversidades, hambre, tribulación, azote.
 
 10 Contra los sin ley fue creado todo esto, y por su culpa se produjo el diluvio.
 11 Todo cuanto de tierra viene, a tierra vuelve, y cuanto de agua, en el mar desemboca.
 12 Todo don e injusticia serán aventados, más la fidelidad subsistirá por siempre.
 13 Las riquezas de los injustos se esfumarán como un torrente, como un gran trueno que en tormenta estalla.
 14 Cuando él abre las manos, se contenta, así los transgresores desaparecerán por completo.
 
 15 Los vástagos de los impíos no tienen muchas ramas, las raíces impuras sólo hallan piedra áspera.
 16 Caña que brota en toda agua o borde de río será arrancada antes que toda hierba.
 17 La caridad es como un paraíso de bendición, y la limosna permanece para siempre.
 18 La vida del que se basta a sí mismo y del obrero es dulce, pero más que ambos el que encuentra un tesoro.
 19 Los hijos y la fundación de una ciudad perpetúan el nombre, pero más que ambas cosas es estimada la mujer intachable.
 
 20 El vino y la música ponen contento el corazón, pero más que ambas cosas el amor a la sabiduría.
 21 La flauta y el salterio hacen el canto suave, pero más que ambas cosas la lengua dulce.
 22 Gracia y belleza el ojo anhela, pero más que ambas cosas el verdor del sembrado.
 23 Amigo y compañero se encuentran a su hora, pero más que ambos la mujer con el marido.
 24 Amigos y socorro para el tiempo de tribulación, pero más que ambos salva la limosna.
 
 25 Oro y plata hacen el paso firme, pero más que ambos se estima el consejo.
 26 La riqueza y la fuerza realzan el corazón, pero más que las dos, el temor del Señor. En el temor del Señor no existe mengua, con él no hay ya por qué buscar ayuda.
 27 El temor del Señor como un paraíso de bendición, protege él más que toda gloria.
 28 Hijo, no lleves una vida de mendicidad, que más vale morir que mendigar.
 29 Hombre que mira a la mesa de otro no merece el nombre de vida su existencia. Con comida ajena mancha su boca, pero el hombre instruido y educado de ello se guardará.
 
 30 En la boca del descarado la mendicidad resulta dulce, pero en su vientre es un fuego que abrasa.
 
  
 
 
Eclesiástico  41
 1 ¡Oh muerte, qué amargo es tu recuerdo para el hombre que vive en paz entre sus bienes, para el varón desocupado a quien en todo le va bien, y todavía con fuerzas para servirse el alimento!
 2 ¡Oh muerte, buena es tu sentencia para el hombre necesitado y carente de fuerzas, para el viejo acabado, ahíto de cuidados, que se rebela y ha perdido la paciencia!
 3 No temas la sentencia de la muerte, recuerda tus comienzos y tu fin.
 
 4 Esta sentencia viene del Señor sobre toda carne, ¿por qué desaprobar el agrado del Altísimo? Ya se viva diez, cien, mil años, no se reprocha en el seol la vida.
 5 Hijos abominables son los hijos de los pecadores que viven en vecindad de impíos.
 6 La herencia de los hijos de los pecadores va a la ruina, con su linaje se perpetúa el oprobio.
 7 Al padre impío le reprochan sus hijos, porque por causa de él viven en oprobio.
 
 8 ¡Ay de vosotros, impíos, que la ley del Altísimo habéis abandonado!
 9 Si nacéis, para la maldición nacéis, si morís, la maldición heredáis.
 10 Todo cuanto viene de tierra, a tierra volverá, así irán los impíos de la maldición a la ruina.
 11 El duelo de los hombres se dirige a sus cuerpos, pero el nombre de los pecadores, que no es bueno, se borrará.
 12 Preocúpate de tu nombre, que eso te queda, más que mil grandes tesoros de oro.
 
