jueves, 3 de mayo de 2018

Eclesiastés 1-3

ECLESIASTÉS  
Eclesiastés 1
1 Palabras de Cohélet, hijo de David, rey en Jerusalén.
2 ¡Vanidad de vanidades! - dice Cohélet -, ¡vanidad de vanidades, todo vanidad!
3 ¿Qué saca el hombre de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?
4 Una generación va, otra generación viene; pero la tierra para siempre permanece.
5 Sale el sol y el sol se pone; corre hacia su lugar y allí vuelve a salir.
6 Sopla hacia el sur el viento y gira hacia el norte; gira que te gira sigue el viento y vuelve el viento a girar.
7 Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena; al lugar donde los ríos van, allá vuelven a fluir.
8 Todas las cosas dan fastidio. Nadie puede decir que no se cansa el ojo de ver ni el oído de oír.
9 Lo que fue, eso será; lo que se hizo, ese se hará. Nada nuevo hay bajo el sol.
10 Si algo hay de que se diga: «Mira, eso sí que es nuevo», aun eso ya sucedía en los siglos que nos precedieron.
11 No hay recuerdo de los antiguos, como tampoco de los venideros quedará memoria en los que después vendrán.
12 Yo, Cohélet, he sido rey de Israel, en Jerusalén.
13 He aplicado mi corazón a investigar y explorar con la sabiduría cuanto acaece bajo el cielo. ¡Mal oficio éste que Dios encomendó a los humanos para que en él se ocuparan!
14 He observado cuanto sucede bajo el sol y he visto que todo es vanidad y atrapar vientos.
15 Lo torcido no puede enderezarse, lo que falta no se puede contar.
16 Me dije en mi corazón: Tengo una sabiduría grande y extensa, mayor que la de todos mis predecesores en Jerusalén; mi corazón ha contemplado mucha sabiduría y ciencia.
17 He aplicado mi corazón a conocer la sabiduría, y también a conocer la locura y la necedad, he comprendido que aun  esto mismo es atrapar vientos,
18 pues: Donde abunda sabiduría, abundan penas, y quien acumula ciencia, acumula dolor.
 
Eclesiastés 2
1 Hablé en mi corazón: ¡Adelante! ¡Voy a probarte en el placer; disfruta del bienestar! Pero vi que también esto es vanidad.
2 A la risa la llamé: ¡Locura!; y del placer dije: ¿Para qué vale?
3 Traté de regalar mi cuerpo con el vino, mientras guardaba mi corazón en la sabiduría, y entregarme a la necedad hasta ver en qué consistía la felicidad de los humanos, lo que hacen bajo el cielo durante los contados días de su vida.
4 Emprendí mis grandes obras; me construí palacios, me planté viñas;
5 me hice huertos y jardines, y los planté de toda clase de árboles frutales.
6 Me construí albercas con aguas para regar la frondosa plantación.
7 Tuve siervos y esclavas: poseí servidumbre, así como ganados, vacas y ovejas, en mayor cantidad que ninguno de mis predecesores en Jerusalén.
8 Atesoré también plata y oro, tributos de reyes y de provincias. Me procuré cantores y cantoras, toda clase de lujos humanos, coperos y reposteros.
9 Seguí engrandeciéndome más que cualquiera de mis predecesores en Jerusalén, y mi sabiduría se mantenía.
10 De cuanto me pedían mis ojos, nada les negué ni rehusé a mi corazón ninguna alegría; toda vez que mi corazón se  solazaba de todas mis fatigas, y esto me compensaba de todas mis fatigas.
11 Consideré entonces todas las obras de mis manos y el fatigoso afán de mi hacer y vi que todo es vanidad y atrapar vientos, y que ningún provecho se saca bajo el sol.
12 Yo me volví a considerar la sabiduría, la locura y la necedad. ¿Qué hará el hombre que suceda al rey, sino lo que ya otros hicieron?
13 Yo vi que la sabiduría aventaja a la necedad, como la luz a las tinieblas.
14 El sabio tiene sus ojos abiertos, mas el necio en las tinieblas camina. Pero también yo sé que la misma suerte alcanza a ambos.
15 Entonces me dice: Como la suerte del necio será la mía, ¿para qué vales, pues, mi sabiduría? Y pensé que hasta  eso mismo es vanidad.
16 No hay recuerdo duradero ni del sabio ni del necio; al correr de los días, todos son olvidados. Pues el sabio muere igual que el necio.
17 He detestado la vida, porque me repugna cuanto se hace bajo el sol, pues todo es vanidad y atrapar vientos.
18 Detesté todos mis fatigosos afanes bajo el sol, que yo dejo a mi sucesor.
19 ¿Quién sabe si será sabio o necio? El se hará dueño de todo mi trabajo, lo que realicé con fatiga y sabiduría bajo  el sol. También esto es vanidad.
20 Entregué mi corazón al desaliento, por todos mis fatigosos afanes bajo el sol,
21 pues un hombre que se fatigó con sabiduría, ciencia y destreza, a otro que en nada se fatigó da su propia paga. También esto es vanidad y mal grave.
22 Pues ¿qué le queda a aquel hombre de toda su fatiga y esfuerzo con que se fatigó bajo el sol?
23 Pues todos sus días son dolor, y su oficio, penar; y ni aun de noche su corazón descansa. También esto es vanidad.
24 No hay mayor felicidad para el hombre que comer y beber, y disfrutar en medio de sus fatigas. Yo veo que también esto viene de la mano de Dios,
25 pues quien come y quien bebe, lo tiene de Dios.
26 Porque a quien le agrada, da El sabiduría, ciencia y alegría; mas al pecador, da la tarea de amontonar y atesorar  para dejárselo a quien agrada a Dios. También esto es vanidad y atrapar vientos.
 
