sábado, 5 de mayo de 2018

Eclesiastés 7-9; Filipenses 1

Eclesiastés 7
1 Más vale el renombre que óleo perfumado; y el día de la muerte más que el día del nacimiento.
2 Más vale ir a casa de luto que ir a casa de festín; porque allí termina todo hombre, y allí el que vive, reflexiona.
3 Más vale llorar que reír, pues tras una cara triste hay un corazón feliz.
4 El corazón de los sabios está en la casa de luto, mientras el corazón de los necios en la casa de alegría.
5 Más vale oír reproche de sabio, que oír alabanza de necios.
6 Porque como crepitar de zarzas bajo la olla, así es el reír del necio: y también esto es vanidad.
7 El halago atonta al sabio, y el regalo pervierte el corazón.
8 Más vale el término de una cosa que su comienzo, más vale el paciente que el soberbio.
9 No te dejes llevar del enojo, pues el enojo reside en el pecho de los necios.
10 No digas: ¿Cómo es que el tiempo pasado fue mejor que el presente? Pues no es de sabios preguntar sobre ello.
11 Tan buena es la sabiduría como la hacienda, y aprovecha a los que ven el sol.
12 Porque la sabiduría protege como el dinero, pero el saber le aventaja en que hace vivir al que lo posee.
13 Mira la obra de Dios: ¿quién podrá enderezar lo que él torció?
14 Alégrate en el día feliz y, en el día desgraciado, considera que, tanto uno como otro, Dios lo hace para que el hombre nada descubra de su porvenir.
15 En mi vano vivir, de todo he visto: justos perecer en su justicia, e impíos envejecer en su iniquidad.
16 No quieras ser justo en demasía, ni te vuelvas demasiado sabio. ¿A qué destruirte?
17 No quieras ser demasiado impío, ni te hagas el insensato. ¿A qué morir antes de tu tiempo?
18 Bueno es que mantengas esto sin dejar aquellos de la mano, porque el temeroso de Dios con todo ello se sale.
19 La sabiduría da más fuerza al sabio que diez poderosos que haya en la ciudad.
20 Cierto es que no hay ningún justo en la tierra que haga el bien sin nunca pecar.
21 Tampoco hagas caso de todo lo que se dice, para que no oigas que tu siervo te denigra.
22 Que tu corazón bien sabe cuántas veces también tú has denigrado a otros.
23 Todo esto lo intenté con la sabiduría. Dije: Seré sabio. Pero eso estaba lejos de mí.
24 Lejos está cualquier cosa, y profundo, lo profundo: ¿quién lo encontrará?
25 He aplicado mi corazón a explorar y a buscar sabiduría y razón, a reconocer la maldad como una necedad, y la necedad  como una locura.
26 He hallado que la mujer es más amarga que la muerte, porque ella es como una red, su corazón como un lazo, y sus brazos como cadenas: El que agrada a Dios se libra de ella, mas el pecador cae en su trampa.
27 Mira, esto he hallado, dice Cohélet, tratando de razonar, caso por caso.
28 Aunque he seguido buscando, nada más he hallado. Un hombre entre mil, sí que lo hallo; pero mujer entre todas ellas, no la encuentro.
29 Mira, lo que hallé fue sólo esto: Dios hizo sencillo al hombre, pero él se complicó con muchas razones.
 
