domingo, 27 de mayo de 2018

Sirácides 33-35; 1 Timoteo 1

Eclesiástico  33
 1 Al que teme al Señor ningún mal le sucede, aunque sufra una prueba, se verá librado.
 2 El varón sabio no aborrece la ley, mas el que finge observarla es como nave en borrasca.
 3 El hombre inteligente pone su confianza en la ley, la ley es para él digna de fe como un oráculo.
 4 Prepara tu discurso, y serás así escuchado, concentra tu saber y responde.
 5 Rueda de carro son las entrañas del necio, como eje que da vueltas, su razonamiento.
 
 6 Caballo de remonta, así el amigo burlón, bajo todo el que lo monta relincha.
 7 ¿Por qué un día es superior a otro, si toda la luz de cada día del año viene del sol?
 8 En la mente del Señor fueron diferenciados, él hizo distintas estaciones y fiestas.
 9 A unos los ensalzó y santificó, a otros los hizo días ordinarios.
 10 Así todos los hombres vienen del suelo, de la tierra fue creado Adán.
 11 Con su gran sabiduría los diferenció el Señor, e hizo distintos sus caminos.
 
 12 A unos los bendijo y ensalzó, los santificó y los puso junto a sí; a otros los maldijo y humilló y los derribó de su puesto.
 13 Como la arcilla del alfarero está en su mano, - y todos sus caminos en su voluntad -, así los hombres en la mano de su Hacedor, que a cada uno da según su juicio.
 14 Frente al mal está el bien, frente a la muerte, la vida. Así frente al piadoso, el pecador.
 15 Fíjate, pues, en todas las obras del Altísimo, dos a dos, una frente a otra.
 
 16 También yo, el último, me he desvelado, como quien racima tras de los viñadores.
 17 Por la bendición del Señor me he adelantado, y como viñador he llenado el lagar.
 18 Mirad que no para mí solo me he afanado, sino para todos los que buscan la instrucción.
 19 Escuchadme, grandes del pueblo, jefes de la asamblea, prestad oído.
 20 A hijo y mujer, a hermano y amigo no des poder sobre ti en vida tuya. No des a otros tus riquezas, no sea que, arrepentido, tengas que suplicar por ellas.
 
 21 Mientras vivas y haya aliento en ti, no te enajenes a ti mismo a nadie.
 22 Pues es mejor que tus hijos te pidan, que no que tengas que mirar a los manos de tus hijos.
 23 En todas tus obras muéstrate con dominio, no pongas mancha en tu gloria.
 24 Cuando se acaben los días de tu vida, a la hora de la muerte, reparte tu herencia.
 25 Al asno, forraje, palo y carga, al criado, pan, instrucción y trabajo.
 26 Haz trabajar al siervo, y encontrarás descanso, deja libres sus manos, y buscará la libertad.
 
 27 Yugo y riendas doblegan la cerviz, al mal criado torturas e inquisiciones.
 28 Mándale trabajar para que no esté ocioso, que mucho mal enseñó la ociosidad.
 29 Ponle trabajo como le corresponde, si no obedece, carga sus pies de grillos.
 30 Pero no te sobrepases con nadie, no hagas nada sin equidad.
 31 Si tienes un criado, sea como tú, porque con sangre lo adquiriste.
 32 Si tienes un criado, trátale como hermano, porque has menester de él como de ti mismo.
 
 33 Si le maltratas, y levantándose, se escapa, ¿por qué camino irás a buscarle?
 
  
 
 
Eclesiástico  34
 1 Las esperanzas vanas y engañosas son para el imbécil, los sueños dan alas a los insensatos.
 2 Tratar de asir una sombra o perseguir el viento es buscar apoyo en los sueños.
 3 Espejo y sueño son casas semejantes, frente a un rostro, una imagen de rostro.
 4 De los impuros, ¿qué pureza puede resultar? de la mentira, ¿qué verdad puede salir?
 5 Adivinaciones, augurios y sueños cosas vanas son, como fantasías de corazón de mujer en parto.
 
 6 A menos que te sean enviadas por el Altísimo en visita, no abras tu corazón a estas cosas.
 7 Que a muchos extraviaron los sueños, y cayeron los que en ellos esperaban.
 8 Sin dolo se ha de cumplir la Ley, y sabiduría en boca fiel es perfección.
 9 Hombre que ha corrido mundo sabe muchas cosas, el que tiene experiencia se expresa con inteligencia.
 10 Quien no ha pasado pruebas poco sabe, quien ha corrido mundo posee gran destreza.
 
 11 Muchas cosas he visto en el curso de mis viajes, más vasta que mis palabras es mi inteligencia.
 12 Bien de veces he estado en peligro de muerte, y me salvé gracias a todo esto.
 13 El espíritu de los que temen al Señor vivirá, porque su esperanza está puesta en aquel que los salva.
 14 Quien teme al Señor de nada tiene miedo, y no se intimida, porque él es su esperanza.
 15 Feliz el alma del que teme al Señor: ¿en quién se sostiene? ¿cuál es su apoyo?
 
 16 Los ojos del Señor sobre quienes le aman, poderosa protección, probado apoyo, abrigo contra el viento abrasador, abrigo contra el ardor del mediodía, guardia contra tropiezos, auxilio contra caídas,
 17 que levanta el alma, alumbra los ojos, da salud, vida y bendición.
 18 Sacrificar cosa injusta es hacer ofrenda rechazada, no logran complacencia los presentes de los sin ley.
 19 No se complace el Altísimo en ofrendas de impíos, ni por el cúmulo de víctimas perdona los pecados.
 
