sábado, 12 de mayo de 2018

Sabiduría 7-9; Colosenses 2

Sabiduría 7
 1 Yo también soy un hombre mortal como todos, un descendiente del primero que fue formado de la tierra. En el seno de una madre fui hecho carne;
 2 durante diez meses fui modelado en su sangre, de una semilla de hombre y del placer que acompaña al sueño.
 3 Yo también, una vez nacido, aspiré el aire común, caí en la tierra que a todos recibe por igual y mi primera voz fue la de todos: lloré.
 
 4 Me crié entre pañales y cuidados.
 5 Pues no hay rey que haya tenido otro comienzo de su existencia;
 6 una es la entrada en la vida para todos y una misma la salida.
 7 Por eso pedí y se me concedió la prudencia; supliqué y me vino el espíritu de Sabiduría.
 8 Y la preferí a cetros y tronos y en nada tuve a la riqueza en comparación de ella.
 9 Ni a la piedra más preciosa la equiparé, porque todo el oro a su lado es un puñado de arena y barro parece la plata en su presencia.
 
 10 La amé más que la salud y la hermosura y preferí tenerla a ella más que a la luz, porque la claridad que de ella nace no conoce noche.
 11 Con ella me vinieron a la vez todos los bienes, y riquezas incalculables en sus manos.
 12 Y yo me regocijé con todos estos bienes porque la Sabiduría los trae, aunque ignoraba que ella fuese su madre.
 13 Con sencillez la aprendí y sin envidia la comunico; no me guardo ocultas sus riquezas
 
 14 porque es para los hombres un tesoro inagotable y los que lo adquieren se granjean la amistad de Dios recomendados por los dones que les trae la instrucción.
 15 Concédame Dios hablar según él quiere y concebir pensamientos dignos de sus dones, porque él es quien guía a la Sabiduría y quien dirige a los sabios;
 16 que nosotros y nuestras palabras en sus manos estamos con toda nuestra prudencia y destreza en el obrar.
 
 17 Fue él quien me concedió un conocimiento verdadero de los seres, para conocer la estructura del mundo y la actividad de los elementos,
 18 el principio, el fin y el medio de los tiempos, los cambios de los solsticios y la sucesión de las estaciones,
 19 los ciclos del año y la posición de las estrellas,
 20 la naturaleza de los animales y los instintos de las fieras, el poder de los espíritus y los pensamientos de los hombres, las variedades de las plantas y las virtudes de las raíces.
 
 21 Cuanto está oculto y cuanto se ve, todo lo conocí, porque el artífice de todo, la Sabiduría, me lo enseñó.
 22 Pues hay en ella un espíritu inteligente, santo, único, múltiple, sutil, ágil, perspicaz, inmaculado, claro, impasible, amante del bien, agudo,
 23 incoercible, bienhechor, amigo del hombre, firme, seguro, sereno, que todo lo puede, todo lo observa, penetra todos los espíritus, los inteligentes, los puros, los más sutiles.
 
 24 Porque a todo movimiento supera en movilidad la Sabiduría, todo lo atraviesa y penetra en virtud de su pureza.
 25 Es un hálito del poder de Dios, una emanación pura de la gloria del Omnipotente, por lo que nada manchado llega a alcanzarla.
 26 Es un reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios, una imagen de su bondad.
 27 Aun siendo sola, lo puede todo; sin salir de sí misma, renueva el universo; en todas las edades, entrando en las almas santas, forma en ellas amigos de Dios y profetas,
 
 28 porque Dios no ama sino a quien vive con la Sabiduría.
 29 Es ella, en efecto, más bella que el sol, supera a todas las constelaciones; comparada con la luz, sale vencedora,
 30 porque a la luz sucede la noche, pero contra la Sabiduría no prevalece la maldad.
 