Eclesiastés 8
1 ¿Quién como el sabio? ¿Quién otro sabe explicar una cosa? La sabiduría del hombre hace brillar su rostro, y sus facciones severas transfigura.
2 Aténte al dictado del rey, y por causa del juramento divino
3 no te apresures a irte de su presencia; no te mezcles en conspiración, pues todo cuanto le plazca puede hacerlo,
4 ya que la palabra regia es soberana, y ¿quién va a decirle: Qué haces?
5 Quien se atiene al mandamiento, no sabe de conspiraciones. Y el corazón del sabio sabe el cuándo y el cómo.
6 Porque todo asunto tiene su cuándo y su cómo. Pues es grande el peligro que acecha al hombre,
7 ya que éste ignora lo que está por venir, pues lo que está por venir, ¿quién va a anunciárselo?
8 No es el hombre señor del viento para domeñar al viento. Tampoco hay señorío sobre el día de la muerte, ni hay evasión en la agonía, ni libra la maldad a sus autores.
9 Todo esto tengo visto al aplicar mi corazón a cuanto pasa bajo el sol, cuando el hombre domina en el hombre para  causarle el mal.
10 Por ejemplo, he visto a gente mala llevada a la tumba. Partieron del Lugar Santo, y se dio al olvido en la ciudad  que hubiesen obrado de aquel modo. ¡Otro absurdo!:
11 que no se ejecute en seguida la sentencia de la conducta del malo, con lo que el corazón de los humanos se llena de ganas de hacer el mal;
12 que el pecador haga el mal veces ciento, y se le den largas. Pues yo tenía entendido que les va bien a los temerosos de Dios, a aquellos que ante su rostro temen,
13 y que no le va bien al malvado, ni alargará sus días como sombra el que no teme ante el rostro de Dios.
14 Pues bien, un absurdo se da en la tierra: Hay justos a quienes les sucede cual corresponde a las obras de los malos, y malos a quienes sucede cual corresponde a las obras de los buenos. Digo que este es otro absurdo.
15 Y yo por mí alabo la alegría, ya que otra cosa buena no existe para el hombre bajo el sol, si no es comer, beber  y divertirse; y eso es lo que le acompaña en sus fatigas en los días de vida que Dios le hubiera dado bajo el sol.
16 Cuanto más apliqué mi corazón a estudiar la sabiduría y a contemplar el ajetreo que se da sobre la tierra - pues ni de día ni de noche concilian los ojos el sueño -
17 fui viendo que el ser humano no puede descubrir todas las obras de Dios, las obras que se realizan bajo el sol. Por más que se afane el hombre en buscar, nada descubre, y el mismo sabio, aunque diga saberlo, no es capaz de descubrirlo.
 
Eclesiastés 9
1 Pues bien, a todo eso he aplicado mi corazón y todo lo he explorado, y he visto que los justos y los sabios y sus obras están en manos de Dios. Y ni de amor ni de odio saben los hombres nada: todo les resulta
2 absurdo. Como el que haya un destino común para todos, para el justo y para el malvado, el puro y el manchado, el que hace sacrificios y el que no los hace, así el bueno como el pecador, el que jura como el que se recata de jurar.
3 Eso es lo peor de todo cuanto pasa bajo el sol: que haya un destino común para todos, y así el corazón de los humanos  está lleno de maldad y hay locura en sus corazones mientras viven, y su final ¡con los muertos!
4 Pues mientras uno sigue unido a todos los vivientes hay algo seguro, pues vale más perro vivo que león muerto.
5 Porque los vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada, y no hay ya paga para ellos, pues se perdió su memoria.
6 Tanto su amor, como su odio, como sus celos, ha tiempo que pereció, y no tomarán parte nunca jamás en todo lo que pasa bajo el sol.
7 Anda, come con alegría tu pan y bebe de buen grado tu vino, que Dios está ya contento con tus obras.
8 En toda sazón sean tus ropas blancas y no falte ungüento sobre tu cabeza.
9 Vive la vida con la mujer que amas, todo el espacio de tu vana existencia que se te ha dado bajo el sol, ya que tal es tu parte en la vida y en las fatigas con que te afanas bajo el sol.
10 Cualquier cosa que esté a tu alcance el hacerla, hazla según tus fuerzas, porque no existirá obra ni razones ni ciencia ni sabiduría en el seol a donde te encaminas.
11 Vi además que bajo el sol no siempre es de los ligeros el correr ni de los esforzados la pelea; como también hay sabios sin pan, como también discretos sin hacienda, como también hay doctos que no gustan, pues a todos les llega algún mal momento.
12 Porque, además, el hombre ignora su momento: como peces apresados en la red, como pájaros presos en el cepo, así son tratados los humanos por el infortunio cuando les cae encima de improviso.
13 También he visto otro acierto bajo el sol, y grande, a juicio mío:
14 Una ciudad chiquita, con pocos hombres en ella. Llega un gran rey y le pone cerco, levantando frente a ella empalizadas potentes.
15 Encontrábase allí un hombre pobre y sabio. El pudo haber librado la ciudad gracias a su sabiduría, ¡pero nadie  paró mientes en aquel pobre!
16 Y yo me digo: Más vale sabiduría que fuerza; pero la sabiduría del pobre se desprecia y sus palabras no se escuchan.
17 Mejor se oyen las palabras sosegadas de los sabios que los gritos del soberano de los necios.
18 Más vale sabiduría que armas de combate, pero un solo yerro echa a perder mucho bueno.
 