 20 Inmola a un hijo a los ojos de su padre quien ofrece víctima a costa de los bienes de los humildes.
 21 Pan de indigentes es la vida de los pobres, quien se lo quita es un hombre sanguinario.
 22 Mata a su prójimo quien le arrebata su sustento, vierte sangre quien quita el jornal al jornalero.
 23 Uno edifica, el otro destruye, ¿qué ganan con ello más que fatigas?
 24 Uno bendice, el otro maldice, ¿a quién de los dos escuchará el amo?
 
 25 Quien se purifica del contacto de un muerto y le vuelve a tocar, ¿qué ha ganado con su baño de purificación?
 26 Así el hombre que ayuna por sus pecados y que vuelve otra vez a hacer lo mismo; su oración, ¿quién la escuchará? ¿de qué le ha servido el humillarse?
 
  
 
 
Eclesiástico  35
 1 Observar la ley es hacer muchas ofrendas, atender a los mandamientos es hacer sacrificios de comunión.
 2 Devolver favor es hacer oblación de flor de harina, hacer limosna es ofrecer sacrificios de alabanza.
 3 Apartarse del mal es complacer al Señor, sacrificio de expiación apartarse de la injusticia.
 4 No te presentes ante el Señor con las manos vacías, pues todo esto es lo que prescribe el mandamiento.
 
 5 La ofrenda del justo unge el altar, su buen olor sube ante el Altísimo.
 6 El sacrificio del justo es aceptado, su memorial no se olvidará.
 7 Con ojo generoso glorifica al Señor, y no escatimes las primicias de tus manos.
 8 En todos tus dones pon tu rostro alegre, con contento consagra los diezmos.
 9 Da al Altísimo como él te ha dado a ti, con ojo generoso, con arreglo a tus medios.
 10 Porque el Señor sabe pagar, y te devolverá siete veces más.
 
 11 No trates de corromperle con presentes, porque no los acepta, no te apoyes en sacrificio injusto.
 12 Porque el Señor es juez, y no cuenta para él la gloria de nadie.
 13 No hace acepción de personas contra el pobre, y la plegaria del agraviado escucha.
 14 No desdeña la súplica del huérfano, ni a la viuda, cuando derrama su lamento.
 15 Las lágrimas de la viuda, ¿no bajan por su mejilla, y su clamor contra el que las provocó?
 
 16 Quien sirve de buena gana, es aceptado, su plegaria sube hasta las nubes.
 17 La oración del humilde las nubes atraviesa, hasta que no llega a su término no se consuela él.
 18 Y no desiste hasta que vuelve los ojos el Altísimo, hace justicia a los justos y ejecuta el juicio.
 19 Y el Señor no se tardará, ni tendrá con éstos más paciencia,
 20 hasta no haber machacado los lomos de los sin entrañas, y haber tomado venganza de las naciones,
 
 21 haber extirpado el tropel de los soberbios, y quebrado el cetro de los injustos,
 22 hasta no haber pagado a cada cual según sus actos, las obras de los hombres según sus intenciones,
 23 haber hecho justicia a su pueblo, y haberles dado contento con su misericordia.
 24 Grata es la misericordia en tiempo de tribulación, como nubes de lluvia en tiempo de sequía.

 
PRIMERA EPÍSTOLA A TIMOTEO  
1 Timoteo 1
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por mandato de Dios nuestro Salvador y de Cristo Jesús nuestra esperanza,
2 a Timoteo, verdadero hijo mío en la fe. Gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.
3 Al partir yo para Macedonia te rogué que permanecieras en Éfeso para que mandaras a algunos que no enseñasen doctrinas extrañas,
4 ni dedicasen su atención a fábulas y genealogías interminables, que son más a propósito para promover disputas que para realizar el plan de Dios, fundado en la fe.
5 El fin de este mandato es la caridad que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera.
6 Algunos, desviados de esta línea de conducta, han venido a caer en una vana palabrería;
7 pretenden ser maestros de la Ley sin entender lo que dicen ni lo que tan rotundamente afirman.
8 Sí, ya sabemos que la Ley es buena, con tal que se la tome como ley,
9 teniendo bien presente que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los prevaricadores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreligiosos y profanadores, para los parricidas y matricidas, para los asesinos,
10 adúlteros, homosexuales, traficantes de seres humanos, mentirosos, perjuros y para todo lo que se opone a la sana  doctrina,
11 según el Evangelio de la gloria de Dios bienaventurado, que se me ha confiado.
12 Doy gracias a aquel que me revistió de fortaleza, a Cristo Jesús, Señor nuestro, que me consideró digno de confianza al colocarme en el ministerio,
13 a mí, que antes fui un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero encontré misericordia porque obré por ignorancia en mi infidelidad.
14 Y la gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí, juntamente con la fe y la caridad en Cristo Jesús.
15 Es cierta y digna de ser aceptada por todos esta afirmación: Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; y el primero de ellos soy yo.
16 Y si encontré misericordia fue para que en mí primeramente manifestase Jesucristo toda su paciencia y sirviera de ejemplo a los que habían de creer en él para obtener vida eterna.
17 Al Rey de los siglos, al Dios inmortal, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
18 Esta es la recomendación, hijo mío Timoteo, que yo te hago, de acuerdo con las profecías pronunciadas sobre ti  anteriormente. Combate, penetrado de ellas, el buen combate,
19 conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe;
20 entre éstos están Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendiesen a no blasfemar.

Gregorio de Nisa

  San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, nació alrededor del año 335 en Cesarea de Capadocia, Asia Menor (actual Turqu...