  
 
 
Sabiduría 8
 1 Se despliega vigorosamente de un confín al otro del mundo y gobierna de excelente manera el universo.
 2 Yo la amé y la pretendí desde mi juventud; me esforcé por hacerla esposa mía y llegué a ser un apasionado de su belleza.
 3 Realza su nobleza por su convivencia con Dios, pues el Señor de todas las cosas la amó.
 4 Pues está iniciada en la ciencia de Dios y es la que elige sus obras.
 5 Si en la vida la riqueza es una posesión deseable, ¿qué cosa más rica que la Sabiduría que todo lo hace?
 
 6 Si la inteligencia es creadora, ¿quién sino la Sabiduría es el artífice de cuanto existe?
 7 ¿Amas la justicia? Las virtudes son sus empeños, pues ella enseña la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza: lo más provechoso para el hombre en la vida.
 8 ¿Deseas además gran experiencia? Ella conoce el pasado y conjetura el porvenir, sabe interpretar las máximas y resolver los enigmas, conoce de antemano las señales y los prodigios, así como la sucesión de épocas y tiempos.
 
 9 Decidí, pues, tomarla por compañera de mi vida, sabiendo que me sería una consejera para el bien y un aliento en las preocupaciones y penas:
 10 «Tendré gracias a ella gloria entre la gente, y, aunque joven, honor ante los ancianos.
 11 Apareceré agudo en el juicio y en presencia de los poderosos seré admirado.
 12 Si callo, esperarán; si hablo, prestarán atención; si me alargo hablando, pondrán la mano en su boca.
 
 13 Gracias a ella tendré la inmortalidad y dejaré recuerdo eterno a los que después de mí vengan.
 14 Gobernaré a los pueblos, y las naciones me estarán sometidas.
 15 Oyendo hablar de mí, soberanos terribles temerán. Me mostraré bueno entre las multitudes y valiente en la guerra.
 16 Vuelto a casa, junto a ella descansaré, pues no causa amargura su compañía ni tristeza la convivencia con ella, sino satisfacción y alegría».
 
 17 Pensando esto conmigo mismo y considerando en mi corazón que se encuentra la inmortalidad en emparentar con la Sabiduría,
 18 en su amistad un placer bueno, en los trabajos de sus manos inagotables riquezas, prudencia en cultivar su trato y prestigio en conversar con ella, por todos los medios buscaba la manera de hacérmela mía.
 19 Era yo un muchacho de buen natural, me cupo en suerte un alma buena,
 
 20 o más bien, siendo bueno, vine a un cuerpo incontaminado;
 21 pero, comprendiendo que no podría poseer la Sabiduría si Dios no me la daba, - y ya era un fruto de la prudencia saber de quién procedía esta gracia - recurrí al Señor y le pedí, y dije con todo mi corazón:
  
 
 
Sabiduría 9
 1 «Dios de los Padres, Señor de la misericordia, que hiciste el universo con tu palabra,
 2 y con tu Sabiduría formaste al hombre para que dominase sobre los seres por ti creados,
 3 administrase el mundo con santidad y justicia y juzgase con rectitud de espíritu,
 4 dame la Sabiduría, que se sienta junto a tu trono, y no me excluyas del número de tus hijos.
 5 Que soy un siervo tuyo, hijo de tu sierva, un hombre débil y de vida efímera, poco apto para entender la justicia y las leyes.
 
 6 Pues, aunque uno sea perfecto entre los hijos de los hombres, si le falta la Sabiduría que de ti procede, en nada será tenido.
 7 Tú me elegiste como rey de tu pueblo, como juez de tus hijos y tus hijas;
 8 tú me ordenaste edificar un santuario en tu monte santo y un altar en la ciudad donde habitas, imitación de la Tienda santa que habías preparado desde el principio.
 9 Contigo está la Sabiduría que conoce tus obras, que estaba presente cuando hacías el mundo, que sabe lo que es agradable a tus ojos, y lo que es conforme a tus mandamientos.
 