 13 La vida buena tiene un límite de días, pero el buen nombre permanece para siempre.
 14 Conservad la instrucción en paz, hijos. Sabiduría escondida y tesoro invisible, ¿qué provecho hay en ambos?
 15 Más vale hombre que oculta su necedad, que hombre que oculta su sabiduría.
 16 Así pues, ruborizaos de lo que os voy a señalar, que no es bueno guardar toda vergüenza, ni todo es apreciato fielmente por todos.
 
 17 Ante un padre y una madre avergonzaos de la fornicación, de la mentira, ante el jefe y el poderoso;
 18 del extravío, ante juez y el magistrado, de la iniquidad, ante la asamblea y el pueblo;
 19 de la injusticia, ante el compañero y el amigo, del robo, ante el lugar en que resides;
 20 y ante la verdad de Dios y la alianza: de clavar los codos en los panes,
 21 de despreciar la recepción y el don, de callarse ante los que saludan,
 
 22 de mirar a mujer prostituta, de volver la cara a tu pariente,
 23 de quitar la parte y el don de otro, de clavar los ojos en mujer casada,
 24 de intimidades con la criada - ¡no te acerques a su lecho! -
 25 de palabras injuriosas ante los amigos - después de dar no hagas reproches -
 26 de repetir la palabra oída, de revelar las palabras secretas.
 27 Serás entonces de verdad un hombre ruboroso, y ante todo el mundo hallarás gracia.

1 Timoteo 4
1 El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán  de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas,
2 por la hipocresía de embaucadores que tienen marcada a fuego su propia conciencia;
3 éstos prohíben el matrimonio y el uso de alimentos que Dios creó para que fueran comidos con acción de gracias  por los creyentes y por los que han conocido la verdad.
4 Porque todo lo que Dios ha creado es bueno y no se ha de rechazar ningún alimento que se coma con acción de gracias;
5 pues queda santificado por la Palabra de Dios y por la oración.
6 Su tú enseñas estas cosas a los hermanos, serás un buen ministro de Cristo Jesús, alimentado con las palabras de la fe y de la buena doctrina que has seguido fielmente.
7 Rechaza, en cambio, las fábulas profanas y los cuentos de viejas. Ejercítate en la piedad.
8 Los ejercicios corporales sirven para poco; en cambio la piedad es provechosa para todo, pues tiene la promesa de la vida, de la presente y de la futura.
9 Es cierta y digna de ser aceptada por todos esta afirmación:
10 Si nos fatigamos y luchamos es porque tenemos puesta la esperanza en Dios vivo, que es el Salvador de todos los  hombres, principalmente de los creyentes.
11 Predica y enseña estas cosas.
12 Que nadie menosprecie tu juventud. Procura, en cambio, ser para los creyentes modelo en la palabra, en el comportamiento, en la caridad, en la fe, en la pureza.
13 Hasta que yo llegue, dedícate a la lectura, a la exhortación, a la enseñanza.
14 No descuides el carisma que hay en ti, que se te comunicó por intervención profética mediante la imposición de las manos del colegio de presbíteros.
15 Ocúpate en estas cosas; vive entregado a ellas para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos.
16 Vela por ti mismo y por la enseñanza; persevera en estas disposiciones, pues obrando así te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen.

martes, 29 de mayo de 2018

Sirácides 36-38; 1 Timoteo 3

Eclesiástico  36
 1 Ten piedad de nosotros, Dios, dueño de todas las cosas, mira y siembra tu temor sobre todas las naciones.
 2 Alza tu mano contra las naciones extranjeras, para que reconozcan tu señorío.
 3 Como ante ellas te has mostrado santo con nosotros, así ante nosotros muéstrate grande con ellas.
 4 Que te reconozcan, como nosotros hemos reconocido que no hay Dios fuera de ti, Señor.
 5 Renueva las señales, repite tus maravillas, glorifica tu mano y tu brazo derecho.
 