Eclesiastés 3
1 Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo:
2 Su tiempo el nacer, y su tiempo el morir; su tiempo el plantar, y su tiempo el arrancar lo plantado.
3 Su tiempo el matar, y su tiempo el sanar; su tiempo el destruir, y su tiempo el edificar.
4 Su tiempo el llorar, y su tiempo el reír; su tiempo el lamentarse, y su tiempo el danzar.
5 Su tiempo el lanzar piedras, y su tiempo el recogerlas; su tiempo el abrazarse, y su tiempo el separarse.
6 Su tiempo el buscar, y su tiempo el perder; su tiempo el guardar, y su tiempo el tirar.
7 Su tiempo el rasgar, y su tiempo el coser; su tiempo el callar, y su tiempo el hablar.
8 Su tiempo el amar, y su tiempo el odiar; su tiempo la guerra, y su tiempo la paz.
9 ¿Qué gana el que trabaja con fatiga?
10 He considerado la tarea que Dios ha puesto a los humanos para que en ella se ocupen.
11 El ha hecho todas las cosas apropiadas a su tiempo; también ha puesto el mundo en sus corazones, sin que el hombre llegue a descubrir la obra que Dios ha hecho de principio a fin.
12 Comprendo que no hay para el hombre más felicidad que alegrarse y buscar el bienestar en su vida.
13 Y que todo hombre coma y beba y disfrute bien en medio de sus fatigas, eso es don de Dios.
14 Comprendo que cuanto Dios hace es duradero. Nada hay que añadir ni nada que quitar. Y así hace Dios que se le tema.
15 Lo que es, ya antes fue; lo que será, ya es. Y Dios restaura lo pasado.
16 Todavía más he visto bajo el sol: en la sede del derecho, allí está la iniquidad; y en el sitial del justo, allí el impío.
17 Dije en mi corazón: Dios juzgará al justo y al impío, pues allí hay un tiempo para cada cosa y para toda obra.
18 Dije también en mi corazón acerca de la conducta de los humanos: sucede así para que Dios los pruebe y les demuestre  que son como bestias.
19 Porque el hombre y la bestia tienen la misma suerte: muere el uno como la otra; y ambos tienen el mismo aliento de vida. En nada aventaja el hombre a la bestia, pues todo es vanidad.
20 Todos caminan hacia una misma meta; todos han salido del polvo y todos vuelven al polvo.
21 ¿Quién sabe si el aliento de vida de los humanos asciende hacia arriba y si el aliento de vida de la bestia desciende  hacia abajo, a la tierra?
22 Veo que no hay para el hombre nada mejor que gozarse en sus obras, pues esa es su paga. Pero ¿quién le guiará a  contemplar lo que ha de suceder después de él?

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...