domingo, 20 de mayo de 2018

Sirácides 12-14; 1 Tesalonicenses 4

Eclesiástico  12
 1 Si haces el bien, mira a quién lo haces, y por tus beneficios recibirás favor.
 2 Haz bien al piadoso; hallarás recompensa, si no de él, al menos del Altísimo.
 3 No habrá bienes para el que en mal persiste, ni para quien no agradece la limosna.
 4 Da al hombre piadoso, y del pecador no te cuides.
 5 Haz bien al humilde y no des al impío; niégale su pan, no se lo des, para que no llegue con ello a dominarte. Pues un mal duplicado encontrarías por todos los bienes que le hubieres hecho.
 
 6 Que también el Altísimo odia a los pecadores, y de los impíos tomará venganza.
 7 Da al hombre de bien, y del pecador no te cuides.
 8 No se demuestra en la prosperidad el amigo, ni queda oculto en la adversidad el enemigo.
 9 Cuando hay prosperidad, los enemigos se entristecen, mas en la adversidad, hasta el amigo se aleja.
 10 No confíes jamás en tu enemigo, que cual bronce roñoso, así es su maldad.
 11 Aunque se haga el humilde y camine encorvado, mira por ti mismo y guárdate de él. Pórtate con él como el que pule un espejo, sábete que no retendrá hasta el fin su roña.
 
 12 No le pongas junto a ti, no sea que se te revuelva y suplante tu puesto. No le sientes a tu diestra, no sea que tu asiento pretenda, y que al fin comprendas mis palabras, y te pese al recordar mis consejos.
 13 ¿Quién se compadecerá del encantador mordido de serpiente y de todos los que se acercan a las fieras?
 14 Lo mismo le ocurre al que convive con el pecador y comparte sus pecados.
 15 Una hora aguantará contigo, mas si te desmandas, no lo soportará.
 
 16 En sus labios pone dulzura el enemigo, mas en su corazón trama arrojarte a la fosa. En sus ojos lagrimea el enemigo, mas si topa ocasión, no se verá harto de tu sangre.
 17 Si los males te visitan, primero que tú le encontrarás allí, fingiendo ayurdarte te agarrará el talón.
 18 Meneará su cabeza, batirá palmas, cuchicheará mucho y mudará de cara.
 
  
 
 
Eclesiástico  13
 1 El que toca la pez, se mancha, el que convive con el orgulloso, se hará como él.
 2 No tomes sobre ti carga pesada, con el más fuerte y rico que tú no convivas. ¿Por qué juntar cántaro con caldero? Este le chocará y aquél se romperá.
 3 El rico agravia y encima se envalentona, el pobre es agraviado y encima ha de excusarse.
 4 Si le eres útil, se servirá de ti, si eres torpe, te abandonará.
 
 5 Si tienes algo, vivirá contigo, y te despojará sin fatigarse él.
 6 ¿Ha menester de ti? Tratará de engañarte, te sonreirá y te dará esperanzas; buenas palabras te dará y dirá: «¿Qué te hace falta?»
 7 Te avergonzará en sus festines, hasta despojarte dos, tres veces, y para terminar se burlará de ti. Después, si te ve, te dejará a un lado, y meneará la cabeza ante ti.
 8 Guárdate de dejarte engañar, y de ser humillado por estúpido.
 
 9 Cuando te llame un poderoso, quédate a distancia, que tanto más te llamará.
 10 No te presentes por ti mismo, no sea que te rechace, ni te quedes muy lejos, para no pasar inadvertido.
 11 No pretendas hablar con él de igual a igual, ni te fíes de sus muchas palabras. Que con su mucho hablar te pondrá a prueba, como quien pasa el rato, te examinará.
 12 Despiadado es quien no guarda tus palabras, no te ahorrará ni golpes ni cadenas.
 
 13 Observa y ponte bien en guardia, porque caminas junto a tu propia ruina.
 15 Todo viviente ama a su semejante, y todo hombre a su prójimo.
 16 Todo animal según su especie se une, a su semejante se adhiere el hombre.
 17 ¿Cómo podrá convivir lobo con cordero? Así el pecador con el piadoso.
 18 ¿Qué paz puede tener la hiena con el perro? ¿qué paz el rico con el indigente?
 19 Caza de leones son los onagros en el desierto, así los pobres son presa de los ricos.
 
 20 Abonimación para el orgulloso es la humilidad, así para el rico es abominación el pobre.
 21 El rico que vacila es sostenido por sus amigos, al humilde que cae sus amigos le rechazan.
 22 Cuando el rico resbala, muchos le toman en sus brazos, dice estupideces, y le justifican; resbala el humilde, y se le hacen reproches, dice cosas sensatas, y no se le hace caso.
 23 Habla el rico, y todos se callan, y exaltan su palabra hasta las nubes. Habla el pobre y dicen: «¿Quién es éste?» y si se equivoca, se le echa por tierra.
 