 6 Despierta tu furor y derrama tu ira, extermina al adversario, aniquila al enemigo.
 7 Acelera la hora, recuerda el juramento, y que se publiquen tus grandezas.
 8 Que el fuego de la ira devore al que se escape, y los que hacen daño a tu pueblo hallen la perdición.
 9 Aplasta la cabeza de los jefes enemigos, que dicen: «Nadie más que nosotros.»
 10 Congrega todas las tribus de Jacob, dales su heredad como al principio.
 
 11 Ten piedad, Señor, del pueblo llamado con tu nombre, de Israel, a quien igualaste con el primogénito.
 12 Ten compasión de tu santa ciudad, de Jerusalén, lugar de tu reposo.
 13 Llena a Sión de tu alabanza, y de tu gloria tu santuario.
 14 Da testimonio a tus primeras criaturas, mantén las profecías dichas en tu nombre.
 15 Da su recompensa a los que te aguardan, y que tus profetas queden acreditados.
 16 Escucha, Señor, la súplica de tus siervos, según la bendición de Aarón sobre tu pueblo.
 
 17 Y todos los de la tierra reconozcan que tú eres el Señor, el Dios eterno.
 18 Todo alimento traga el vientre, pero unos alimentos son mejores que otros.
 19 El paladar distingue por el gusto la carne de caza, así el corazón inteligente las palabras mentirosas.
 20 El corazón perverso da tristeza, pero el hombre de experiencia le da su merecido.
 21 A cualquier marido acepta la mujer, pero unas hijas son mejores que otras.
 
 22 La belleza de la mujer recrea la mirada, y el hombre la desea más que ninguna cosa.
 23 Si en su lengua hay ternura y mansedumbre, su marido ya no es como los demás hombres.
 24 El que adquiere una mujer, adquiere el comienzo de la fortuna,  una ayuda semejante a él y columna de apoyo.
 25 Donde no hay valla, la propiedad es saqueada, donde no hay mujer, gime un hombre a la deriva.
 26 ¿Quién se fiará del ladrón ágil que salta de ciudad en ciudad?
 
 27 Así tampoco del hombre que no tiene nido y que se alberga donde la noche le sorprende.
 
  
 
 
Eclesiástico  37
 1 Todo amigo dice: «También yo soy tu amigo», pero hay amigo que lo es sólo de nombre.
 2 ¿No es para uno una mortal tristeza un compañero o amigo trocado en enemigo?
 3 ¡Oh intención perversa! ¿de dónde saliste para cubrir la tierra de engaño?
 4 El compañero disfruta en el contento del amigo, pero al tiempo de tribulación se volverá contra él.
 5 El compañero compadece al amigo por interés, y cuando llega el combate embraza el escudo.
 
 6 No te olvides de tu amigo en tu alma, ni pierdas su recuerdo cuando seas rico.
 7 Todo consejero da consejos, pero hay quien aconseja en su interés.
 8 Del consejero guarda tu alma, conoce primero qué necesita - porque en su propio interés dará consejo -, no sea que eche sobre ti la suerte,
 9 y te diga: «Bueno es tu camino», quedándose enfrente para ver qué te sucede.
 10 No te aconsejes del que te mira con desprecio, y de los que te envidian oculta tu consejo;
 
 11 ni te aconsejes con mujer sobre su rival, con cobarde acerca la guerra, con negociante respecto del comercio, con comprador sobre la venta, con envidioso sobre la gratitud, con despiadado sobre la generosidad, con perezoso sobre cualquier trabajo, con temporero sobre el término de una obra, con siervo ocioso sobre un trabajo grande: no cuentes con éstos para ningún consejo.
 12 Sino recurre siempre a un hombre piadoso, de quien sabes bien que guarda los mandamientos, cuya alma es según tu alma, y que, si caes, sufrirá contigo.
 