EPÍSTOLA A LOS FILIPENSES  
Filipenses 1
1 Pablo y Timoteo, siervos de Cristo Jesús, a todos los santos en Cristo Jesús, que están en Filipos, con los epíscopos y diáconos.
2 Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
3 Doy gracias a mi Dios cada vez que me acuerdo de vosotros,
4 rogando siempre y en todas mis oraciones con alegría por todos vosotros
5 a causa de la colaboración que habéis prestado al Evangelio, desde el primer día hasta hoy;
6 firmemente convencido de que, quien inició en vosotros la buena obra, la irá consumando hasta el Día de Cristo  Jesús.
7 Y es justo que yo sienta así de todos vosotros, pues os llevo en mi corazón, partícipes como sois todos de mi gracia, tanto en mis cadenas como en la defensa y consolidación del Evangelio.
8 Pues testigo me es Dios de cuánto os quiero a todos vosotros en el corazón de Cristo Jesús.
9 Y lo que pido en mi oración es que vuestro amor siga creciendo cada vez más en conocimiento perfecto y todo discernimiento,
10 con que podáis aquilatar los mejor para ser puros y sin tacha para el Día de Cristo,
11 llenos de los frutos de justicia que vienen por Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios.
12 Quiero que sepáis, hermanos, que lo que me ha sucedido ha contribuido más bien al progreso del Evangelio;
13 de tal forma que se ha hecho público en todo el Pretorio y entre todos los demás, que me hallo en cadenas por Cristo.
14 Y la mayor parte de los hermanos, alentados en el Señor por mis cadenas, tienen mayor intrepidez en anunciar sin temor la Palabra.
15 Es cierto que algunos predican a Cristo por envidia y rivalidad; mas hay también otros que lo hacen con buena intención;
16 éstos, por amor, conscientes de que yo estoy puesto para defender el Evangelio;
17 aquéllos, por rivalidad, no con puras intenciones, creyendo que aumentan la tribulación de mis cadenas.
18 Pero ¿y qué? Al fin y al cabo, hipócrita o sinceramente, Cristo es anunciado, y esto me alegra y seguirá alegrándome.
19 Pues yo sé que = esto servirá para mi salvación = gracias a vuestras oraciones y a la ayuda prestada por el Espíritu de Jesucristo,
20 conforme a lo que aguardo y espero, que en modo alguno seré confundido; antes bien, que con plena seguridad, ahora como siempre, Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte,
21 pues para mí la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia.
22 Pero si el vivir en la carne significa para mí trabajo fecundo, no sé qué escoger...
23 Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor;
24 mas, por otra parte, quedarme en la carne es más necesario para vosotros.
25 Y, persuadido de esto, sé que me quedaré y permaneceré con todos vosotros para progreso y gozo de vuestra fe,
26 a fin de que tengáis por mi causa un nuevo motivo de orgullo en Cristo Jesús cuando yo vuelva a estar entre vosotros.
27 Lo que importa es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo, para que tanto si voy a veros como si estoy ausente, oiga de vosotros que os mantenéis firmes en un mismo espíritu y lucháis acordes por la fe del Evangelio,
28 sin dejaros intimidar en nada por los adversarios, lo cual es para ellos señal de perdición, y para vosotros de  salvación. Todo esto viene de Dios.
29 Pues a vosotros se os ha concedido la gracia de que por Cristo... no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis  por él,
30 sosteniendo el mismo combate en que antes me visteis y en el que ahora sabéis que me encuentro.


 

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...