 10 Envíala de los cielos santos, mándala de tu trono de gloria para que a mi lado participe en mis trabajos y sepa yo lo que te es agradable,
 11 pues ella todo lo sabe y entiende. Ella me guiará prudentemente en mis empresas y me protegerá con su gloria.
 12 Entonces mis obras serán aceptables, juzgaré a tu pueblo con justicia y seré digno del trono de mi padre.
 13 ¿Qué hombre, en efecto, podrá conocer la voluntad de Dios? ¿Quién hacerse idea de lo que el Señor quiere?
 
 14 Los pensamientos de los mortales son tímidos e inseguras nuestras ideas,
 15 pues un cuerpo corruptible agobia el alma y esta tienda de tierra abruma el espíritu lleno de preocupaciones.
 16 Trabajosamente conjeturamos lo que hay sobre la tierra y con fatiga hallamos lo que está a nuestro alcance; ¿quién, entonces, ha rastreado lo que está en los cielos?
 17 Y ¿quién habría conocido tu voluntad, si tú no le hubieses dado la Sabiduría y no le hubieses enviado de lo alto tu espíritu santo?
 
 18 Sólo así se enderezaron los caminos de los moradores de la tierra, así aprendieron los hombres lo que a ti te agrada y gracias a la Sabiduría se salvaron.»

Colosenses 2
1 Quiero que sepáis qué dura lucha estoy sosteniendo por vosotros y por los de Laodicea, y por todos los que no me han visto personalmente,
2 para que sus corazones reciban ánimo y, unidos íntimamente en el amor, alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia  y perfecto conocimiento del Misterio de Dios,
3 en el cual están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia.
4 Os digo esto para que nadie os seduzca con discursos capciosos.
5 Pues, si bien estoy corporalmente ausente, en espíritu me hallo con vosotros, alegrándome de ver vuestra armonía  y la firmeza de vuestra fe en Cristo.
6 Vivid, pues, según Cristo Jesús, el Señor, tal como le habéis recibido;
7 enraizados y edificados en él; apoyados en la fe, tal como se os enseñó, rebosando en acción de gracias.
8 Mirad que nadie os esclavice mediante la vana falacia de una filosofía, fundada en tradiciones humanas, según los  elementos del mundo y no según Cristo.
9 Porque en él reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente,
10 y vosotros alcanzáis la plenitud en él, que es la Cabeza de todo Principado y de toda Potestad;
11 en él también fuisteis circuncidados con la circuncisión no quirúrgica, sino mediante el despojo de vuestro cuerpo mortal, por la circuncisión en Cristo.
12 Sepultados con él en el bautismo, con él también habéis resucitado por la fe en la acción de Dios, que resucitó de entre los muertos.
13 Y a vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y en vuestra carne incircuncisa, os vivificó juntamente con él y nos perdonó todos nuestros delitos.
14 Canceló la nota de cargo que había contra nosotros, la de las prescripciones con sus cláusulas desfavorables, y la suprimió clavándola en la cruz.
15 Y, una vez despojados los Principados y las Potestades, los exhibió públicamente, incorporándolos a su cortejo  triunfal.
16 Por tanto, que nadie os critique por cuestiones de comida o bebida, o a propósito de fiestas, de novilunios o sábados.
17 Todo esto es sombra de lo venidero; pero la realidad es el cuerpo de Cristo.
18 Que nadie os prive del premio a causa del gusto por ruines prácticas, del culto de los ángeles, obsesionado por lo que vio, vanamente hinchado por su mente carnal,
19 en lugar de mantenerse unido a la Cabeza, de la cual todo el Cuerpo, por medio de junturas y ligamentos, recibe  nutrición y cohesión, para realizar su crecimiento en Dios.
20 Una vez que habéis muerto con Cristo a los elementos del mundo ¿por qué sujetaros, como si aún vivierais en el mundo, a preceptos como
21 «no tomes», «no gustes», «no toques»,
22 cosas todas destinadas a perecer con el uso y debidas a = preceptos y doctrinas puramente humanos? =
23 Tales cosas tienen una apariencia de sabiduría por su piedad afectada, sus mortificaciones y su rigor con el cuerpo; pero sin valor alguno contra la insolencia de la carne.

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...