 13 Y mantén firme el consejo de tu corazón, que nadie es para ti más fiel que él.
 14 Pues el alma del hombre puede a veces advertir más que siete vigías sentados en lo alto para vigilar.
 15 Y por encima de todo esto suplica al Altísimo, para que enderece tu camino en la verdad.
 16 Principio de toda obra es la palabra, y antes de toda acción está el consejo.
 17 Raíz de los pensamientos es el corazón, de él salen cuatro ramas:
 
 18 bien y mal, vida y muerte, mas la que siempre los domina es la lengua.
 19 Hay hombre diestro que adoctrina a muchos, y para sí mismo es un inútil.
 20 Hay quien se hace el sabio en palabras y es aborrecido, y que acabará sin tener qué comer.
 21 Pues no se le dio la gracia que viene del Señor, porque estaba vacío de toda sabiduría.
 22 Hay quien para sí mismo es sabio, y los frutos de su inteligencia son, según él, dignos de fe.
 
 23 El varón sabio enseña a su pueblo, y los frutos de su inteligencia son dignos de fe.
 24 El varón sabio es colmado de bendiciones, y le llaman feliz todos los que le ven.
 25 La vida del hombre tiene días contados, mas los días de Israel no tienen número.
 26 El sabio en su pueblo se gana la confianza, y su nombre vivirá por los siglos.
 27 Hijo, en tu vida prueba tu alma, ve lo que es malo para ella y no se los des.
 
 28 Pues no a todos les conviene todo, y no a todo el mundo le gusta lo mismo.
 29 No seas insaciable de todo placer, y no te abalances sobre la comida,
 30 porque en el exceso de alimento hay enfermedad, y la intemperancia acaba en cólicos.
 31 Por intemperancia han muerto muchos, pero el que se vigila prolongará su vida.
 
  
 
 
Eclesiástico  38
 1 Da al médico, por sus servicios, los honores que merece, que también a él le creó el Señor.
 2 Pues del Altísimo viene la curación, como una dádiva que del rey se recibe.
 3 La ciencia del médico realza su cabeza, y ante los grandes es admirado.
 4 El Señor puso en la tierra medicinas, el varón prudente no las desdeña.
 5 ¿No fue el agua endulzada con un leño para que se conociera su virtud?
 
 6 El mismo dio a los hombres la ciencia para que se gloriaran en sus maravillas.
 7 Con ellas cura él y quita el sufrimiento, con ellas el farmacéutico hace mixturas.
 8 Así nunca se acaban sus obras, y de él viene la paz sobre la haz de la tierra.
 9 Hijo, en tu enfermedad, no seas negligente, sino ruega al Señor, que él te curará.
 10 Aparta las faltas, endereza tus manos, y de todo pecado purifica el corazón.
 
 11 Ofrece incienso y memorial de flor de harina, haz pingües ofrendas según tus medios.
 12 Recurre luego al médico, pues el Señor le creó también a él, que no se aparte de tu lado, pues de él has menester.
 13 Hay momentos en que en su mano está la solución,
 14 pues ellos también al Señor suplicarán que les ponga en buen camino hacia el alivio y hacia la curación para salvar tu vida.
 15 El que peca delante de su Hacedor ¡caiga en manos del médico!
 
 16 Hijo, por un muerto lágrimas derrama, como quien sufre cruelmente, entona la lamentación; según el ceremonial entierra su cadáver y no seas negligente con su sepultura.
 17 Llora amargamente, date fuertes golpes de pecho, haz el duelo según su dignidad, un día o dos, para evitar murmullos; después, consuélate de la tristeza.
 18 Porque de la tristeza sale la muerte, la tristeza del corazón enerva las fuerzas.
 