 24 Buena es la riqueza en la que no hay pecado, mala la pobreza al decir del impío.
 25 El corazón del hombre modela su rostro tanto hacia el bien como hacia el mal.
 26 Signo de un corazón dichoso es un rostro alegre, la invención de proverbios es penoso ejercicio.
 
  
 
 
Eclesiástico  14
 1 Feliz el hombre que no se ha deslizado con su boca, ni sufre tormento por la tristeza del pecado.
 2 Feliz aquel a quien su conciencia no reprocha, y que no queda corrido en su esperanza.
 3 Para el hombre mezquino no es buena la riqueza, para el envidioso, ¿de qué sirve el dinero?
 4 Quien amontona a expensas de sí mismo, para otros amontona, con sus bienes se regalarán otros.
 5 El que es malo para sí, ¿para quién será bueno? No logrará contento en medio de sus tesoros.
 
 6 Nadie peor que el que se tortura a sí mismo, esa es la paga de su maldad.
 7 Aun si llega a hacer el bien, lo hace por descuido, al final dejará ver su maldad.
 8 Malo es el de ojo envidioso, que vuelve su rostro y desprecia a los demás.
 9 El ojo del avaro no se satisface con su suerte, la avaricia seca el alma.
 10 El ojo malo se alampa por el pan, hambriento está en su propia mesa.
 11 Hijo, trátate bien, conforme a lo que tengas, y presenta dignamente tus ofrendas al Señor.
 
 12 Recuerda que la muerte no se tardará, y que el pacto del seol no se te ha revelado.
 13 Antes de morir, haz el bien a tu amigo, según tus medios dale con largueza.
 14 No te prives de pasarte un buen día, no se te escape la posesión de un deseo legítimo.
 15 ¿No dejarás a otro el fruto de tus trabajos y el de tus fatigas, para que a suertes se reparta?
 16 Da y recibe, y recrea tu alma, que en el seol no se puede esperar buena vida.
 
 17 Toda carne como un vestido envejece, pues ley eterna es: hay que morir.
 18 Lo mismo que las hojas sobre árbol tupido, que unas caen y otras brotan, así la generación de carne y sangre: una muere y otra nace.
 19 Toda obra corruptible desaparece, y su autor se irá con ella.
 20 Feliz el hombre que se ejercita en la sabiduría, y que en su inteligencia reflexiona,
 21 que medita sus caminos en su corazón, y sus secretos considera.
 
 22 Sale en su busca como el que sigue el rastro, y en sus caminos se pone al acecho.
 23 Se asoma a sus ventanas, y a sus puertas escucha.
 24 Acampa muy cerca de su casa, y clava la clavija en sus muros.
 25 Monta su tienda junto a ella, y se alberga en su albergue dichoso.
 26 Pone sus hijos a su abrigo, y bajo sus ramas se cobija.
 27 Por ella es protegido del calor, y en su gloria se alberga.

1 Tesalonicenses 4
1 Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús a que viváis como conviene que viváis para agradar a Dios, según aprendisteis de nosotros, y a que progreséis más.
2 Sabéis, en efecto, las instrucciones que os dimos de parte del Señor Jesús.
3 Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; que os alejéis de la fornicación,
4 que cada uno de vosotros sepa poseer su cuerpo con santidad y honor,
5 y no dominado por la pasión, como hacen = los gentiles que no conocen a Dios. =
6 Que nadie falte a su hermano ni se aproveche de él en este punto, pues el Señor = se vengará = de todo esto, como  os lo dijimos ya y lo atestiguamos,
7 pues no nos llamó Dios a la impureza, sino a la santidad.
8 Así pues, el que esto deprecia, no desprecia a un hombre, sino a Dios, = que os hace don de su Espíritu = Santo.
9 En cuanto al amor mutuo, no necesitáis que os escriba, ya que vosotros habéis sido instruidos por Dios para amaros  mutuamente.
10 Y lo practicáis bien con los hermanos de toda Macedonia. Pero os exhortamos, hermanos, a que continuéis practicándolo más y más,
11 y a que ambicionéis vivir en tranquilidad, ocupándoos en vuestros asuntos, y trabajando con vuestras manos, como  os lo tenemos ordenado,
12 a fin de que viváis dignamente ante los de fuera, y no necesitéis de nadie.
13 Hermanos, no queremos que estéis en la ignorancia respecto de los muertos, para que no os entristezcáis como los  demás, que no tienen esperanza.
14 Porque si creemos que Jesús murió y que resucitó, de la misma manera Dios llevará consigo a quienes murieron en  Jesús.
15 Os decimos eso como Palabra des Señor: Nosotros, los que vivamos, los que quedemos hasta la Venida del Señor no nos adelantaremos a los que murieron.
16 El Señor mismo, a la orden dada por la voz de un arcángel y por la trompeta de Dios, bajará del cielo, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar.
17 Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro  del Señor en los aires. Y así estaremos siempre con el Señor.
18 Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...