 19 En la adversidad permanece también la tristeza, una vida de miseria va contra el corazón.
 20 No des tu corazón a la tristeza, evítala acordándote del fin.
 21 No lo olvides: no hay retorno, a él no le aprovechará, y te harás daño a ti mismo.
 22 «Recuerda mi sentencia, que será también la tuya: a mí ayer, a ti te toca hoy.»
 23 Cuando un muerto reposa, deja en paz su memoria, consuélate de él, porque su espíritu ha partido.
 
 24 La sabiduría del escriba se adquiere en los ratos de sosiego, el que se libera de negocios se hará sabio.
 25 ¿Cómo va a hacerse sabio el que empuña el arado, y se gloría de tener por lanza el aguijón, el que conduce bueyes, los arrea en sus trabajos y no sabe hablar más que de novillos?
 26 Aplica su corazón a abrir surcos, y sus vigilias a cebar terneras.
 27 De igual modo todo obrero o artesano, que trabaja día y noche; los que graban las efigies de los sellos, y su afán se centra en variar los detalles; ponen todo su corazón en igualar el modelo y gastan sus vigilias en rematar la obra.
 
 28 También el herrero sentado junto al yunque, atento a los trabajos del hierro; el vaho del fuego sus carnes derrite, en el calor de la fragua se debate, el ruido del martillo le ensordece, y en el modelo del objeto tiene fijos sus ojos; pone su corazón en concluir sus obras, y sus vigilias en adornarlas al detalle.
 29 De igual modo el alfarero sentado a su tarea y dando a la rueda con sus pies, preocupado sin cesar por su trabajo, toda su actividad concentrada en el número;
 
 30 con su brazo moldea la arcilla, con sus pies vence su resistencia; pone su corazón en acabar el barnizado, y gasta sus vigilias en limpiar el horno.
 31 Todos éstos ponen su confianza en sus manos, y cada uno se muestra sabio en su tarea.
 32 Sin ellos no se construiría ciudad alguna, ni se podría habitar ni circular por ella.
 33 Mas para el consejo del pueblo no se les busca, ni se les distingue en la asamblea. No se sientan en sitial de juez, ni meditan en la alianza del juicio.
 
 34 No demuestran instrucción ni juicio, ni se les encuentra entre los que dicen máximas. Pero aseguran la creación eterna, el objeto de su oración son los trabajos de su oficio.


1 Timoteo 3
1 Es cierta esta afirmación: Si alguno aspira al cargo de epíscopo, desea una noble función.
2 Es, pues, necesario que el epíscopo sea irreprensible, casado una sola vez, sobrio, sensato, educado, hospitalario, apto para enseñar,
3 ni bebedor ni violento, sino moderado, enemigo de pendencias, desprendido del dinero,
4 que gobierne bien su propia casa y mantenga sumisos a sus hijos con toda dignidad;
5 pues si alguno no es capaz de gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la Iglesia de Dios?
6 Que no sea neófito, no sea que, llevado por la soberbia, caiga en la misma condenación del Diablo.
7 Es necesario también que tenga buena fama entre los de fuera, para que no caiga en descrédito y en las redes del  Diablo.
8 También los diáconos deben ser dignos, sin doblez, no dados a beber mucho vino ni a negocios sucios;
9 que guarden el Misterio de la fe con una conciencia pura.
10 Primero se les someterá a prueba y después, si fuesen irreprensibles, serán diáconos.
11 Las mujeres igualmente deben ser dignas, no calumniadoras, sobrias, fieles en todo.
12 Los diáconos sean casados una sola vez y gobiernen bien a sus hijos y su propia casa.
13 Porque los que ejercen bien el diaconado alcanzan un puesto honroso y grande entereza en la fe de Cristo Jesús.
14 Te escribo estas cosas con la esperanza de ir pronto donde ti;
15 pero si tardo, para que sepas cómo hay que portarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad.
16 Y sin duda alguna, grande es el Misterio de la piedad: El ha sido manifestado en la carne, justificado en el Espíritu, visto de los Ángeles, proclamado a los gentiles, creído en el mundo, levantado a la gloria.

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...